Horas después de que se confirmara el primer caso de coronavirus en Chile, fui a buscar a mi hija al jardín. Apenas llegamos al departamento corrió al baño a lavarse las manos: "hay que lavarse muy bien porque los virus son malos", repetía mientras se enjuagaba. Una y otra vez. Es inevitable que, por muy chicos que sean, los niños escuchen o intuyan algo sobre esta enfermedad que ya aterrizó en el país y que, probablemente, se irá propagando por las distintas regiones. Pero es responsabilidad de los padres y los adultos que estamos a cargo lograr que asimilen la información necesaria sin entrar en pánico.
Al igual que con el estallido social, no es acertado fingir que no pasa nada para tranquilizar a los más chicos, porque se van a dar cuenta. Ellos están inmersos en la misma sociedad que nosotros, y muchas veces no podemos controlar que vean ciertas imágenes en diarios y noticieros. Menos podemos hacernos cargo de lo que escuchan en el jardín, el colegio o la plaza. Por eso siempre lo mejor es ser el filtro.
"Los adultos somos siempre traductores de la realidad para los niños", explica la psicóloga María Isabel Castellón, "por estar en proceso constante de desarrollo, se hace fundamental que sea el adulto de confianza el que lo ayude a poner en palabras hechos, emociones, afectos, experiencias y todo lo que requiera para poder ir armando su realidad".
Pero antes de hablar de éste u otro tema crítico, es importante solucionar nuestras propias ansiedades. "Para bajar la ansiedad podemos buscar información que nos ayude a comprender y aclarar lo que no sabemos, para que nos sintamos más calmados y al tanto de lo que ocurre al momento de bajar esa información al lenguaje de los niños".
"Es importante preguntarle al niño qué es lo que sabe del tema", recomienda la psicóloga para empezar la conversación. Y agrega: "con esa información podemos aclarar si manejan datos que no son reales; y luego les preguntamos sus dudas al respecto". En el caso de los niños más pequeños, la especialista aconseja no entregar más información de la que ya tengan, para no generarles confusión innecesaria.
Tan importante como saber qué decir es saber cuándo decirlo. Según Castellón, para que el mensaje sea bien recibido es fundamental darle el espacio que requiere. "No se trata de crear un clima tenso ni ceremonioso, pero tampoco tiene que ser una conversación de pasillo o en momentos donde están haciendo otra cosa. La clave es poder mantener una conversación". Un buen momento sería la hora de la comida, donde se propicia el diálogo. Si se tiene más de un hijo, y sus edades son muy distintas, se recomienda abordar el tema en instancias separadas, para poner énfasis en las necesidades que cada uno tenga.
Información tranquilizadora
Para ayudar a que los niños no entren en pánico ni se asusten por el coronavirus, es fundamental que nosotros estemos tranquilos, y para eso, necesitamos información que nos tranquilice. "Este no es un virus que afecte a los niños, no tenemos prácticamente casos y no hay mortalidad en ese rango", asegura Rossana Benítez, infectóloga de la Clínica Dávila y miembro de la Sociedad Chilena de Infectología.
Por otro lado, es importante confiar en los establecimientos educacionales a dónde enviamos a los niños, pues ellos tienen la obligación de avisar a la autoridad sanitaria regional si es que algún alumno tiene antecedentes de haber viajado a alguno de los países con brotes activos o si presentan síntomas.