En el pasado, hace miles de años cuando los seres humanos vivían en cavernas, acostumbraban a convivir con otros en tribus, en una comunidad y cuando llegaba el momento para una mujer de dar a luz, ella no estaba sino que acompañada por su gente. A través de este ejemplo es como la terapeuta perinatal de parejas, Manuela Susaeta, compara el puerperio en la actualidad, donde gran parte de las mujeres pasan sus primeros días como madres sin compañía, pues cada quien está inmerso en su propio trabajo, tareas y quehaceres. La red de apoyo para las puérperas no es como lo fue en años anteriores, y se ha olvidado lo fundamental que es y lo perjudicial de no tenerla.
Para la terapeuta, es importante entender que en el período perinatal, la mujer se encuentra en una etapa de suma vulnerabilidad en la cual le están ocurriendo cosas a su mente, cuerpo y a su lugar en el mundo que la sitúan a ella y a su bebé en un momento de mucha fragilidad, y en el cual el acompañamiento juega un rol clave. La falta de red una de apoyo, especialmente en estos tiempos de pandemia, es peligroso para un madre puérpera porque el sobre cansancio, sumado a problemas de salud mental, puede generar no sólo roces con la pareja, sino que también problemas vinculares con el bebé. “Porque yo puedo ser muy funcional, productiva y cumplir las necesidades básicas del bebé, pero probablemente voy a estar tan agotada que no me voy a vincular afectivamente con él. Cuando le de pecho no lo voy a mirar a los ojos, no voy a responder al llanto de una manera asertiva. Como no estoy descansada no puedo responder de una manera adecuada, por lo tanto se empieza a generar problemas en la madre y en los vínculos”, explica Manuela.
Y es que para que los padres puedan estar disponible y sean buenos cuidadores de su bebé, tienen que estar ellos al mismo tiempo bien cuidados. Manuela explica que esta situación es como las muñecas rusas o mamushka: en el centro se encuentra el recién nacido y sobre este, la madre, luego su compañero de crianza, las familias o amigos cuidando de ellos y sobre eso, el gobierno y sus leyes sociales que sostiene a la diada. “Hoy día existen cosas que se hacen al respecto, como por ejemplo el post natal, pero nada que asegura que durante ese período tu tengas una red de apoyo que te acompañe. Hay gente que puede pagar esas redes, ya sea psicólogos, alguien que ayude con las tareas del hogar, etc. Pero no es parte de la cultura entender que esa madre no debiese estar sola y que necesita a su comunidad a su alrededor”, comenta la terapeuta.
Cabe destacar que, en la actualidad, se ha visto cómo la sociedad ha comenzado a involucrar a los padres en este proceso en donde en tiempos anteriores jugaban un papel más pasivo. Hoy en cambio, los hombres han dejado de ser meros observadores y han comenzado a tomar responsabilidades de acompañamiento, contención, en tareas domésticas, hacer las compras y lo que esté a su alcance. Sin embargo, para la terapeuta, si bien esto es un acontecimiento que tiene que ocurrir, muchos hombres no están preparados psicológicamente para hacerlo. “Esta ocurriéndoles a las parejas que las mujeres están demandando algo que su madres jamás hicieron, se quejaban pero no lo hacían. Muchos hombres ven estas demandas como algo que les queda grande porque no saben cómo participar o entrar en escena. No ha habido una psicoeducación en torno a qué es lo que le pasa a la mujer cuando está embarazada o sobre cuáles son las vulnerabilidades que tiene en esta etapa. Hay todo una psicoeducación que el hombre debiese tener para poder participar de una mejor manera y acoger a esta diada”, comenta.
Respecto a esto, la orientadora familiar y especialista en salud mental materna, Ignacia Yáñez, explica que nos encontramos en una generación de transición donde se está empezando a introducir y a incorporar la co-parentalidad, en la cual madre y padre comparten los roles no sólo de crianza, sino del hogar, administración y otros. Y como en cualquier período de transición, hay crisis, ya que no existe un modelo o manual claro para actuar con mayor certeza, por lo tanto se aprende desde la prueba y el error. “No tenemos el ejemplo de nuestros padres y no sabemos bien cómo hacerlo y a veces lo exigimos desde la rabia y la frustración. Es algo súper posible y hay parejas que logran abordarlo. Es importante permitirse explorar qué es lo que a cada uno le acomoda”, explica.
Ignacia, a través de su cuenta de Instagram, realizó una encuesta con una serie de preguntas en relación al apoyo de las parejas durante el puerperio, entre las cuáles se destacaban ¿Te hubiese gustado que tu pareja estuviese más preparada para apoyarte durante el puerperio?, ¿Sientes que haces más cosas que tu pareja? o ¿sientes que te toca criar más a ti que a tu pareja? Obtuvo cerca de tres mil respuestas y en su mayoría se reflejaba una insatisfacción por parte de las mujeres, quienes esperaban un mayor acompañamiento de sus parejas, ya sea para ellas como en los procesos de crianza. “En este proceso de adaptación al rol de madre y ver que el resto del mundo sigue con sus proyectos, trabajos, tiempos y espacios sociales, puede generar una sensación de soledad, de que soy la única viviendo esto, por que los otros no comprenden por lo que estoy pasando”, explica.
Ignacia considera fundamental preguntar qué es lo que una necesita y responder desde la sinceridad y verdad. “Porque cuando algunas familias están abrumadas y no tienen experiencias en cuidado del bebé, emociones o lactancia, a veces cuesta mucho tomar decisiones. Lo ideal es que una nueva madre esté siempre acompañada por alguien que pueda cuidar también su sueño, porque la falta de este puede conllevar un riesgo altísimo”, comenta.
Finalmente, una madre que está acompañada tiene la posibilidad de recurrir a alguien cuando se sienta triste, sola, abrumada. Asimismo, Ignacia asegura que cada madre debiese entender que no es la única responsable del bienestar de su guagua y entendido eso, probablemente fluya de mejor manera su adaptación a su rol como madre siendo la mejor versión: descansada, pendiente, con su autoestima intacto, conectada, etc.
“Hay tantos pensamientos o creencias limitantes en torno a lo que es una buena madre, está este constructo social que una buena madre es la que se puede todo, que no se abruma, una súper mamá que es bastante inalcanzable y que es capaz de salir adelante frente a todas las dificultades, viéndose incluso bien. Esa idea de perfección termina jugando en contra, porque se acompaña de mucha frustración”, afirma Ignacia.
Por su parte, Manuela asegura que la importancia de pedir ayuda tiene mucho que ver con romper el paradigma de la culpa. “En la medida que yo me desembarazo de la culpa, de darme cuenta de que hay cosas que yo no controlo, que están fuera de mi y que por lo tanto, la responsabilidad de este niño no es solo mía. Hay una sociedad que debiera sostenerme. Hay que empoderarse, saber que como madres te mereces ser cuidada para poder cuidar a este niño. No es tu responsabilidad dar hasta que duela. Tú debes exigir lo que necesitas para poder cuidar bien”, concluye.