La ciencia y los millones detrás de la belleza

¿Qué hay detrás de una crema que en promedio cuesta veinte o treinta mil pesos en farmacias y que en su publicidad promete una piel ideal? Una industria de miles de millones de dólares y un batallón de científicos que dedican días, meses, años –incluso décadas– a investigar cómo poner la tecnología en función de la belleza. Ciencia aplicada que día a día consumimos en potes de 50 ml. En Francia, Paula tuvo acceso a uno de los laboratorios más fructíferos del mundo.




La industria de la belleza es una fábrica de dinero y las cifras lo dejan claro: según un estudio publicado en mayo por la revista norteamericana Forbes, solo en 2011 el sector generó movimientos por 382 billones de dólares, 180 millones 686 mil billones de pesos chilenos. El 85% del consumo está en manos de las mujeres. La edición de agosto de la revista norteamericana WWD (Women's Wear Daily), detalla cuáles son las 100 compañías de belleza más importantes del mundo: el primer lugar lo ocupa la francesa L'Oréal con ventas de US$ 28,3 billones en 2011, seguido por Procter & Gamble, Unilever, Estée Lauder, Shiseido, Avon, Kao Corp, Beiersdorf, Johnson & Johnson y Chanel.

Lo que pocos vislumbran entre tantos millones de millones de dólares es que ese movimiento se sustenta en el trabajo de un regimiento de científicos de laboratorio repartidos por el globo, cuya misión es poner la ciencia y la tecnología en función de la belleza.

Esa silenciosa labor es la que se puede ver en Chevilly-Larue, un barrio industrial a las afueras de París, al que Paula tuvo acceso a mediados de septiembre. Allí funciona L'Oréal Recherche & Innovation, una mini ciudadela dedicada a la ciencia. Entre plazas y decenas de calles se levantan edificios antiguos y modernos. Ingresar y recorrer los laberintos de sus pasillos poblados de oficinas y laboratorios, implica someterse a estrictos controles de seguridad.

En 2010 Chile destinó US$ 908 millones a la investigación y desarrollo tecnológico; solo 15,5% más de lo que L'Oréal, la compañía que lidera la industria de la belleza en el mundo, invirtió en 2011 para financiar su centro de investigación e innovación.

En una sala de conferencias, Caroline Blatier, responsable de la comunicación científica de este gran centro de investigación, exhibe las exorbitantes cifras que dentro de la compañía se destinan a la investigación científica: 609 millones de euros -cerca de 786 millones de dólares- solo en 2011; el 3,5% de sus ganancias. Para hacerse una idea, según la encuesta más reciente de I+D realizada por el Ministerio de Economía, durante 2010 Chile gastó en investigación y desarrollo tecnológico 908 millones de dólares, equivalente a 0,5% del Producto Interno Bruto (PIB), cifra que incluye la inversión del Estado, empresas, universidades e instituciones privadas sin fines de lucro. Solo un 15,5% más de lo que L'Oréal como compañía gasta en un año para liderar la industria.

"La investigación científica es la fuerza movilizadora en este negocio. Es lo único que le permite crecer, porque es el gran motor detrás de la innovación", afirma Blatier. Con un segundo gráfico, explica cómo se organiza este gigante donde trabajan 3.313 investigadores, divididos en 21 centros de investigación y 16 centros de evaluación repartidos por Francia y sedes en Alemania, Canadá, Brasil, México, Estados Unidos, Corea del Sur, Japón, China y Tailandia, Singapur e India.

El objetivo de los investigadores es profundizar su conocimiento sobre el complejo funcionamiento de la piel –de hecho hay dos centros dedicados exclusivamente a estudiar pieles asiáticas y afroamericanas, respectivamente– y buscar activos que les permitan controlar su comportamiento. Los activos son moléculas de origen vegetal o químico que se pueden descubrir o crear y que tienen la capacidad de ejercer una acción sobre el organismo. Para descubrirlos y entender algo nuevo sobre la piel, un equipo científico puede tardar 20 años. Esta búsqueda está dividida en tres fases: investigación de avanzada, investigación aplicada y formulación.

Para hacerse una idea: diez años tardó el laboratorio de avanzada de la compañía -integrado por científicos de 30 especialidades, entre ellos químicos, dermatólogos, toxicólogos, fisiatras, biólogos- en descubrir la dermis papilar o dermis origen, la capa de la piel que concentra células específicas responsables de la regeneración celular. De ese descubrimiento salieron seis publicaciones científicas que posteriormente fueron presentadas en el Congreso Mundial de Dermatología en 2011. Una vez que el laboratorio de investigación tuvo en sus manos el descubrimiento, L'Oréal Recherche se vio en la encrucijada de decidir a cuál de sus 27 marcas derivarlo para que su respectivo laboratorio de formulación desarrollara un nuevo producto.

Para ello, además, la marca elegida tendría que buscar un ingrediente activo capaz de actuar sobre la dermis origen. La elegida fue Vichy. Entonces comenzaron las pruebas y los experimentos: su equipo, formado por 30 químicos farmacéuticos y dermatólogos, estudió 50 moléculas vegetales capaces de ejercer acciones antiedad sobre la piel y entre todas ellas eligieron la ramnosa, un azúcar de origen vegetal que se extrae de plantas que crecen en Brasil –y que entonces era desconocido en la industria– capaz de reactivar la capa de la piel encargada de impulsar la creación de nuevas células. Patentaron tanto la ramnosa como su asociación con la vitamina C. Su unión dio origen a Liftactiv, fórmula que trabaja sobre la dermis origen retardando la aparición de arrugas y aportando firmeza, y que se incluye en un sérum y en cremas de día, de noche y de contorno de ojos que en farmacias cuestan entre $ 17.000 y $ 26.000. Para proteger todo lo invertido en innovación, como compañía L'Oréal patenta sus descubrimientos: desde su fundación, en 1912, ya cuenta con 30 mil inscripciones. Solo en 2011 patentó 674 innovaciones, entre activos, fórmulas, diseño y packaging. En cada una desembolsa cerca de 103 mil dólares.

El arte de la formulación

En un sector de esta ciudadela ubicada en Chevilly-Larue se encuentra el laboratorio de formulación de Vichy, sexto en ventas del holding francés. Fundada en 1931, es reconocida como la primera marca en el mundo en desarrollar el concepto de la dermocosmética, proponiendo que la belleza de la piel se debe buscar a través de productos que velen por su salud y, como consecuencia, tengan resultados estéticos. Vichy es uno de los caballitos de batalla de la compañía L'Oréal para entrar al mercado asiático: según análisis desarrollados por Euromonitor Internacional, es una de las cinco marcas occidentales con más fuerza de ventas en esa zona.

En el laboratorio nos recibe Anne Prunel, una mujer de unos 45 años que se graduó de Biología Celular y Fisiología Animal en la Universidad de París y luego se diplomó como ingeniera en Biotecnología en la Universidad de Bordeaux. Trabaja hace seis años en Vichy y hace uno está a cargo de dirigir la creación de los productos de la marca, algo que en la industria se conoce como el arte de la formulación.

Como el acceso al laboratorio es restringido –para entrar hay que vestir delantal blanco y están prohibidas las fotografías–, los visitantes solo podemos acceder a una sección, estaciones de trabajo que son mitad escritorio, mitad laboratorio. Parecen pequeñas y pulcras cocinas equipadas con batidoras, espátulas, bol, hielo y muchos frasquitos con polvos blancos, que los formuladores, en su mayoría químicos farmacéuticos, manipulan como verdaderos chefs dedicados a la cocina molecular: mezclan ingredientes –entre ellos los principios activos– para dar con las emulsiones esperadas. Prunel nos presenta a la química que formuló Liftactiv Serum 10, uno de los más recientes lanzamientos de Vichy, quien en 30 minutos elabora una muestra del mismo gel que se vende en las farmacias como un antiarrugas de avanzada con efecto lifting duradero. Aunque la formulación suena a juntar dos o tres ingredientes, dedicarse a ella es un proceso extremadamente complejo.

Desde que el laboratorio de investigación avanzada o el laboratorio de investigación aplicada le entregan una innovación a un laboratorio de formulación, el desarrollo completo de un producto tarda entre uno y cinco años. Los estudios de eficacia y testeos en pieles sensibles –que se realizan en consultas clínicas previa autorización de un paciente, o en laboratorios de manera in vitro, es decir, experimentando sobre pieles artificiales– se llevan a cabo entre seis meses y un año antes de llegar a las farmacias. Sin embargo, dado que marketing demanda lanzamientos para alimentar de novedades el mercado por lo menos dos veces al año, el laboratorio de formulación siempre se encuentra trabajando en varios productos a la vez.

Con miras al futuro, Vichy está realizando estudios exploratorios para ver qué habitos se repirten en las mujeres. La idea es, quizás, en algunos años más desarrollar cremas que funcionen como suplementos antes las carencias provocadas en la piel por la mala alimentación, la falta de sueño o el cigarrillo.

En el caso del laboratorio de Vichy, lo más desafiante para sus científicos es trabajar en la formulación con su activo base: el agua termal que se obtiene de una fuente que brota en la ciudad que le da el nombre a la marca, ubicada a tres horas de París. Es rica en 15 minerales de propiedades dermatológicas: calcio, que protege las distintas capas de la piel; hierro, que permite la oxigenación y restauración celular; magnesio y flúor, que operan como antioxidantes; potasio, de acción hidratante; silicio y magnesio, que son regeneradores; sodio, que funciona como regulador del agua; azufre, que opera como desintoxicante; boro, que es curativo; litio y estroncio, que tienen propiedades antiinflamatorias; iones de hidrógeno carbonatado, que balancean el pH cutáneo y combaten los efectos de la contaminación sobre la piel; amonio, que permite la síntesis de los aminoácidos; e iones de fosfatos que funcionan como sintetizadores de la energía. "Aunque por sus propiedades esta agua es un regalo de la naturaleza, también es nuestro mayor dolor de cabeza, porque al venir cargada de minerales, es muy difícil utilizarla en la preparación de una fórmula: las interacciones que se dan entre los minerales y los otros ingredientes activos que utilizamos vuelven muy difícil unir en una sola emulsión la fase acuosa del agua termal con la fase oleosa propia de las cremas. Lograr esa estabilidad es un desafío", explica la química farmacéutica Nathalie Broussard, actual comunicadora científica de Vichy.

El futuro de la belleza

Los estándares de Vichy requieren de una ingeniería compleja: las cremas ya no deben estar solo pensadas para ser eficaces en un solo tipo de piel, sino que en muchas a la vez. Para ello, han debido levantar información propia de distintas etnias, cruzarla y llegar a conclusiones para desarrollar productos multifuncionales y con multibeneficios. "En el pasado las mujeres compraban una crema para las arrugas, otra para la hidratación, otra si su piel tenía manchas, pero hoy la exigencia es que los productos resuelvan varias necesidades simultáneamente. Se les exige ser multiperformance", comenta Emmanuel Pouzaud, director de marketing internacional de Vichy. De ahí que el tratamiento antiaging que la marca lanzó en junio en Europa haya sido creado bajo un concepto multirracial y de múltiples funciones. Para diseñarlo realizaron por primera vez en su historia un estudio multicéntrico que cruzó las necesidades relacionadas con la piel del rostro en mujeres de cuatro razas: latinas, afroamericanas, asiáticas y caucásicas. Su desafío es controlar la aparición de arrugas, nivelar la grasitud y evitar la aparición de manchas.

Hacia dónde se encamina la belleza de aquí a 20 años es una pregunta que a los expertos más que certidumbres, les despierta interrogantes. Por eso están atentos a todo tipo de avance científico que les permita descubrir patrones para dar respuesta a necesidades que detectan en el mercado. La prolongación de las expectativas de vida, por supuesto, representa uno de los mayores desafíos: las mujeres viven más y quieren una buena calidad de vida. Broussard adelanta que con miras a ese futuro Vichy está embarcado en estudios exploratorios para analizar comportamientos cotidianos que se repiten entre las mujeres con el fin de, quizás, en algunos años más desarrollar cremas que funcionen como suplementos ante carencias generadas por el cigarrillo, la falta de sueño o la mala alimentación, entre otros malos hábitos. No adelanta detalles. Habrá que esperar.

El viaje de revista Paula a Francia fue una invitación de Vichy.

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