“Era 1977 y con apenas 15 años me había enamorado por primera vez. No fue una relación, más bien era un amor platónico. Y aunque nunca nos conocimos ni jamás supe cuál era su nombre, las miradas que compartimos fueron suficientes para conquistar mi corazón adolescente. Eran años difíciles, en medio de una dictadura y con la presión de mis padres por ser una ‘niña bien’, yo tenía la libertad de amar, aunque eso solo quedara en mi mente.

Recuerdo que hace poco nos habíamos cambiado de casa, por lo que mis padres optaron por cambiarme de colegio también. Las distancias eran largas, pero una mañana vi a un joven aviador que llamó completamente mi atención. Él era unos años mayor y yo demasiado tímida como para iniciar una conversación. Cada mañana camino al colegio esperaba a que él subiera en la parada habitual. A veces nos sentábamos juntos, a veces separados, pero creo que ambos esperábamos ese fugaz momento.

Pese a que nuestras palabras nunca se cruzaron, él me hizo sentir por primera vez mariposas en el estómago y experimentar lo que era el amor. Durante un año nuestros trayectos fueron así, llenos de ruido y nulas conversaciones, miradas y emociones. Nunca me atreví a cruzar esa larga pero angosta línea que nos separaba.

Todo se mantuvo de la misma forma, hasta que una mañana subió a la micro con una mujer y se sentó a mi lado. Nunca supe si tenían una relación, una amistad o si solo se conocían, pero eso bastó para que mi corazón se rompiera en mil pedazos. “Linda te voy a ser sincero, no estoy pensando en ti y no, no quiero lastimarte” sonaba de fondo en aquella micro. Mi corazón lastimado solo pensaba en la letra de esa canción, mientras el trayecto hacia mi escuela se volvía cada vez más eterno.

Pasó el tiempo y nunca más nos volvimos a ver. Han pasado casi 45 años y cada vez que escucho Linda lo recuerdo a él, mi primer amor adolescente. Hoy pienso en aquella niña tímida y enamoradiza de amores platónicos, aquella linda dulce e inocente adolescente, y la recuerdo con felicidad e ilusión. Desde ese momento, Linda de Miguel Bosé me marcó para siempre”.

Ximena tiene 59 años y es cuidadora.