Paula 1159. Sábado 25 de octubre de 2014.

Utilizando habitaciones en tonos pastel, decorados kitsch y utilerías comestibles, la londinense Juno Calypso (25) crea un mundo bizarro en el que una mujer, que bautizó como Joyce, se muestra abatida o sobreexigida en roles cotidianos. La modelo es ella misma, caracterizada para cada ocasión. "Hablo del agotamiento profundo que nos producen los ideales de femineidad y belleza", dice la artista.

Más allá de su estética sobreactuada y evidente, la obra de la inglesa Juno Calypso destaca por su nivel de elaboración, su resultado técnico y la persistencia de su proyecto. Su trabajo no solo la llevó a exponer hace dos años en la prestigiosa galería Simon Oldfield, en Londres, cuando estaba recién egresada del London College of Communication, sino también a obtener en 2013 el Premio Catlin, que se entrega a los recién graduados en Arte más promisorios del Reino Unido.

Aunque Juno ha realizado varios trabajos en fotografía, video e instalaciones, por lejos su obra más conocida y consistente es la serie Joyce, que comenzó hace tres años y sigue en progreso, la cual ha sido publicada en algunos de los suplementos culturales y revistas más importantes del Reino Unido, Francia y Estados Unidos, como Le Journal de la Photographie, The Independent y Elephant. Se trata de un conjunto de autorretratos protagonizados por un alter ego; una mujer que asume distintos roles, exagerados en la pose y los decorados que la acompañan. La mujer tiene una edad indefinible; se rodea de pasteles de crema y telas suaves y mira con los ojos vacíos u oculta la vista, expresando el más puro aburrimiento. "Me inspiro en mi experiencia personal para realizar estudios críticos de los rituales modernos de belleza y seducción. Objetos que, alguna vez percibidos como radicales, innovadores, divertidos o nutritivos –una máscara electrónica contra las arrugas, un equipo de computadora de los 80, aceite para bebé, una lata de carne fría– se han convertido en algo triste y opresivo. Joyce se ve sola, consumida por el artificio", afirma.

Para hablar de este conflicto cultural, sin matricularse con los discursos feministas convencionales, la artista crea situaciones que oscilan entre la tragedia y la comedia. Si uno observa sus imágenes, hay un dejo de dramatismo, pero también hay ironía. "Si a Pedro Almodóvar no se le hubiese ocurrido antes, me hubiera gustado mucho llamar a este trabajo Mujeres al borde de un ataque de nervios", dice.

No solo a nivel de las ideas, sino también en la forma visual, la serie manifiesta este contraste irónico entre el rostro inexpresivo de la mujer y los entornos glamorosos, que se exageran con el acabado brillante y seductor de sus fotografías. La artista confiesa que siempre le han gustado los accesorios y disfraces y que le atrae la estética kistch, y fueron esos "placeres culpables" los que llevó a su trabajo. Muchas de sus producciones son escenografías que ella misma crea, pero también utiliza habitaciones de otra gente, a las que les añade accesorios. Hasta ahora han sido interiores pertenecientes a las abuelas y solteras jubiladas de Londres.

Lo perturbador y lo superficial, lo agobiante y lo glamoroso, lo trágico y lo cómico conviven en la obra de esta joven artista londinense. Más allá de la crítica que realiza a los rituales y cánones que se imponen como modelos femeninos, destaca por el rigor con que construye sus situaciones y la calidad técnica de sus imágenes de brillante acabado.

Juno Calypso es una buena representante de su generación, pues transita sin prejuicios entre lo documental y la ficción, utilizando indistintamente la tecnología análoga y digital. La idea del autorretrato se elabora desde el desdoblamiento: es decir, el personaje retratado es y no es ella, al mismo tiempo. Pero este recurso utilizado en función de una crítica a los roles femeninos, tiene una historia larga en el arte contemporáneo. De hecho, en una nota aparecida en el diario The Independent, el año pasado, llaman a Juno Calypso "la nueva Cindy Sherman", comparando su propuesta con la que realizó esta célebre artista norteamericana en los 80: autorretratos donde ella se transforma en inquietantes personajes femeninos que actúan escenas estereotipadas.

El proyecto Joyce sigue en curso y vendrán nuevos escenarios. "Estoy planeando unas vacaciones para Joyce. Quiero ir a un crucero o resort en alguna parte, disfrazarme y documentar los resultados con imágenes fijas y video", cuenta.