Insectos buenos
Las fumigaciones pueden ser el peor enemigo para evitar las plagas tan características del verano. Lo mejor es tratarlas de modo natural.
Paula 1243. Sábado 13 de enero de 2018.
Por Alejandra Vargas / Fotografía: Lisa Huber en Unsplash.com
Una amiga me contaba que las plagas se habían vuelto incontrolables en su jardín y por eso fumigaba año a año con productos de amplio espectro; aquellos capaces de eliminar todo tipo de insectos. Pero, aunque parezca un contrasentido, de la fumigación nacía su problema.
Hechas para matar bichos, los insecticidas no son selectivos y matan tanto a los malos como a los buenos. ¿Insectos buenos? Sí, tal cual. Aunque la palabra insecto se suele asociar a algo dañino, muchos de ellos contribuyen a generar un ciclo benéfico el resto, como por ejemplo las chinitas, abejas o lombrices, entre muchos otros. Un ambiente naturalmente sano será aquel en que coexisten muchos insectos, pero cuya población tenga un número acotado de individuos. La clave está en el equilibrio que ellos mismos logran: algunos actúan como depredadores de otros evitando que alguna especie aumente indiscriminadamente, y se transforme en plaga.
Esto es lo que se conoce como el control biológico, lo que hace que un lugar se convierta en un ecosistema en donde todos los que habitan tiene una función. Por ejemplo, las coloridas chinitas son unos tremendos depredadores de pulgones, cuando las veo aparecer en mi jardín me siento segura, porque sé que mis rosas están a salvo. Los sirfidos, unas moscas grandes con tonos amarillentos, se comen todas las larvas de insectos que mastican las hojas y las dejan agujereadas, o las arañas comunes, que en sus telas atrapan a insectos que se alimentan de los brotes nuevos de las plantas. El eliminar estos insectos benéficos genera un tremendo desequilibrio en el sistema, porque las poblaciones aumentan descontroladamente al no tener un depredador. Cuando se convierten en plaga las plantas se ven afectadas, porque no son capaces de responder al ataque masivo de estos individuos.
Mi amiga fumigaba todos los años con productos de altísima toxicidad, con lo cual mataba a todos los insectos presentes en ese momento. Luego empezaban a eclosionar los huevos, y para fortuna de ellos, estos nuevos insectos no tenían depredadores porque habían sido eliminados, entonces las poblaciones crecían y crecían convirtiéndose en plagas que debilitaban a muchas plantas. Entonces, su gran problema era que rompía año a año el equilibrio natural de su jardín.
Pero si vamos a vetar el uso de insecticidas químicos, ¿qué hacemos si aparece una plaga? Recomiendo ahuyentarlas, que no es lo mismo que eliminarlas. Existen unos productos llamados biopreparados, que corresponden a soluciones naturales, que pueden incluso ser caseras, estas repelen los insectos porque son irritantes para ellos. Como por ejemplo, el macerado en alcohol de ajo y ají rocoto, el cual se asperja sobre el follaje de las plantas produciéndoles un halo de protección. También están las infusiones hechas con manzanilla y salvia, que otorgan un sabor amargo a las hojas que no les gusta a los insectos masticadores. Además de estos preparados, es interesante saber que hay ciertas especies vegetales que ayudan a tener los ambientes sanos, la presencia de ruda, lavanda, orégano y tantas otras plantas aromáticas son barreras naturales para que los insectos migren hacia otros ambientes.
Mantener un jardín sano es un desafío, donde todos estamos llamado a colaborar, pero no a alterar el equilibrio. Busque sólo soluciones naturales que repelan los insectos y deje que la naturaleza se encargue de hacer bien su trabajo.
Tres biopreparados
Extracto de ajo: insecticida para pulgones, chanchito blanco, mosquita, trips, arañita roja. Moler 1 ajo y 4 ajíes en un mortero. Macerarlos en un litro de alcohol etílico de 90° por 7 días. Filtrar con un colador y, para aplicar, diluir 5 ml en un litro de agua. Usar cada siete días hasta que desaparezca la plaga.
Infusión de ruda y salvia: insecticida para pulgones, chanchito blanco, mosquita, trips, arañita roja. Con un mortero moler 100 g de ruda y salvia (en conjunto) y poner en un recipiente con un litro de agua recién hervida. Dejar reposar por media hora y filtrar. Diluir en 10 litros de agua y aplicar.
Solución de leche y jabón: fungicida para mildiú, oídio, roya, botritis. Mezclar 100 ml de leche con 10 ml de aceite vegetal y 5 g de jabón. Revolver hasta disolver por completo y aplicar sin diluir con pulverizador. Utilizar el preparado una vez por semana, hasta que se controle el hongo.
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