“Yo siempre quise ser médico. Cuando me preguntaban de chica ‘¿qué quieres ser cuando grande?’, yo siempre respondía ‘médico’ o ‘doctora’. No sé por qué pensaba eso, yo no tengo ningún médico en la familia, pero era algo que no salía de mi cabeza. Hasta que un día una psicóloga que recién estaba empezando la carrera fue a mi colegio a dar una charla y me dije a mí misma: ‘esto es lo mío’.

Hoy, a mis 87 años, veo muchas universidades que dan la carrera de Psicología. Pero en aquellos tiempos solo estaban la Chile y la Católica. Quedé en las dos y decidí estudiar en la Universidad de Chile.

Cuando hubo el golpe de Estado, yo me quise ir del país y tuve la suerte de que, como trabajaba en el Instituto de Psicología de Chile, había la posibilidad de irme a Francia. Tomé la decisión de hacer un doctorado en la Universidad de la Sorbonne. Yo quería saber más, porque creo que el conocimiento y la diversidad son necesarios en esta vida. Me fui para allá, ingresé al doctorado y me convertí en la primera doctora en Psicología de Chile.

En todos esos procesos, es muy importante pensar en las mujeres. Y que las que vengan después de mí nunca se olviden de algunas cosas: cuán capaces y decididas en sus acciones son.

Fue en esa época que encontré mi rumbo profesional. En la universidad, un profesor me dijo que eran las aspiraciones las que podían cambiar el mundo en materias sociales. Yo no estaba de acuerdo con eso. Para mí, que venía de un país en el que obreros, campesinos, hombres y mujeres, tenían aspiraciones, pero no habían logrado cambiar Chile, había algo que aún no cerraba en la idea de ese profesor. Hasta que un día, con una amiga francesa a mi lado, descubrí: ‘ah, ya sé. Las aspiraciones son como el joker de las cartas. Solo no vale nada, pero si va acompañado de buenas cartas puede realizar transformaciones’, pensé.

A eso decidí dedicarme: a reflexionar sobre la vida y la gestión de las organizaciones en Chile y en el mundo.

Hay una cita que dice ‘uno sabe porque nace, pero no para qué está destinado’. Esa cita es un ejemplo del propósito de las organizaciones en la actualidad. Yo me dedico a las personas y a las organizaciones, al mismo tiempo, porque estas van juntas, siempre de la mano. Hay que recordar que la primera organización siempre es la familia. Es la familia la que nos da valores, nos enseña lo que está bien y está mal, nuestra manera de vivir y la cultura misma. Hay que pensar siempre eso. ¿Para qué estamos destinados? ¿Qué queremos y podemos hacer? ¿Cómo lo vamos a hacer?

Cuando yo tenía ocho años iba al cementerio a ver a un abuelo mío y siempre escuchaba a una persona que se paseaba por ahí y decía en voz alta ‘¡qué solos y tristes se quedan los muertos!’, y luego decía ‘no, no, la verdadera muerte es el olvido’. Por eso aprendí desde chica que no hay que pasar por la vida sin dejar una huella. Lo cierto es que las mujeres siempre dejan una huella hacia quienes vienen después. Es algo que yo quiero dejar a los jóvenes.

Por eso creé el Instituto Richard Beckhard, que busca redefinir el concepto de desarrollo organizacional. También fundé una consultora que ofrece herramientas a las organizaciones para que sean sostenibles. Y el año pasado fui reconocida con el premio Carlos Fuentes Bizama 2022, que destaca a profesionales en el ámbito de los recursos humanos en el país.

Además, están mis libros. Estoy escribiendo mi tercer libro, que se centra en los fenómenos que se desprenden de la autopoiesis de Humberto Maturana y de los sistemas sociales de Niklas Luhmann. Estamos en un momento muy cambiante, y creo que los jóvenes tienen que conocer esas ideas, apostar por la colaboración, por la creatividad, la innovación a través de procesos multidisciplinarios. A eso me estoy dedicando actualmente.

En todos esos procesos, es muy importante pensar en las mujeres. Y que las que vengan después de mí nunca se olviden de algunas cosas: cuán capaces y decididas en sus acciones son; que tienen que tener u obtener confianza en sí mismas; que son muy buenas oyentes; que pueden cambiar en el diálogo o con alguna experiencia que les haga sentido; que no tememos a nada y que persistimos siempre en lo que es nuestro propósito de vida.

Mis propósitos fueron las transformaciones, los cambios, la innovación y la sustentabilidad organizacional y social a través de la psicología. Trato de estar activa y eso me llena de felicidad. Estoy, finalmente, predicando con el ejemplo, ¿no?”.