Karla Constant al borde de los 40

Se fue a Argentina, se casó, tuvo un hijo, fue dueña de casa y se separó. De vuelta en Chile, sola y sin trabajo, pensó que no saldría del hoyo. Se equivocó. A punto de cumplir 40, dice que por fin tomó las riendas de su vida y que se aceptó. Para remate, nadie puede contra la sintonía que marca en Pareja perfecta. Aquí, Karla Constant en primera persona.




Paula 1107. Sábado 27 de octubre 2012.

El 17 de diciembre cumplo 40. Es fantástico. Me siento grande, power, realmente tomé las riendas de mi vida. Hoy puedo elegir mejor a una pareja, decir lo que quiero, sacar la voz. No volvería a los 20 por nada del mundo. Jamás.

No es fácil tener mi edad y recomenzar una vida sentimental. He fantaseado con encontrar al hombre de mis sueños, pero nada de nada. Lo más triste es que comienzas a conocer a un montón de mujeres que están en la misma. Mujeres buenas mozas y exitosas que están solas. Más difícil aún para mí, que no salgo a ninguna parte. La pregunta es: ¿dónde se conoce a un hombre?

Me demoré un año en reestructurarme después de mi separación. Fueron meses de que mi hijo estuviera con rabietas, de llorar y llorar. Estaba flaca de pena y la gente me decía "estás fea". Ahora todo está en orden.

Los hombres son iguales aquí y en la quebrada del ají. Mis amigas argentinas alegan las mismas cosas que mis amigas chilenas, la única diferencia es que las argentinas los mandan a la cresta, adónde sea. En la calle les gritan que son pelotudos, pasivos, que no se les ocurre cambiar el pañal o dar comida.

Me encantó ser dueña de casa. En Buenos Aires, casada, no trabajé durante tres años. Me duró poco la incomodidad de no aportar económicamente. Cuando me preguntaban "¿qué hacés?", yo respondía tranquilamente que era dueña de casa. Cero rollo. Muchas mujeres que conocí, sin ser millonarias, habían optado por la crianza. Esa determinación me permitió conocer a mi hijo Pedro como a la palma de mi mano. Crecimos juntos.

Ya asumí que voy a tener un hijo único. No tengo ni al papá ni la energía. Una amiga tuvo guagua a los 43 y los cinco primeros meses la vi con cara de desquiciada. Aunque uno se desquicia igual a cualquier edad. Al menos para mí, el post parto fue demasiado. Tampoco soy de las que tendría un hijo sola.

"No tengo Manager. Antes sí, pero me di cuenta de que si conocía por años a las personas con que negocio, era ridículo mandar a un tercero a hablar sobre mis platas. Tal vez podría ganar muchísimo más, quizás no soy lo más astuta, pero me siento muy cómoda pidiéndole a mis jefes un sueldo razonable. Me alcanza y me sobra. Estoy en el rango de la gente que gana bien y ya está".

Vivo con mis papás, mi hijo, mi hermana de 36 y su hijo de 17.

Necesitaba a mi familia. Además, con mis horarios de trabajo, sin una red de apoyo es imposible.

No soy una mujer ni glamurosa ni wuaw. Hay gente que ni me reconoce en la calle. Me gusta que sea así. Igual, en mis más íntimas fantasías, a veces sueño con ser la Susana Giménez: imponente, diva, en limusina y con guardias, aunque no sé si podría bancarme su vida. Más bien no. Me muero con esa exposición.

Soy muy tímida. Por eso creo que me relaciono tan bien con la tele, porque hay una cámara de por medio. Pero, además, hace que la gente se me acerque y no al revés. La tele me facilita las cosas. En mi adolescencia lo pasé pésimo debido a mi timidez. Me sentía fome y fea. Aún me siento insegura, pero he aprendido a quererme, a desenvolverme. Ahora me gusto. Igual querría tener menos arrugas, menos celulitis y la guata plana. Pero cada vez me saco la ropa con más desenfreno.

Mi vida es sencilla. Ando en un auto chocado, no vivo en una mega casa, no me compro lo más top, ni me pego viajes exóticos. Una vez una gerente del canal me dijo: "¿cuándo te vas a comprar ropa?". Puedo pasar meses con tres tenidas. Cuando volví de Argentina no tenía más que una maletita. Así y todo, sigo trabajando y soy rostro de una marca. No tengo que fingir ser otra para que me vaya bien.

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