Los estereotipos de belleza forman parte de la vida cotidiana, tanto así que a veces se usan como una unidad para medir o definir la identidad de una persona. El cuerpo ha sido un medio peligroso a través del cual se han transmitido creencias y nociones de deber ser, que cuando no se cumplen -porque en muchos casos carecen de lógica- se encuentran con comentarios del estilo “te dejaste estar”.

“Los estereotipos de belleza de las mujeres están asociados a una eterna juventud, a que no se note la edad, a cumplir con cierto color de piel, entre otras cosas. Una lógica que tiene que ver con ser y verse femenina. Y estos determinantes y exigencias sociales van teniendo una consecuencia en la vida de las mujeres”, dice Javiera Menchaca, Directora de Investigación de la Rebelión del Cuerpo. Y una de esas consecuencias, es la culpa.

“Siempre digo que es súper importante entender que las emociones cumplen una función”, explica la psicóloga clínica feminista María Jesús Godoy, y agrega: “Como la culpa que sentimos cuando percibimos que traspasamos los límites de otros o de la sociedad misma, y que tiene una función de reparación. Pero en muchos otros casos esta culpa es de auto reproche, que generalmente le sucede a muchas mujeres, y nos castigamos a nosotras mismas por lo que hacemos o pensamos”.

Para María Jesús, cuando la culpa se queda en el auto reproche está asociada a estos ideales de cómo deben ser las cosas, las cuales internalizamos desde la infancia a través de la educación o el discurso colectivo. Así empezamos con estos objetivos que, al no poder ser cumplidos, generan culpa.

También vemos la culpa desde lo más primitivo, desde una emoción mas básica que viene desde el miedo al error o al ser rechazados. “Las mujeres nos sentimos más culpables por nuestro aspecto físico o por lo que hacemos, porque la sociedad nos establece límites muy rígidos constantemente. Y esto se va sosteniendo en el discurso colectivo o en la publicidad, y el hecho de que alguien se salga de estos límites se ve como una ruptura, la cual finalmente es la que nos genera la culpa”, explica la psicóloga.

Según un estudio realizado por La Rebelión del Cuerpo, un 72% de las mujeres siente vergüenza de su cuerpo, en comparación a un 49% de los hombres, que manifestó la misma emoción. La encuesta también arrojó que el 74% de las mujeres ha imaginado que modifica alguna zona de su cuerpo. En el caso de los hombres, la mitad de ellos comparte esta clase de conductas. A la vez, 91% de las mujeres señalaron que la preocupación por su cuerpo les hizo sentir que debían hacer ejercicio, en comparación con el 78% de los hombres.

“Lo que se espera de las mujeres es bien diferente de lo que se espera de los hombres en cuanto a apariencia. Esto tiene un impacto social porque significa que -además de las barreras estructurales que tenemos las mujeres para participar en la vía pública, llevar a cabo la vida reproductiva y las jornadas laborales- somos mujeres que estamos dejando de hacer cosas por no cumplir lo que se espera”, comenta la Directora de Investigación de La Rebelión del Cuerpo.

Para la psicóloga es importante poder y saber diferenciar qué es lo que uno realmente quiere, y averiguar de dónde provienen esas expectativas finalmente. Esto porque a veces existe el sentimiento de culpa que es difícil de identificar.

Es súper importante la conversación entre mujeres para poner el tema sobre la mesa, ya que al hablar entre nosotras, nos damos cuenta de esta experiencia compartida y que todas estamos en una situación similar, y que finalmente la culpa que sentimos no es algo que nosotras generamos, sino que está respondiendo a una exigencia externa que nosotras tenemos muy internalizada. Darnos cuenta de eso nos permite diferenciarnos de aquello y hacernos la pregunta ¿realmente me hace sentido para mí? ¿Me hace sentido teñirme las canas, por ejemplo?”, comenta.

“Poder cuestionarnos estos ideales nos ayuda a iniciar un proceso de construcción y a darnos cuenta de que lo que nos exigen no es para todas y que no significa una verdad absoluta. Por eso es relevante el apoyo de mujeres y poder conversar estos temas. Preguntarnos también ¿de quién es el ideal? Porque los tenemos tan interiorizados que muchas veces tendemos a creer que es algo que nosotras queremos pero al darle una segunda vuelta, nos percatamos que es el entorno que nos exige todas estas cosas o ideales y es importante ponerle un límite a eso. Es muy difícil no caer, porque vienen los comentarios de “se dejó estar” y si yo estoy clara que es lo yo quiero, será más fácil enfrentarlo”, concluye María Jesús.