Kakebo, el método japonés para ahorrar que nos hace conscientes de nuestros gastos
Partamos de la base de que hablar de ahorrar en estos tiempos, puede sonar a privilegio. Pero lo cierto es que como dicen en Japón, cumplir con tu ikigai –o propósito personal– tiene más que ver con la organización, sobre todo cuando hablamos de gastar el dinero. Bajo esta premisa nació hace cientos de años Kakebo –en japonés significa libro de cuentas del hogar–, una herramienta que les ayuda a ahorrar, que requiere de cierta metodología, pero no necesita muchos recursos: apenas una libreta, algo con lo que escribir y, eso sí, constancia y fuerza de voluntad.
La ideóloga de este método fue Hani Motoko, considerada la primera mujer periodista de Japón, quien quiso buscar una forma de que las esposas pudiesen manejar la economía familiar eficientemente. “Aunque Japón es una cultura tradicional en muchos aspectos, el kakebo fue una herramienta liberadora para las mujeres, porque les daba el control sobre las decisiones financieras”, escribió Fumiko Chiba en su libro Kakeibo: El arte japonés de ahorrar dinero.
Los defensores de este método dicen que el hecho de sea un método manual –asegura Chiba en su libro–, te hace más consciente respecto a en qué gastas el dinero y te obliga a pensar en cuáles son tus metas para que tu ahorro sea más efectivo. Y es lo que cree la chilena Claudia Sepúlveda (38), quien conoció este método hace años, en un viaje a Japón por trabajo. Ahí alguien le habló de esto y luego ella, con el objetivo de conocer más de esa cultura que le fascina, compró el libro. “Comencé a aplicarlo una vez que terminé de leerlo y aunque algunos meses efectivamente no logré ahorrar, sí me hice muy consciente de mis gastos. Y eso me permitió, en otros meses, poder ahorrar. Finalmente, el éxito de este método versus otras aplicaciones es que te hace protagonista de la gestión de tu plata, y eso para mi fue clave”, cuenta.
¿Cómo funciona?
Lo primero es fijar la cantidad de ingresos mensuales. A estos se le restan los gastos fijos que se suelen realizar los primeros días después de recibir el sueldo, como arriendo o dividendo, cuentas, colegios. Una vez que restamos estos gastos, queda una cantidad sometida a los gastos variables y, sobre ella, debemos proponer un objetivo de ahorro.
Según este método, la clave está en dividir los gastos variables en categorías. Se pueden elegir de acuerdo a la propia economía, pero un ejemplo común es: “básicos”, que incluye comida, productos de higiene, transporte; “ocio o diversión”, aquí va lo que gastas en salir y viajar; y un último ítem que es “otros”, donde van todos los otros gastos más inesperados, desde regalos, una ida al doctor fortuita, hasta una multa de tránsito.
Lo más importante en este método, y aunque suene tedioso en un comienzo, es anotar a diario todos los gastos que generen estas categorías y vigilar que ninguna de ellas exceda una cantidad fija. La idea es al final del mes, analizar en cuál nos excedimos o cuál se lleva la mayor parte de los ingresos y, de esta manera, el foco se pone en ajustar ese ítem.
Por ejemplo: Si una persona sola cuenta con 600 mil pesos de ingresos y de esos destina 400 mil a los gastos básicos y se propone un ahorro de 30 mil al mes –no suena mucho, pero después de un año puede ser un buen aporte para las vacaciones o para los gastos de diciembre–, los 170 restantes los divide en ocio y otros, en un 50% cada uno. Si después de anotar a diario los gastos y vigilar no pasarse en cada uno de los ítems se da cuenta que superó los 170 mil de gastos variables en 20 mil pesos, entonces la capacidad de ahorro, en vez de 30 mil, fue de 10 mil. Y ahí podemos evaluar, esos 10 mil que me gasté, por ejemplo, en una salida que pude haber ahorrado ¿valió la pena?
Claudia dice que hacer ese ejercicio es interesante, porque lo que aprendió con este método es que quien ahorra no es el que gasta menos, sino el que gasta sabiamente. “El Kakebo invita a hacerse esta pregunta final: ¿vale la pena gastar en equis cosa? ¿Cómo me siento gastando en un área o en otra? Tiene que ver con detectar esas falsas necesidades que todas y todos tenemos y también aquel gasto que quizás no estaba en nuestros planes pero que fue un aporte en nuestras vidas, porque nos hizo bien, porque solucionó un problema”, explica. Y concluye: “Que tu categoría de entretención sea aquella en la que siempre te pasas implica que quizás en este momento de tu vida, eso es lo que necesitas y entonces puede ser que tu ahorro tenga que ir por otro lado. Al final lo mejor de este método es que nos hace tener conciencia de nuestros gastos y eso, además de ordenar nuestras finanzas y ahorrar, nos permite conocernos más”.
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