El debut de Hedi Slimane en Celine Spring 2019, fue tan esperado como frustrante, así lo definió la crítica, casi en su totalidad. Phoebe Philo (la diseñadora anterior), estuvo en Celine durante 10 años. Ella supo definir un concepto robusto y sin fisuras, donde la exploración de formas inéditas y un creciente aire deportivo, nunca conspiraron contra la elegancia que requerían las ejecutivas de alto rango, que por cierto la amaron.
Esos tiempos terminaron. Llegó Slimane con su caja de herramientas cargada de imágenes de jóvenes rebeldes estrellas del rock. Un mix ya probado, entre los años 70 y 80, que vimos aplicar en forma tenaz en sus estadías en Dior hombre (2001-2007) y en Saint Laurent (2012-2016). Hedi ocupó la exacta fórmula en Celine, casi sin cambios.
Slimane fue el creador de una nueva silueta para el hombre, hiperdelgado, comprimido por una sastrería ceñida al máximo y pantalones estrechos y cortos. Esta receta revolucionó al hombre de Dior.
Sé (por experiencia), que la prensa de moda gusta de aquello que no le gusta al público, y en este dilema nos debatimos siempre los diseñadores ¿A quién satisfacer? Slimane sabe interpretar qué ropa quieren usar las nuevas generaciones, y parece no importarle la crítica deseosa de drama y surrealismo en las pasarelas.
Mientras lees esta columna, seguramente el grupo LVMH (propietario de Celine) y Slimane estén brindando, satisfechos por el incremento en sus ventas en todo el mundo.