Hacer las paces con el bikini

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Desde que entró a la adolescencia, la llegada del verano fue para María José (34) sinónimo de estrés y preocupación. “Me acuerdo perfecto cuando una amiga nos invitó a un grupo a la playa y todas hablaban de eso en el recreo. Compartían datos de bikinis, estaban muy entusiasmadas. Pero yo era la única a la que le ‘sobraban los kilos’ y me dio un estrés heavy”, recuerda. “Fui a buscar uno a varias tiendas, pero no me quedaban bien y terminé comprando uno que me quedaba enorme. Es que siempre fue un problema encontrar un traje de baño. Al final, dejaba de disfrutar ese momento, que se suponía iba a ser entretenido con las amigas, por cómo me veía”, cuenta. En esas mismas vacaciones, escuchó que alguien se refería a ella como “fofa”, lo que le causó un trauma que resurge sobre todo en esta época del año. “No tuve la personalidad suficiente para decirle algo a esa persona, solo me reí. Yo era súper deportista, entrenaba casi todos los días, pero pesaba más. Dentro de todo era saludable, pero en esa época la gordura no era sinónimo de salud y, creo, que seguimos pensando así”, dice.

La experiencia de María José no es privada, ni única. La viven miles de mujeres en el mundo. Y es que cuando comienza la primavera y con ella el buen clima, llega el momento de sacar la ropa ligera y desempolvar los trajes de baños y bikinis para darle la bienvenida al calor. Pero también empezamos a recibir un bombardeo de anuncios publicitarios de productos que van dirigidos al cuerpo: cremas reductoras, anticelulitis, dietas milagrosas y suplementos de dieta; soluciones para una larga lista de “problemas” casi siempre asociadas a los cuerpos femeninos, que generan una tremenda presión sobre nosotras. Es por esto que en 2016, la revista estadounidense Women’s Health prohibió utilizar en sus páginas el término “operación bikini”, entre otras expresiones que transmitieran la necesidad de adelgazar o hacer dieta con la llegada del verano. La decisión editorial surgió como una respuesta a las protestas sociales contra anuncios y publicaciones enfocadas a generar expectativas poco saludables e irreales sobre el peso de las mujeres.

Siguiendo esa línea, este término ya casi no se utiliza en la publicidad local, pero la presión por un cuerpo normativo sigue haciéndose muy latente en esta época del año. “Para mí el tema se ha apaciguado un poco. Ya casi no escucho gente hablando sobre las dietas extremas que empiezan a hacer en este época del año, pero creo que seguimos sintiendo una presión muy grande cada vez que se acerca el verano. Y nos falta un largo camino por recorrer”, dice María José. Según Claudia Vicuña, kinesióloga y activista del movimiento Rebelión del Cuerpo, la llamada “operación bikini” sigue vigente socialmente, aunque no se nombre el término. “Se esconde muchas veces bajo un concepto de salud. Se sigue perpetuando este mensaje de que el verano debe ser visto como una preocupación porque hay una exposición del cuerpo, prioritariamente a las mujeres”, explica.

Para Vicuña este tipo de mensajes son un ejemplo de cómo la violencia simbólica sigue estando muy presente, a veces de forma camuflada, dentro de la publicidad. La normalización de objetivos inalcanzables tras estas dietas milagrosas puede provocar trastornos de ansiedad y depresión, asegura, además de estragos para la salud. Según un análisis de Nutrición y Dietética de la Universidad Católica, la hiperconectividad a las redes sociales y el contacto con influencers nocivos contribuyeron a elevar un 30% las consultas asociadas a trastornos alimenticios en adolescentes chilenos durante la pandemia. “Se sigue impulsando un mensaje muy dañino pero no tan evidente como era antes. Ahora está asociado a influencers de cuerpos hegemónicos y esto puede llevar a que muchos adolescentes vean esto como un modelo a seguir. El gusto por el like puede generar trastornos alimenticios que se agudizan con estos conceptos”, explica Vicuña.

Una prenda en conflicto

Según la encuesta Pensar el Cuerpo –actualizada esta semana por La Rebelión del Cuerpo– un 82% de las mujeres consultadas señala que usar traje de baño o bikini le causa inseguridad o vergüenza. El sondeo también revela que la edad en que las mujeres comienzan a sentir inseguridad o vergüenza al usar traje de baño en público es 13,7 años, pero un 50% asegura haber comenzado a sentirse así desde los 12 años. Por último, un 58% de las mujeres encuestadas está de acuerdo o muy de acuerdo con que si la publicidad fuera más real o diversa, dejarían de sentir inseguridad respecto de su cuerpo.

Tania Libertad, cofundadora de Agencia Vecina y experta en publicidad con perspectiva de género, asegura que las estrategias publicitarias no han logrado reformularse para cambiar el mensaje. “Ha mermado la comunicación en relación a lo directos que eran los mensajes para decirte que bajes de peso, que no tengas las axilas oscuras, celulitis o pelos. Ha disminuido en forma de silencio, pero no se ha cambiado la estrategia para reformular el mensaje”, dice. “La estrategia ha sido más bien guardar silencio y no caer en ciertos tópicos, no decir algunas cosas, pero no se ha profundizado en el problema”, agrega.

Un ejemplo, asegura la publicista, es cómo en este tipo de mensajes se sigue utilizando mucho la palabra “combatir”. “Es una palabra muy fuerte. Te habla de algo tremendamente negativo que hay que eliminar, cuando es un tema solamente estético”, dice. También está la utilización de cuerpos alejados a la normativa que son incluidos en las propagandas. “Los cuerpos que son un poco diferentes a la norma solo sirven para complementar. Es para decir, ‘mira estamos cumpliendo con la diversidad’, es un lavado de imagen, pero no hay una representación real de otros cuerpos”, dice. De hecho, al revisar la propaganda actual, la experta da un ejemplo concreto. Señala cómo una multitienda utiliza modelos que se alejan del canon establecido, pero no las pone en primer plano, ni mostrando el vientre.

Esto refuerza la idea de María José de que falta mucho y que es normal que –como ella– miles de mujeres en el mundo sigan sintiendo inseguridad al usar un bikini. Así lo plantea también la plataforma Malvestida, dedicada entre otras cosas a combatir los estándares de belleza: “No siempre es tan fácil usar un bikini y sentirte automáticamente cómoda”, dice. “Lo importante es que sepas que tienes derecho a mostrar tu cuerpo tal como es y usar las prendas que te gustan sin preocuparte de lo que los demás piensan”, concluye.

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