"La última vez que estuve en São Paulo fue por encargo. La revista argentina Brando me pidió, en septiembre pasado, escribir sobre la trastienda de la Fórmula 1. Debía convivir diez días junto a al equipo de la Bar-HONDA hasta el día de la carrera final, donde Fernando Alonso se coronó campeón mundial. En esos diez días volví a comprobar, con gusto, que estaba en una ciudad a escala hecatombe. Un lugar donde puedes pasar una noche en la azotea del hotel Unique, tomándome una caipirinha mientras cuentas los helicópteros que van de un lado a otro (después de Tokio, ésta es la ciudad del mundo donde hay más helicópteros privados).
Una manera de abarcar esta ciudad inabarcable es por la gastronomía. La inmigración italiana a São Paulo ha sido mucho más importante que la de Buenos Aires, y entre los restoranes de pastas un buen dato es Massimo (Alameda Santos, 1826, fono 3284 0311), el clásico italiano. En esta ciudad viven más japoneses que en ninguna otra ciudad fuera de Japón y en el barrio Liberade, donde está la colonia nipona, un fijo es Kinoshita (Rua da Glória, 168. Liberade. Fono 3105-4903/3241-3586). A la hora de buscar rodizzios en el país que más exporta más carne del planeta, se come bien en Figueira Rubayat (Rua Vitório Fasano, 61, fono 3063 3888). Una megaurbe que está lejos del Brasil de las postales de playas y carnavales, y sorprendentemente cerca de Chile: a menos de 4 horas en avión desde Santiago."