Según la Encuesta Bicentenario UC 2021, el 39% de las personas piensa que “la familia se descuida si la mujer tiene un trabajo de tiempo completo”. Al mismo tiempo, el 30% de las mujeres sostiene que “una mujer que trabaja es más respetable que una dueña de casa” (Encuesta Bicentenario UC, 2017), lo que sitúa a las mujeres madres en el blanco de una dualidad cultural donde trabajar le va a aportar valor personal pero al mismo tiempo la va a señalar de descuidada.
Así, nos encontramos con diversas percepciones paradójicas respecto al trabajo y la maternidad. Por ejemplo, hay amplio acuerdo (63%) en que “la mejor manera de que una mujer sea independiente es con un trabajo remunerado” (Encuesta Bicentenario UC, 2017), lo que hace todo sentido cuando de asegurar nuestra propia subsistencia económica se trata. Sin embargo, confunde cuando el 55% de esas mismas personas coinciden en que “un niño en edad preescolar sufrirá si su madre trabaja”.
La idea de que una mujer madre que sostiene su hogar o participa activamente de las finanzas de éste con su trabajo, está sacrificando de algún modo el bienestar de sus hijos/as o familia, está profundamente arraigada en nuestra sociedad, incluso más en las mujeres que en los hombres (57% versus 53%).
La expectativa entonces en torno a la mujer y a la madre parece ser distinta, como si la maternidad no fuese una dimensión más de la mujer y, por el contrario, compitieran una con la otra. Es lo que ocurre cuando la sociedad insiste en disociar ambos roles y por ende no propicia las condiciones laborales y sociales para que esa misma mujer madre que se desenvuelve laboralmente esté también en armonía y control del desarrollo de sus hijos/as. El engaño es tácitamente someterla a una decisión crucial: ser exitosa como profesional o como mamá, ambas jamás.
Esta tensión la está resolviendo la mujer prácticamente sola y lo hace con los pocos recursos que tiene, a costa como bien sabemos, de su propia salud mental. La idea de rivalidad entre ambas realidades sin embargo persiste y lo seguirá haciendo mientras no consigamos visibilizar y atender eficazmente las problemáticas en torno a la maternidad, en las que se anclan estas confusas y contradictorias percepciones.
Despojarnos entonces de estos juicios, tanto respecto de las mujeres madres que quieren -y muchas veces deben- entrar o mantenerse en el mundo laboral, como de las que optan por exclusivamente dedicarse a ejercer la crianza de sus hijos, es el principal desafío que hoy enfrentamos. La sociedad debe avanzar en la reivindicación de ambas opciones a través de una real corresponsabilidad parental y social, y apoyar a las mujeres con lo necesario, en pos de un futuro mejor para ellas, para sus hijos y para toda la sociedad.