Paula 1181. Sábado 29 de agosto de 2015.
La Isla de los Peces, de la dramaturga Carla Romero y del músico Guillermo Einsner, es una puesta creada para honrar a las víctimas del tsunami que en 2010 azotó a la Isla Orrego. Desde el 4 de septiembre en el GAM, una ópera que retrata la furia de la naturaleza y la fuerza de la reconstrucción.
La madrugada del 27 de febrero de 2010, la fiesta y las risas reinaban en la Isla Orrego, un pequeño balneario situado frente a Constitución. No podía ser de otra manera: se celebraba la Noche Veneciana, evento festivo con el cual los turistas y lugareños despedían al verano. Pero el tsunami arrasó con la alegría y los festejantes, dejando 36 víctimas y un profundo e inextinguible dolor en el pueblo.
A Carla Romero (34), dramaturga y coreógrafa, esta tragedia la remeció con fuerza ya que muchos de los veranos de su infancia los pasó en la zona. Por eso, la tarea de escribir la ópera de cámara La Isla de los Peces –una coproducción entre el Instituto de Música de la Universidad Alberto Hurtado y el GAM– fue para ella una forma de homenajear a las víctimas, pero también de testimoniar "la fuerza de la comunidad para seguir adelante, reconstruirse y quedarse en su tierra", dice. A su lado en esta tarea estuvo Guillermo Einsner (35), su pareja y destacado compositor, quien creó una pieza de música contemporánea que intenta reflejar la inestabilidad de la naturaleza.
La directora musical Paula Torres, la dramaturga Carla Romero y el compositor Guillermo Einsner son los responsables de esta puesta inédita que se presentará el 4, 5 y 6 de septiembre en el GAM. El 10 de septiembre se presentará en el Teatro Regional del Maule, en Talca, y el 26 de febrero del año que viene en Constitución.
A fines de 2013, la pareja empezó a investigar para imbuirse de la historia de la zona así como de su paisaje, algo que les llevó cerca de 6 meses, tras lo cual Zúñiga se lanzó a escribir con varias premisas en mente: hablar de la comunidad que se organiza para salir adelante, mostrar la desolación tras la pérdida –sobre todo de los niños– y, además, informar acerca del porqué de la catástrofe y, también, las fallas humanas detrás. En el plano musical, Einsner no quiso reflejar los ruidos de la isla o cómo fue el sonido del tsunami, sino representar conceptualmente lo sucedido y dar cuenta de la naturaleza del lugar. "La música es muy inestable rítmicamente, lo que se relaciona con el entorno, ya que estamos en una isla, rodeada de agua", dice. Su composición es ecléctica, con formas musicales que van del minimalismo al atonalismo y los sonidos electroacústicos. El resultado es una ópera de 13 escenas, cantada por 16 voces que integran el Coro de la Universidad Alberto Hurtado –bajo la dirección musical de Paula Torres– y con la participación de cinco solistas: la mezzosoprano Evelyn Ramírez, las sopranos Carolina Matus y Jeanette Pérez, el bajo Leonardo Aguilar y el tenor Diego Arellano. A ellos se suma un cuerpo de baile –que interactúa con los cantantes– formado por Paula Sacur, Natacha Torres, Gonzalo Beltrán, César Cisternas y Natalia Bakulic; y una fenomenal orquesta de cámara con 22 músicos que representan todas las familias de instrumentos más un espacio electroacústico.