Paula 1189, Especial Felicidad. Sábado 19 de diciembre de 2015.
"Las personas gastan dinero que no tienen en cosas que no necesitan, para impresionar apersonas que no les caen bien". Esta afirmación, atribuida al economista inglés Richard Layard, sugiere dos cosas importantes: primero, que queremos impresionar, segundo, que usamos el dinero para lograrlo.
Impresionar busca satisfacer dos necesidades: afecto y posicionamiento. Todos los seres humanos queremos sentirnos queridos, valorados y apreciados. Ahora, si queremos impresionar o posicionarnos frente a otros, es porque sentimos que el amor es un bien escaso y, por lo tanto, estamos obligados a competir para obtenerlo. Según la afirmación que inicia esta columna, nos sentiríamos básicamente indignos de cariño, por lo que debemos hacer un esfuerzo por revestirnos de cosas o experiencias que nos hagan deseables para los demás.
Entonces, para obtener amor, no nos quedaría otra que lanzarnos a una carrera desenfrenada por ganar el dinero que nos asegure el cariño. Puesto que con dinero podremos comprar aquello que nos hace deseables para nuestras parejas, para nuestros amigos, para nuestros hijos y para toda esa gente en la calle que nos "admira" cuando nos ve en nuestro auto nuevo o, que al menos, no nos rechaza por andar en un auto viejo o con un celular de hace más de dos años. Ser querido es caro.
Sin embargo, la ciencia ha demostrado que las personas que buscan la felicidad en los bienes son considerablemente menos felices que aquellas que buscan la felicidad en vivir en coherencia con sus valores, en la expresión de sus pasiones, anhelos y recursos internos. ¿Por qué? Porque nos adaptamos rápidamente a las efímeras sensaciones que nos produce la chaqueta nueva, la cartera, el corte de pelo o el sunroof. Al acostumbrarnos a ellas empezamos a fantasear con nuevas adquisiciones, más finas, más elegantes, y las adquirimos. Pero la satisfacción dura poco y finalmente llega el momento cuando nos damos cuenta de que ya no tenemos el dinero suficiente para ser feliz.
En nuestro último Estudio Nacional de Felicidad Laboral, quisimos descubrir qué hace felices a los chilenos en sus trabajos. Lo que descubrimos es que lo que hace más felices a los trabajadores chilenos no son sus posesiones ni qué tan admirados se sienten por sus pares. Los chilenos felices en sus trabajos disfrutan los vínculos que tienen con sus compañeros y con toda la organización. Los chilenos felices en sus trabajos son aquellos que se sienten desafiados a ser creativos y a seguir aprendiendo cada día. Los chilenos felices en el trabajo sienten que el trato es justo, tanto en sueldo como en tiempo disponible para su vida privada. Los chilenos felices se sienten empoderados, porque tienen control sobre lo que hacen y pueden dar lo mejor de sí. Los chilenos felices sienten que sus trabajos valen la pena, puesto que
benefician a la sociedad.
Ninguno de los factores que determinan la felicidad laboral de los chilenos habla de los bienes materiales que pueden comprar para obtener afecto, ninguno habla de la búsqueda del placer. Todos hablan del afecto que hay por los demás y del cariño que tienen por lo que hacen, porque les entrega la posibilidad de desplegar su ser. A cambio de eso, esperan una paga justa. Y una paga justa no es lo mismo que alta o abundante.
Convertirnos en quienes somos es la más sustentable fuente de felicidad. La buena noticia es que es también la más sustentable fuente de riqueza para una organización, puesto que trabajadores felices son más comprometidos y productivos. La felicidad es un buen negocio para todos.
Sicólogo UC, máster en Sicología Positiva Aplicada, University of East London. Consultor de empresas, sicoterapeuta, coach y life coach. Profesor invitado Universidad Católica y UAI. Miembro del International Positive Psychology Association, colaborador de Action for Happiness, fundador de la Fundación para la Felicidad y Cohesión Social. Ha facilitado procesos organizacionales para empresas públicas, privadas y del tercer sector en Chile, Inglaterra y España. Actualmente es director de Japiworks, empresa que mide y gestiona felicidad laboral.