Que más del 30% de los recintos preescolares de la red estatal cierren sus puertas a las 16:30 hrs, representa un obstáculo fundamentalmente para las madres –principales cuidadoras de los hijos e hijas–, que realizan trabajo de tiempo completo. No estamos hablando de un problema de pocos, si consideramos que el 82% de la oferta actual de salas cuna y jardines infantiles proviene del Estado.
Importantes han sido las anteriores iniciativas de sala cuna universal y el reciente anuncio del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, para abordar la problemática de las salas cunas. Ambas propuestas han buscado equiparar el derecho de madres y padres trabajadores. No obstante, es fundamental que estas iniciativas contemplen también la extensión de los horarios de los recintos y de los programas “4 a 7″, para favorecer realmente la inserción laboral de la mujer que es madre.
En la conciliación familia-trabajo, se necesita un esfuerzo un poco más amplio que complemente el acceso a jardines infantiles, salas cunas y programas “after school” con flexibilidad horaria y la opción del teletrabajo. Sin perder de vista que las mamás en mayor situación de vulnerabilidad son las que menos opciones de flexibilidad tienen y por ende están sujetas a horarios más extensos, padecen mayor estrés y gozan de muchas menos posibilidades de optar por generar menos o ningún ingreso, ya que su situación económica es muy precaria.
Por eso, los proyectos mencionados tienen necesariamente que considerar una ampliación de cobertura, asegurando por un lado que exista la infraestructura para ello, y por otro que se respeten los estándares validados por la OCDE respecto a cantidad de niños por educador/a, sala, etc. Llegar fuera de tiempo con esos apoyos va a significar aún más presión a las madres en la compatibilización de su vida laboral y familiar, coordinación de traslados, destinación de recursos que no posee para complementar el cuidado de sus hijos, y una larga lista de tareas, en desmedro de su salud mental.
En Fundación Emma vemos cómo se repiten historias de mujeres que se levantan a las 5 de la mañana para dejar a tiempo a sus hijos en la sala cuna que está a dos horas de su trabajo, pagando a un cuidador/a las horas que no cubre ésta, para volver a recoger a los niños a las 20 hrs, y poder recién estar de vuelta en su hogar después de las 9 de la noche. Esto no es sólo un gran estrés para las madres, sino también para los niños y niñas de nuestro país.
Hace mucho tiempo que esto es urgente.