Kapitol: nombre nuevo, disco nuevo
Francisco Martínez, Sebastián Fontecilla, Óscar Lama y Cristóbal Vives son Kapitol (ex Coffeehouse), una banda chilena de pop rock que hace algunos días lanzó Atlas, su segundo álbum. ¿Cómo fue que un simple dúo de amigos que tocaba música ambiental en matrimonios terminó en Lollapalooza y EE.UU.?
Paula Digital.
Fue un día de invierno de 2011. Tocaron 20 minutos frente a casi mil personas en el club Amanda y, tras bajarse del escenario, supieron que era el momento de reclutar una banda oficial. Hasta el momento, los veinteañeros Francisco Martínez y Sebastián Fontecilla conformaban Coffeehouse, dupla que tocaba música ambiental en matrimonios. "Dije: 'hagamos una banda, un proyecto como corresponde'", recuerda el vocalista, Francisco Martínez. Ese mismo día se incorporó Óscar Lama como bajista y, algunos meses después, el baterista Cristóbal Vives. Así renació Coffeehouse –hoy Kapitol–, una banda que no teme mezclar guitarras eléctricas energizantes con la melódica voz del vocalista, dándole a su música un sello pop, comparable a bandas como Coldplay, Keane e Imagine Dragons. "Tocamos música para las personas, no para sus religiones y cuestiones políticas", dice Francisco.
Los tres años siguientes fueron una ola de éxitos: telonearon a Blur y Beck en el Estadio Nacional en 2013, participaron en Lollapalooza Chile 2015, y los invitaron por dos años consecutivos a participar en el South by Southwest Festival en Austin (Texas). Su primer disco Square One (2012) tuvo una excelente recepción dentro del país. "La gente de las productoras agarra a las bandas que estén haciendo cosas importantes, y nosotros nos situamos en el mapa que estaban mirando", cuenta Francisco.
En 2015, mientras estaban en Texas, tomaron una decisión difícil: cambiar de nombre. Fue gracias a la sugerencia de uno de los productores de Lenny Kravitz que rehuía de ellos cuando intentaban mostrarle su música. Una noche, Óscar (bajista) puso una de sus canciones en el celular y la acercó al oído del productor. Se le desfiguró la cara y les gritó en inglés: "¡¿Cómo es posible que se llamen Coffeehouse?! ¡Pensaba que eran como Norah Jones, y no me gusta ese estilo de música latera!". Así se convirtieron en Kapitol, un nombre que representa mejor su identidad urbana y se pronuncia bien en varios idiomas.
Kapitol ensaya dos tardes a la semana en un estudio que arriendan en Ñuñoa. Durante el día trabajan en cosas diferentes, porque vivir solo de la música les resulta imposible. "Lo que se gana se reinvierte en esto para seguir creciendo", dice Cristóbal, quien es sicólogo.
Los altibajos, malas decisiones, éxitos y frustraciones les sirvieron para componer Atlas, su segundo álbum de estudio, un disco más organizado y menos impulsivo, que está disponible en todas las plataformas streaming y cuya preventa ya se consigue por US$ 9.99 en iTunes.
Se hicieron esperar esta vez: lanzaron un single, luego otro, y finalmente el producto final. El futuro de Kapitol es incierto, pero con expectativas: Francisco dice: "Si en algún minuto la carrera o la banda requiere que nos vayamos a China, nos vamos, y si requiere que nos quedemos acá, nos quedamos, entonces no hay planes concretos más que seguir el curso natural".
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