"Un buscador fue a ver un maestro. Después de un largo viaje llegó a su humilde choza en el medio del bosque. Cuando entró vio un par de sandalias y una ropa de factura simple apoyadas sobre una silla. De la otra habitación apareció el maestro vestido con un elegante terno, con corbata de seda y zapatos italianos. El buscador quedó confundido. Esperaba dar con un hombre modesto. Entonces el maestro le dijo: "es que tengo que hacer un trámite en el banco". Todos usamos una máscara para asumir nuestro rol en la sociedad. Las máscaras incluyen el delantal del médico, la sotana del cura y el uniforme del militar. Las máscaras nos entregan un disfraz desde el cual soy aprobado por los demás. Los jóvenes cuando dan la PSU están compitiendo por máscaras. Las carreras más apetecidas dan estatus y roles más poderosos. El auto que ostentamos, el barrio donde vivimos, el trabajo que tenemos, nos cubren y perpetúan las apariencias. En Chilito la gente pone en su currículum el colegio donde estudió.
Una buena marca que destaca en la ropa o un terno caro hacen la diferencia entre ser aceptado o no. La máscara es adaptativa y nos permite funcionar dentro de roles. El problema es que terminamos confundiendo la máscara con el ser. Las personas sofistican constantemente su disfraz: se operan la cara, sacan músculos, suben la selfie en Nueva York pensando que eso son ellos. Los políticos son hábiles en la técnica. Pero entonces nos surge la pregunta, "¿me querrán sin el maquillaje?", "¿me aceptarán sin mi dinero?". El maestro ora y usa ropa simple, que representa su ser, pero se pone la máscara y se viste de terno elegante, cuando la situación lo requiere. Este 2017 debes desprenderte de lo accesorio, de las relaciones ligeras, de los rituales falsos, de lo que tú no eres, e ir hacia adentro, a lo básico, a descubrir aquello que has postergado queriendo agradar a los otros. Reconéctate con el ser detrás del disfraz. En el amor, en el trato con los hijos, en la amistad, la máscara es un impedimento. Pero cuando llegue el momento de ir al mundo de las apariencias, vístete y actúa, y sé sagaz sabiendo que estás desplegando un rol, y que esa no eres tú. Con las personas amadas no se vale usar las apariencias. En la ciudad competitiva hay que empoderarse. Si no quieres, sé devorada. Por eso, sé sincera como paloma, pero astuta como serpiente.
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