Vamos al mercado

Las ferias y mercados suelen ser lugares donde resulta fácil conocer el alma de un lugar porque ahí está expuesto lo que comen y la forma en que lo consiguen. En Israel conocimos dos mercados o "shuk", en hebreo: Carmel, en Tel Aviv (instalado en el mismo lugar desde 1920) y Mahane Yehuda en Jerusalén (data de los últimos años de la era otomana, a fines del siglo XIX). En ambos se vende de todo para abastecer la despensa y en cualquier día hay mucho ajetreo, ruido, gritos de los comerciantes y, sobre todo, muchos colores y aromas de alimentos y especias. A ambos mercados los une una característica: durante los últimos años han dado espacio a pequeños restoranes-boutique donde se puede disfrutar una cerveza artesanal o los tradicionales shawarmas y falafel, preparados con los productos del mercado en un ambiente informal. En Mahane Yehuda hay una mayor dosis de sofisticación al respecto porque junto a los restoranes y bares también hay clubes de música, lo cual lo convierte en un gran lugar para la vida nocturna de Jerusalén. Pero en Israel también hay una forma más 'occidental' de comprar y probar comida autóctona: el mercado de Sarona, en Tel Aviv, es un giro contemporáneo de los dos anteriores. Allí no hay bullicio ni gentío, sino una sofisticada oferta de productos gourmet y restoranes en un ambiente que por su arquitectura y ubicación hacen recordar ciertos barrios de Nueva York.

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El Sarona Market tiene los mejores productos gastronómicos de Medio Oriente expuestos al estilo de Occidente[/caption]

El muro occidental

Jerusalén es una de las ciudades más antiguas del mundo y tiene un significado importantísimo para el cristianismo, el judaísmo y el islam. Mientras las tres religiones conviven de peor o mejor manera, políticamente el conflicto entre Israel y Palestina, que reclaman como suyo este territorio (con la ONU en contra de Israel), se palpa en cada esquina. No hay que buscar mucho para ver militares armados por toda la ciudad. Los distintos credos, en cambio coexisten aunque no se encuentren. El Muro de los Lamentos es un ejemplo de ello. Esta pared, que formaba parte del antiguo Templo de Jerusalén, es fundamental para el judaísmo. La razón es que es el lugar más próximo al Santo Santuario, el sector más sagrado del Templo, levantado en el mismo lugar en el que, según se relata en el libro del Génesis, Abraham tuvo la intención de sacrificar a su hijo Isaac para demostrar su fidelidad a Dios. Sin embargo, entre los años 687 y 691 los musulmanes construyeron sobre esa piedra el monumento islámico conocido como Domo de la Roca, porque ellos creen que la roca que se encuentra en el centro de la cúpula es el punto desde el cual Mahoma ascendió a los cielos para reunirse con Dios.

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El muro de los Lamentos, un sitio fundamental para el judaísmo[/caption]

Las huellas de Jesús

En el territorio de Israel están ubicados lugares fundamentales para la tradición cristiana y cada uno congrega centenares de fieles que llegan a orar cada día. En Nazareth está la gruta donde, según la tradición, María recibió el anuncio del nacimiento de Jesús. En el mismo poblado está lo que se dice fue la casa de José, su esposo. En la orilla noroeste del mar de Galilea, entre Cafarnaúm y Genesaret está el Monte de las Bienaventuranzas, donde se dice que Jesús pronunció el Sermón de la Montaña. Y en la Ciudad Vieja de Jerusalén se levanta la Basílica de la Resurrección o del Santo Sepulcro. En su interior están los sitios exactos donde -según los Evangelios- se produjo la crucifixión, sepultura y resurrección de Cristo.

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La Basílica de la Anunciación de Nazareth fue destruída en el lugar donde, según la tradición católica, María recibió la visita del ángel Gabriel[/caption]

Paseo por el desierto

Al viajar por las carreteras de Israel el paisaje más común es el desierto, que ocupa casi un 60% de su territorio. Pero no son terrenos perdidos: prácticamente todas las frutas y verduras que se consumen en el país provienen de los huertos que los israelitas han cultivado en un clima hostil, sin embargo han logrado obtener cosechas abundantes de una gran variedad de productos agrícolas gracias a dos inventos de los que se sienten orgullosos: la desalinización del agua de mar y el riego por goteo.

Para ver un desierto estrictamente árido, hay que ir al Néguev, al sur del país, donde se puede ir a pasear en un tour (no se recomienda ir sin guía y menos en un vehículo no especializado). Pero aun en este lugar hay un oasis: el Parque Nacional Ein Avdat con su imponente forma de cañón.

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Cafarnaúm fue un pueblo de pescadores a orillas del mar de Galilea y también uno de los lugares elegidos por Jesús para predicar. Distintas excavaciones arqueológicas han descubierto allí edificios públicos, una iglesia bizantina, una sinagoga y la casa del apóstol San Pedro.[/caption]

Cesarea: el puerto inmortal

Ubicada en la costa mediterránea del país, a medio camino entre Tel Aviv y Haifa, está Cesarea, un antigua ciudad portuaria construida por Herodes el Grande entre los años 25 y 13 a.C. Hoy se encuentra allí un sitio arqueológico de grandes dimensiones convertido en parque nacional y donde resulta muy fácil imaginar los distintos asentamientos humanos de las civilizaciones que se establecieron allí. Baños romanos al lado de edificaciones bizantinas, una iglesia cristiana del siglo VI y los cimientos del fastuoso palacio de Herodes que hasta piscina tenía. Y bajo el mar hay más: un museo submarino que solo se puede visitar como parte de un tour de buceo a través de las ruinas sumergidas. Si bien el lugar cuenta con espacios de incalculable valor arqueológico, está acondicionado para que los turistas puedan acceder a prácticamente todos los rincones.

Akko en dos dimensiones

Cerca del puerto de Haifa está Acre o Akko, una ciudad portuaria fortificada que se levantó en un territorio ocupado sucesivamente por distintos pueblos que codiciaban su ubicación estratégica. La ciudad vieja que hoy está a la vista es la clásica urbe otomana de los siglos XVIII y XIX. Sin embargo, el subsuelo esconde otro mundo. Allí están los restos perfectamente conservados de una ciudadela de la época de las cruzadas, que se puede recorrer en un gran porcentaje de su extensión.

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La ciudad vieja de Acre o Akko, reconocida por la Unesco en 2001 como Patrimonio de la Humanidad[/caption]

Masada: en la punta del cerro

Herodes el Grande fue uno de los reyes judíos que más construcciones llevó a cabo. Una de ellas fue la fortaleza de Masada, un conjunto de palacios y fortificaciones construidas en varias etapas en la cumbre de un cerro. 70 años después de la muerte del monarca, Masada fue el escenario de la última etapa de la guerra judeo-romana. El episodio tiene hasta una versión hollywoodense y en él se relata cómo las tropas del Imperio Romano asediaron la construcción hasta que sus defensores comprendieron que la derrota era inevitable. Antes de convertirse en esclavos, decidieron suicidarse.

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En el desierto de Judea, frente al Mar Muerto, están los restos de la fortaleza de Masada[/caption]

Los libros más antiguos

El Museo de Israel no es, a pesar de su nombre, un museo judío. Sí tiene la colección de arte judío más grande del mundo, pero también hay piezas de arte precolombino y chino. Es decir, es un museo de carácter universal como el MET de Nueva York o el Louvre en París. Una ida a este lugar debe incluir una visita a su Santuario del Libro, cuya razón de ser es la preservación y difusión de los primeros siete manuscritos del mar Muerto hallados en 1947 que resultaron ser los más importantes y los mejor preservados y que incluyen los rollos bíblicos más antiguos del mundo. Entre ellos, solamente uno está completo: el del profeta Isaías que tiene 66 capítulos. "Es la Monalisa del pueblo de Israel en el mundo", dice Adolfo Roitman, curador del santuario. En la parte exterior se ven dos estructuras monumentales, una cúpula blanca y un muro negro. La oposición de colores y formas geométricas representan la guerra cósmica entre el bien y el mal de la que se habla mayoritariamente en los manuscritos que el lugar conserva.

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El bien y el mal representados en la arquitectura del Santuario del Libro (Museo de Israel)[/caption]

Atardecer en el puerto

En Tel Aviv suele estar despejado gran parte del año, lo que permite ver atardeceres en el puerto donde casi siempre se puede capturar una imagen de postal. El lugar fue remodelado y cuenta con un espacioso muelle donde se puede trotar, pescar, patinar o dar un paseo en bicicleta. También hay tiendas y restoranes, de modo que es una zona ideal para terminar el día.

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EL muelle del puerto de Tel Aviv, el paseo favorito al atardecer[/caption]