“En caso de despresurización de la cabina, se abrirá automáticamente un compartimiento sobre sus asientos, que contiene máscaras de oxígeno. Tire de la suya, colóquela sobre su nariz y boca y respire con normalidad. Después preste ayuda a quien pueda depender de usted”. Este mensaje es parte del video de instrucción de seguridad que muestran en los aviones al momento de despegar. En esta parte suelen mostrar a una mujer que va al lado de un niño o niña y la indicación entonces, es que asegure estar bien y respirando, y luego, se haga cargo del hijo. Una analogía que la psicóloga Karin Inzunza, creadora de la cuenta @la_oveja_negra_delamaternidad usa para hablar de autocuidado. “Utilizo mucho este ejemplo con mis pacientas, porque queramos o no, nosotras debemos ser la prioridad cuando estamos cuidando de otro. Si nosotras no estamos bien, difícilmente ese ser a quien estamos maternando y criando, lo estará”, explica.

Dice además que ojalá las madres no esperemos sentir que “el avión se despresuriza” para tomar cartas en el asunto y recién en ese momento vernos y autocuidarnos. Lo que es indispensable es que se nos haga una costumbre cuidar de nosotras, y por supuesto ser cuidadas. “Este autocuidado es parte fundamental de nuestras maternidades y crianzas. Somos la fuente que da protección, cuidado, cariños, atención, preocupación, tiempo, entre otras tantas cosas. Y cuando damos lo que hemos recibido, nos vaciamos”.

Según Karin, el tema del autocuidado es un mundo, porque existen muchos niveles y formas. “Pero se puede empezar por algo. Con muchas de mis pacientas, cuando trabajamos el tema del cuidado, partimos por hacer una lista con las cosas o actividades que dejaron de hacer cuando se convirtieron en madres. Cosas que las hacía felices, que las hacían vibrar y que ya no tienen. Y es impresionante cómo, este simple ejercicio, les permite ver que se han abandonado”, cuenta. Y agrega que la mayoría de las veces ese abandono ocurre por un concepto estereotipado y errado sobre la maternidad: que las madres siempre tienen que estar disponibles para las hijas e hijos. Olvidando así, el autocuidado.

“Las madres tenemos todo el derecho a expresar, y por supuesto, a satisfacer nuestras necesidades. Parte del autocuidado es tener espacios propios, nutrirnos y energizarnos para poder entregar un adecuado cuidado y para luego estar disponibles y sensibles frente a las necesidades de las hijas e hijos, pilares fundamentales para construir vínculos seguros”, dice la psicóloga. Aclara que cosas como dormir, comer –a las horas que corresponden y la comida caliente–, ejercitarse, tener tiempo de ocio –para sentarse a mirar el techo, si se quiere– ir al baño, tomar una ducha tranquila, y todo lo que una mujer considere necesario para sentirse bien, son derechos que no se deberían perder al momento de ser madres, aunque nos han hecho creer que si.

Por eso –concluye– un primer paso hacia el autocuidado es restaurar, en la medida de lo posible, todas esas cosas que nos gustaba hacer pero que dejamos a un lado por el concepto errado que tenemos sobre la maternidad. “Todas estas pequeñas cosas que logramos volver a instaurar en nuestra vida, día a día, se convierten en una fuente de autocuidado y nos permiten conectar emocionalmente con otras tantas cosas que se necesitan en el camino de la maternidad”.