Hace un par de meses comenzó a circular, especialmente en los grupos de WhatsApp de mujeres, un audio en el que una mujer contaba que se había cambiado de Isapre y que, con ese cambio, comenzó a pagar cerca de 50 mil pesos menos al mes. “Hago este audio para que ojalá llegue a miles de mujeres, porque esta es una determinación de la Superintendencia de Salud, que el ser mujer en edad fértil ya no es un factor que pueda influir en el precio del plan. El problema es que obviamente las Isapres no te bajan automáticamente el valor del plan, sino que cada una tiene que hacer ese trámite”, decía, mientras invitaba a todas a revisar su plan. Y si bien la mujer detrás de ese audio tiene razón en que se eliminó la diferencia de sexo que había en el precio de los planes de salud privada, lo cierto es que no es tan simple como cambiarse de plan.

Efectivamente en abril de este año entró en vigencia una circular de la Superintendencia de Salud que eliminó la variedad de tablas de factores de riesgo que utilizaban las Isapres, lo que causaba que mujeres en edad fértil llegaran a pagar un 179% más que los hombres del mismo rango etario. El objetivo –según indicaron desde el Gobierno– fue terminar con la discriminación de género en las aseguradoras, ya que ahora se establece que sólo pueden distinguir de acuerdo a la edad de las personas y su condición de cotizantes o cargas, y no por el género, poniendo fin así a décadas de discriminación.

Aunque la norma comenzó hace casi seis meses, la semana pasada se dieron a conocer los resultados: el 56% de todos los nuevos contratos fueron suscritos por mujeres y las que se cambiaron a los nuevos planes comenzaron a pagar en promedio 1,6 UF menos, es decir 45.900 pesos menos que antes. El problema -y a lo que hacía alusión el audio que se transformó en viral-, es que debido a que la legislación no considera que los planes ya suscritos deban bajar sus precios, la persona que desee que esta normativa se vea reflejada en su plan debe realizar un nuevo contrato, ya sea con su Isapre o con otra.

En ese sentido, la recomendación por parte de la Superintendencia, es informarse y cotizar haciendo hincapié en que la rebaja no es automática, porque por ley los contratos de salud son indefinidos. Y entonces la manera de operar es desafiliarse o cambiarse a un plan de los nuevos que ya no tenga el factor maternidad. Natalia Bravo Peña, abogada de Abofem y especialista en derechos del trabajo, dice que si hay cambio de factores, lo correcto sería que el reajuste del precio del plan se haga automáticamente y de inmediato. “No debería ser cada persona la que le solicite a la Isapre que le cambie el plan, pero lamentablemente lo determinaron así y esgrimen argumentos que no le permiten al Estado obligar a que sea un proceso automático. Por tanto es cada mujer la que debe hacer esa solicitud”.

Deuda histórica con las mujeres

Natalia explica que “no existe y nunca existió una razón para esta discriminación. Cuando hablamos de seguridad social y en particular de temas de maternidad, apostamos a la coparentalidad. En ese sentido, por cierto que el encarecimiento de planes de salud que solo están asociados a la mujer era inconcebible, sin embargo, duró muchísimo tiempo”.

Y explica también que se trata de un tema de género, porque aquí no había un precio mayor asociado a la maternidad o paternidad, sino que al hecho de ser mujer. “Una mujer podría haber sido estéril, pero aun así tenía que pagar más por tener cierta edad en la que se espera que sea madre. Entonces, el sesgo que había no tenía nada que ver con el hecho de que nazca de mí un ser vivo, sino que con el embarazo y quienes se pueden embarazar, son solo las mujeres”.

A pesar de que por décadas desde los movimientos sociales se planteó la idea de que no había razón alguna por la que un plan femenino fuese más caro que uno masculino, nunca se hizo alguna modificación a esta norma, hasta ahora. El superintendente de salud Patricio Fernández dijo que “esto apunta precisamente a dar solidaridad al sistema, porque históricamente de cierta forma sólo contribuía la mujer en gran medida al pago del plan de salud. El hombre paga un poco más, pero menos de lo que le bajó a las mujeres”.

Natalia concuerda: “eventualmente la edad puede ser un factor, porque los jóvenes tenemos que contribuir a las personas mayores para cubrir sus necesidades y así sucesivamente. En lo etario puede haber alguna razón para tener diferencias de planes, pero en género no se justifica por ningún motivo. Y en ese sentido esta es una señal clara. El movimiento feminista ha instaurado la perspectiva de género y la no discriminación y eso ha hecho ver lo absurdo que es que existan lugares donde se discrimina a las mujeres sin haber razón para aquello. Con esto hemos empujado aún más la reja y esa es una señal vital”.