"Un jinete y su caballo galopan veloz calle abajo. Parece que tiene importantes asuntos que atender. Un hombre parado en la calle le grita: "¿Adónde vas?". Y el jinete le responde: "no lo sé, pregúntale al caballo". Vivimos con prisa, apurados, dominados por tiránicas agendas, llenos de asuntos pendientes, siempre mas rápidos, y nuestras vidas se vuelven pesadas, con deberes interminables. En ese proceso vamos llenando el hogar con elementos inútiles, como vasos de vino, de whisky, de champaña, de bebida, loza de diario, loza de visitas, ropa de trabajo, de invierno, de verano, de media estación, casual, de fiesta, de matrimonio, y el cerro de cosas ya se sale por las ventanas, y apenas nos queda espacio para respirar. Pero, ¿sabes adónde vas realmente?, o ¿es el caballo de la supervivencia, de los deberes, del que dirán, de los miedos, el que dirige tu vida, y tú solo lo montas, impávida, pero por dentro aterrada, de que no es el lugar adonde quieres llegar?.. Hay cuerdas invisibles que gobiernan nuestras vidas. Somos títeres manipulados por el sistema, la publicidad, por las presiones de supervivencia. Tus gustos salen de las redes sociales, tus impulsos se forjan viendo series, navegando por internet, mirando los caballos desbocados de los otros. ¿Quién plantó tus deseos?, ¿tu padre, la religión que profesas, la familia que espera que cumplas sus expectativas?.. El trabajo para el 2017 es identificar y romper las cadenas, que invisibles e inconscientes, manipulan tu destino. Hay que partir preguntándose: ¿Adónde voy?, ¿quién me lleva?, ¿es mi camino verdadero?. El quiltro que cruza la plaza de una esquina a la otra, y se pierde con paso firme por una calle lateral, sabe mucho más adónde va, que nosotros. El sistema se nutre de la inconsciencia de sus integrantes. Las cadenas son de oro. Los políticos juegan a las apariencias, a decir frases rimbombantes, los productos se envuelven en brillantes y coloridos envoltorios. Para ti, es el año de levantar el velo, y de darte cuenta de tus mecanicismos aprendidos, de tus rutinas y hábitos heredados, de los pensamientos ajenos y limitantes que el sistema siembra en tu cabeza, y que te conducen lejos de tu real camino, sobrecargada. Toma unas tijeras y poda: menos cargas, menos cosas, menos vasos, más espacio para respirar, y verás con claridad que necesitas bajarte del caballo y volver a caminar.
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