“No sabía lo que era una ironía. O sea, más o menos sí, pero a mis once años estaba tratando de descifrar las cosas sola y no andar preguntándole a los grandes. Sin internet (o sea, existía, pero a mediados de los ‘90 no estaba tan al alcance de la mano) y con pocas ganas de abrir un diccionario, mi vaga idea de lo que era una ironía era suficiente. O más bien no me resultaba indispensable conocer al detalle esa definición para cantar Ironic a todo pulmón.

Mi inglés tampoco era del todo bueno. O sea, malo-malo no era, pero con poco internet y pocas ganas de abrir los libros digamos que tampoco era tan bilingüe. Pero me las arreglaba para entender que un hombre cumplió los 98 años, se ganó la lotería y se murió al día siguiente. Entonces una ironía debía ser algo así como mala suerte. También mi rústico inglés era suficiente para entender que una parte de la canción decía que era como diez mil cucharas cuando solo necesitas un cuchillo. O sea la ironía no era solo mala suerte, además significaba algo indeseado.

A mis once años me enfermaba bastante. Nunca nada muy grave, pero cada dos o tres semanas siempre caía en cama. ¿Será esto una ironía?, me preguntaba. Mi mejor compañía era el Wurlitzer (no la máquina, el canal). Llamaba todo el día para pedir Ironic, y llegué a identificar que cada ocho o diez canciones la ponían, así que nunca me la perdía. Me gustaba el video clip. Aparecían cuatro Alanis cantando en el auto por un camino lleno de nieve. A mí me gustaba la de chaleco verde. O sea me gustaba su personalidad, pero me hacía las trenzas de la del chaleco amarillo. Bueno, la cosa es que ellas eran mi compañía. Me hubiera gustado estar en ese auto cantando con ellas. Una ironía parece que tenía cosas positivas después de todo.

Ya más grande, existiendo internet, volví a ver el video clip. No nevaba, pero pensé cumplir ese sueño de ir en un auto cantando esta canción, así que enchufé mi teléfono (ese cassette que tanto escuché ya no era necesario) y partí a dar unas vueltas. Me iba riendo de mí misma, de cuando tenía once años y no sabía lo que era una ironía. No iba nadie en el auto para reírse conmigo, como Alanis en el video. Estaba sola en ese auto”.