Guardar secretos

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Todos los muebles con cajones o puertas buscan resguardar o proteger. La mayoría lo hace de forma evidente, pero hay otros con rincones complejos: ideales para esconder




Paula 1245. Sábado 10 de febrero de 2018. Especial Amor.

Cada vez que escondo algo termino por olvidarme dónde lo puse. Esto es bueno porque las escasas veces que me da por ordenar mis espacios, siempre me llevo buenas sorpresas: una foto antigua, un recuerdo, un recorte, unos aros especiales o hasta algún billete. Lo malo es que cuando necesito "ese algo escondido" nunca sé dónde está. Ser cachurera con mala memoria es peligroso, por lo que he ido inventando sistemas para clasificar lo que hay en cada cajón, en cada cajita y en cada estuche. Lo que aún me complica es dónde meter esas pequeñas importantes cosas como un anillo especial, un documento importante o algún secreto.

Hace unos siglos, los ebanistas pensaron en esto. Pensaron en que los muebles debían permitirnos ordenar, guardar y clasificar archivos u objetos, pero también esconder algo por infinitas razones, que van desde la estética hasta la seguridad, funcionalidad o comodidad. Inventaron entonces los compartimentos secretos que son espacios no evidentes a los que solo se llega con previa advertencia o conocimiento. No tienen cerrojo, manilla ni palanca a la vista. Estos espacios escondidos no son para nada comunes y me ha costado mucho dar con muebles que los tengan. Sería algo así como la sofisticación del doble fondo de un cajón o baúl. Parece entonces una buena alternativa para esos pequeños importantes secretos.

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