Paula 1173. Sábado 9 de mayo de 2015.

"Era rechica, en realidad", dice sonriendo Karol Cariola, la diputada, chaqueta roja, labios rojos, al recordar cuándo fue que el comunismo se le imprimió en el ADN. "Tenía 13 años", precisa, bebiendo un vaso de agua en el Marley Coffee, un café latinpop de sillas colorinches y uno que otro guiño a la política latinoamericana en la comuna de Recoleta, su distrito.

El comunismo se le imprimió con las historias de su abuelo, obrero de una barraca que siempre olía a madera. "Es muy rico ese olor", dice. Se le imprimió con los acordes folclóricos para guitarra que le enseñó su profesora de Música, una comunista con quien, entre nota y nota, hablaban de historia. Con las canciones de Silvio Rodríguez, que derivaron en una fascinación por la Revolución Cubana y ese parche del Che Guevara cosido a la mochila. Con su pololeo de entonces con el hijo de un exfrentista.

Vistió la camisa amaranto, el color de las Juventudes Comunistas, mientras fundaba el centro de alumnos de la básica en su colegio. Karol Cariola, era entonces, un bicho raro. Eran los tiempos del "no estoy ni ahí", la frase célebre del tenista Marcelo Ríos que reflejaba la apatía general de los jóvenes. "En Chile nadie estaba muy interesado en nada, no había mayores cuestionamientos. Los que militábamos en un partido éramos raros", cuenta. Entonces, cuando emergió en 2011 el movimiento estudiantil, este se encontró con una mujer con el camino político pavimentado. Fue también cuando tomó sus mayores responsabilidades políticas: la presidencia de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Concepción, donde estudió Obstetricia, y la secretaría general de las Juventudes Comunistas, cargo que aún ostenta.

Karol Cariola es una militante disciplinada que, a ratos, más que hablar, declama, como si esta conversación fuera parte de un discurso largo y difícil de interrumpir. "A los comunistas nos cuesta hablar poco", dice sonriendo ante la atenta mirada de su asesora de prensa, quien ha dictaminado que la entrevista durará una hora. Y empieza a correr el tiempo desde ahora, ya.

Los proyectos comunistas han fracasado en el mundo.

Es que en el mundo nunca ha habido un proceso que llegue al comunismo tal y como nosotros lo entendemos. Para llegar al comunismo hay fases, desde la democracia y la construcción del socialismo y todos los procesos han sido golpeados, boicoteados por algunos sectores, pero también se han cometido errores humanos como, por ejemplo, los grandes errores de Stalin, que para mi gusto fue lo que mató un proyecto político tremendamente importante.

Karol Cariola no es directa para responder si admira a Fidel Castro. "Admiro a varios personajes en el mundo", dice y señala que tiene sus matices. "No tengo pleno acuerdo de cómo se ha llevado el proceso cubano ni el venezolano, ni tengo pleno acuerdo en cómo se ha llevado ningún proceso en el mundo.  En Chile se tiene que dar un proceso con sabor a vino tinto y empanadas".

Qué opinas de las palabras del diputado Gabriel Boric: "En el Parlamento discutimos puras huevadas".

No estoy de acuerdo con eso.  El Parlamento, si bien ha tenido una dinámica de letargo –yo misma dije que era una suerte de Olimpo inalcanzable para la ciudadanía–, este último año ha dado muestras de avanzar en cambios que durante mucho tiempo veníamos esperando.

Ves el vaso medio lleno.

Soy positiva. No veo esto como una crisis donde todo se vaya a terminar,  como algunos quisieran que fuera. Los que tratan de generar esa sensación son aquellos a los que les molesta que se estén haciendo cambios. Por primera vez hay una reforma tributaria donde las empresas pagan los impuestos que les corresponden. Una reforma educacional que termina con el lucro, la selección y el copago. Una carrera docente para los profesores. Un cambio en el sistema electoral binominal que, además, es algo que nosotros los comunistas hemos planteado desde que partió la democracia. Cuando se dice que en el Parlamento se hablan puras huevadas, yo no estoy de acuerdo.

Hoy los políticos viven en el desprestigio total. Estamos frente a hechos de corrupción transversales, como ha quedado demostrado con los casos Penta y SQM. ¿Cómo vives eso?

No comparto la opinión de que están todos los políticos por el suelo. A mí, en la calle, nunca me han dicho una pachotada. Puedo marchar tranquila. Además, recordemos que SQM es del yerno de Pinochet y Penta es una empresa creada por la UDI, que es el partido de la dictadura. Nosotros no somos parte de eso. Pero lo más doloroso es saber que los representantes del pueblo –eso somos según la Constitución– no votan en función de quienes los eligen, sino de quienes los financian. Por eso hay que identificarlos y diferenciarlos, porque no todos somos iguales. A mí no me ha financiado ninguna empresa.

¿Cómo te financiaste?

Nos financiamos a través del partido, con el aporte de sus militantes y actividades, recitales, almuerzos, cenas. Lo más caro de las campañas es el capital humano, imagínate la cantidad de compañeros de la Jota que trabajaron en forma voluntaria. El 25 por ciento de mi financiamiento corresponde a trabajos voluntarios y el 43 por ciento es estatal (por el reembolso que hace el Estado a través del Servel por la votación obtenida). Nunca tuve aportes reservados, cero peso.

"Me parece antiético ver cómo otros se mueren de hambre cuando yo no tengo tiempo para gastarme todo lo que tengo".

Hay sospechas de que el PC se ha financiado ilegalmente con la plata de la Universidad Arcis.

Hay investigaciones sólidas del Ministerio de Educación, hay una comisión investigadora en la Cámara de Diputados que también dio luces de que tales acusaciones no son reales. ¡Qué más tenemos que hacer! Si alguien tiene algo que demostrar, que lo haga con hechos concretos. En Penta, en SQM hay boletas.

Pero el informe de la Cámara al que aludes fue rechazado.

El informe tuvo una aprobación de 39 votos a favor, 30 en contra y 10 abstenciones, pero como las abstenciones se sumaron al rechazo, producto de un subterfugio del reglamento de la cámara, se terminó rechazando. Pero no es que el documento haya sido completamente rechazado. El PC no tiene vinculación con la administración de la Arcis y mucho menos una responsabilidad con respecto a la crisis.

¿Recibieron fondos de la Arcis?

Absolutamente no.

¿Le crees a Michelle Bachelet cuando dice que no sabía lo de los negocios de su hijo en Caval?

Sí. No creo que tenga alguna razón para mentirnos. Sin embargo, pienso que el caso Caval es inaceptable. Son situaciones que en Chile no se pueden dar, el uso de información privilegiada, de influencias políticas, el mal uso de las relaciones políticas. Eso es parte de una forma de hacer política que no nos gusta.

¿Crees que con el reciente anuncio de la presidenta de darle el vamos a una nueva constitución, se abre la puerta para una asamblea constituyente?

Creo que las puertas están más abiertas que nunca, el que haya además una fecha -en septiembre- de inicio del proceso constituyente, nos pone un plazo para tomar decisiones, hacer cabildos participativos y que la ciudadanía tome un rol deliberativo en la toma de decisiones.

EMPODERAR A LAS MUJERES

Karol Cariola creció en Lo Hermida, una población popular de Peñalolén. "Fue una infancia muy resguardada, muy acolchonada, nunca me faltó nada. Siento que viví en una burbuja", dice. En los colegios a los que asistió (El Santa Victoria de Peñalolén y el Liceo Tajamar de Providencia) fue alumna ejemplar. "Tuve promedio 7.0 toda la básica, en la media bajé a 6,4 porque me dediqué a hacer otras cosas", dice. Su precoz interés por la política, sin embargo, inquietaba a sus padres, una mujer de izquierda y un hombre escéptico que no creía en la política. Ambos, hijos de la dictadura y sus toques de queda, se asustaban cada vez que su hija salía a marchar. "Fue el primer quiebre familiar con ellos. Yo salía a las calles sin miedo. Mis padres se preocupaban, pero terminaron aceptándolo", dice.

¿Cuándo?

Cuando fui presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Concepción. Ahí se dieron cuenta de que esto iba en serio, que era más que un hobby o una rebeldía de juventud. Pero ya era grande. Pasaron varios años para generar este proceso de aceptación.

"Esta parte de la institucionalidad está hecha para los hombres. La Cámara de Diputados no tiene una sala cuna, no tiene un jardín infantil, no tiene un baño para mudar guaguas".

¿Te fuiste a estudiar a Concepción como una manera de quebrar con tus padres?

Fue una manera de quebrar esa sobreprotección que tenían sobre mí. Necesitaba esa independencia y en Concepción desarrollé una vida política mucho más activa, esa universidad es una de las cunas de la izquierda, donde la diversidad política es tremenda. Lo que yo aprendí en los seis años en  Concepción es más de lo que he aprendido en toda mi vida.

Si te gustaba tanto la historia, ¿por qué estudiaste Obstetricia?

Siempre pensé estudiar una carrera que vinculara varias cosas que me gustaban desde chica, la parte social, pero también la ciencia. Y las carreras de la salud son carreras científicas que involucran el vínculo social.

¿Con la política siempre en la mente?

Absolutamente. Ya estaba en política, por lo tanto, para mí era una manera de tener mayor cercanía con los sectores populares, una manera de hacer una conexión con la realidad. El vínculo que hace la matrona no solamente tiene que ver con la parte biológica de la mujer, sino que con toda su integridad. La mujer te abre toda su arista familiar, marital, sexual, emocional, la relación con sus hijos. En las poblaciones las mujeres no se atienden con el ginecólogo sino con las matronas. Es una realidad súper de clase.

Y en los consultorios a las señoras embarazadas les dicen "mamita" y en las clínicas las llaman por el nombre.

Es cierto. No creo que eso sea bueno. El trato debiera ser igualitario.

¿Cuántos partos alcanzaste a atender?

Muchos. Creo que atendí 70 u 80 partos.

¿Estás a favor del aborto libre?

Mi primera declaración de principios es que yo soy una persona que está absolutamente por la vida. Y cuando digo por la vida, me refiero a que las mujeres en la construcción de sus vidas tengan la posibilidad de decidir, sobre todo en situaciones extremas. Por eso respaldo el proyecto de ley que estamos discutiendo que es la interrupción del embarazo en tres causales extremas, la violación, la inviabilidad del feto o el riesgo de la vida de la madre.

Cuando dices que estás a favor de la vida, ¿significa que no consideras que lo que está dentro del útero de la madre es aún una vida?

Podríamos discutir cuándo parte la vida. Para mí una mórula es el inicio de algo que podría llegar a tener vida, pero no es vida. Uno podría decir que la vida parte después de ciertas semanas de embarazo cuando el feto tiene las características físicas que le permiten nacer y sobrevivir y eso es después de las 22 semanas. Estoy de acuerdo con el aborto antes de las 12 semanas o máximo hasta las 18 semanas. Pero la vida es más compleja. La definición de ser humano no está dada solamente por las características biológicas, sino también por la vida que ha construido. En ese sentido, la mujer tiene mayores condiciones de tomar decisiones.

¿Te harías un aborto?

No lo sé, nunca me he puesto en esa situación. Creo que es una decisión dolorosa que no le doy a ninguna mujer. Pero creo que la mujer en un momento de desesperación debiese tener la posibilidad de decidirlo.

¿Qué te parece que en Chile recién estemos discutiendo el aborto terapéutico cuando en Inglaterra, por ejemplo, se discuten hijos con ADN de tres padres?

Chile es un país muy atrasado y creo que esos años de retroceso son exactamente 17 años de dictadura militar. Retrocedimos en todo: en democracia, en institucionalidad y en materia de derechos sexuales y reproductivos.

¿En qué estamos atrás en cuanto a derechos reproductivos?

En muchas cosas. Hay anticonceptivos de mayor calidad a los que las mujeres no tienen acceso. La anestesia en el parto, a pesar de que es un derecho, todavía hay contradicciones, de si hay o no anestesistas. Hay temas que tienen que ver con el buen trato en el desarrollo del parto. Hoy el parto no está humanizado. Hay un proyecto de ley para evitar la violencia obstétrica. Hoy a las mujeres ni siquiera les dan la opción de decidir cómo quieren parir.

¿Te interesa empoderar a la mujer?

Absolutamente.

La mujer tiene un poder social subterráneo, en contraste con las cúpulas donde priman los hombres.

Ahí está la contradicción, porque en la base social la mujer juega un rol fundamental. Las organizaciones sociales la mayoría son dirigidas por mujeres. Pero subes más arriba y se descrema. En el Parlamento, por ejemplo, hay solo un 16 por ciento de representación femenina.

La vida parlamentaria pareciera ser incompatible con la vida familiar, con una maternidad agradable.

Sí y lo he planteado. Esta parte de la institucionalidad está hecha para hombres. La Cámara de Diputados no tiene una sala cuna ni jardín infantil, no tiene un baño para mudar guaguas. Y nosotras estamos ahí todo el día.

¿Estás de acuerdo con la ley de cuotas?

Absolutamente, pero como una medida transitoria, para incentivar la mayor participación, para generar mejores condiciones para que las mujeres se puedan integrar a la política. La presencia de mujeres le da una sensibilidad especial a la política. Con las mujeres de la Nueva Mayoría, incluso  con las de la derecha, podemos tener relaciones con respecto a ciertos temas comunes y los estamos trabajando a pesar de nuestras grandes diferencias.

Diferencias abismantes.

Abismantes, pero me puedo juntar con la Marcela Sabat y llegar a acuerdo y tener posiciones comunes respecto de algunos temas. No tengo problema en conversar con la Pepa Hoffmann, por darte un ejemplo. He madurado. Si quiero que mis ideas avancen, no puedo hacerlo sola. Hay que transar, discutir y llegar a acuerdos.

 ¿Te sentarías a conversar con Ena von Baer?

No, yo creo que hay ciertos límites.

"Me sigo sintiendo de la clase trabajadora porque soy de la clase trabajadora. No comparto cuando dicen 'la clase política'. No soy de la misma clase que Ena Von Baer o Hernán Larraín".

Dijiste en una entrevista que la campaña política te costó la relación de 10 años con tu ex pareja.

Fue entre otras cosas. Tenía una relación de pareja que fue tremendamente golpeada por el ritmo que tiene una campaña política. Pero si tú tienes una pareja que acompaña esa dinámica no veo incompatibilidad de tener pareja, una familia. Se necesita comprender y aceptar al otro y el amor también se basa en eso.

LA VIDA AUSTERA

Su actual pareja es el periodista y conductor radial de look rockero Freddy Stock, a quien conoció en el programa Palabras sacan palabras, donde ella fue panelista. "Además del rock latino que es algo que compartimos, escuchamos a Los Jaivas y folclore chileno, en general. Él me acompaña en lo que hago", dice.

¿Te proyectas como madre?

No estoy negada, estoy construyendo mi familia, vivo con mi pareja, no sé si el día de mañana pienso tener un hijo, todavía no está en mis planes.

¿Eres feminista?

Yo creo que sí.

El PC es conocido como el partido más machista que existe.

Es una falsa realidad. Se dice que es el partido más machista pero es el único que ha tenido una mujer presidenta, Gladys Marín. Además, ella fue la primera mujer en ser candidata presidencial.

Ella se postergó como mujer por la política.

Ella postergó su familia y todo en función de eso.

¿Tú estarías dispuesta a eso por la causa?

Es complejo hablar de eso, porque no tengo hijos.

Debe ser algo que seguramente te has cuestionado.

Mi disposición a las causas del partido es total. Mi vida la construyo en torno a eso. Mi vida personal no está separada de mi vida política.

¿El resto se tiene que adaptar a ti?

No soy tan egocéntrica como para decir que el resto se tiene que adaptar a mí. Esto es lo que soy, así me muestro y mis amigos, pareja y familia me aceptan de esa forma.

Eres una militante disciplinada.

Tenemos una disciplina muy consciente, pero nuestra visión  tiene que ver con la construcción de colectivos. No estoy trabajando por mi posicionamiento personal. Me tocó asumir responsabilidades. No me esperaba, hace tres o cuatro años, ser diputada, fue una definición colectiva del partido y la asumo con la mejor disposición. Me gusta.

"Soy positiva. No veo esto como una crisis donde todo se va a terminar. Los que tratan de generar esa sensación son aquellos a los que les molesta que se estén haciendo cambios".

Andas con chofer. Tu agenda te la manejan asesores. Almuerzas en los elegantes comedores del Congreso. ¿Temes aburguesarte?

Creo que ser o no burgués no pasa por lo que uno tiene o el entorno en que uno vive. Creo que tiene que ver con la visión de clase que uno tiene. Me sigo sintiendo parte de la clase trabajadora porque soy de la clase trabajadora. No comparto cuando dicen la "clase política". No soy de la misma clase que la Ena von Baer o Hernán Larraín.

¿Te importa eso?

A mí me importa, porque finalmente uno trabaja y  defiende los intereses de la clase a la que pertenece. Y también hay gente que no pertenece a esta clase pero que la defiende, como por ejemplo, Allende, que era un burgués. Aquí hay un mito de que los comunistas tenemos poco menos que andar con los zapatos rotos o vivir una vida de austeridad absoluta, porque somos parte de la clase trabajadora.

¿Esta visión tan de clase, no perpetúa de alguna manera el clasismo?

Acá hay dos clases que se han confrontado siempre, eso es una realidad. Hoy sigue habiendo un 1 por ciento que concentra el 90 por ciento de la riqueza y hay un 99 por ciento de la población que se reparte todo el resto. Esto se trata de que las grandes mayorías tengan mejores condiciones de vida, no es nivelar para abajo. No es decir que los ricos tengan menos, sino que es repartir un poco más la torta. Pero una persona que tiene tanta plata que ni siquiera le alcanza su vida para gastársela, eso es un nivel de enriquecimiento que sobrepasa la realidad de cualquier persona de nuestro pueblo.

¿Te parece inmoral?

Me parece antiético ver cómo otros se mueren de hambre si yo no tengo tiempo para gastarme todo lo que tengo.

Su asesora anuncia el fin de la conversación. Karol Cariola se despide. A la salida se le acercan los mozos y le piden una foto. Acepta. Se sube a su auto con chofer y parte, rauda. ·