La cura del hanta

En 2014, mientras iba en la camilla a la UCI en Valdivia, Cristián Santibáñez, comerciante de leña y fisicoculturista contagiado de hanta, alcanzó a preguntar si tenía cura: "No", le dijeron. Hoy esa respuesta está cerca de ser distinta: un matrimonio de biólogos chilenos desarrolló una vacuna de anticuerpos monoclonales que lo cura. Pero falta el interés y los 1.000 millones para desarrollarla.




Texto y fotos: Roberto Farías / Ilustración: Paloma Moreno

Paula 1244. Sábado 27 de enero de 2018.

Cuando la microbióloga María Inés Barría (40) conduce por Concepción escuchando las noticias en la radio, siente una puñalada en el pecho cada vez que se menciona que hay un nuevo contagiado de hanta. Y cruza los dedos porque esa persona sobreviva a ese virus despiadado que es como una lotería: no afecta a todas las personas por igual, pero mata a 1 de cada 3 de los que se contagian.

–Somos del sur y para nosotros el hanta es algo cercano. Siempre estamos pendientes–dice María Inés Barría.

De Concepción al sur basta hacer una arqueología familiar o local y a pocas personas de distancia, hay uno de los más de 1000 casos de hanta de los últimos 25 años. Para un santiaguino, en cambio, el hanta es algo remoto, improbable, como que le caiga un piano en la cabeza.

María Inés regresó a Chile hace cinco años, luego de trabajar en el Hospital Monte Sinaí de Nueva York. Desde entonces investiga en la Universidad de Concepción una posible vacuna para el hanta y parece haberla conseguido.

–Como soy de Puerto Montt, cuando decidimos volver a Chile con mi marido (también investigador de biotecnología) nos pusimos dos condiciones: instalarnos en el sur y hacer algo que valiera la pena. Y ¿qué mejor que investigar el hanta, que se da en el sur y nos afecta a los chilenos?

El hanta es un virus coreano que se esparció por el mundo en los 50 y que se identificó en Chile en 1993, aunque hay aparentes casos desde 1975. Produce síntomas similares a una fuerte gripe que se agudizan hasta producir un colapso cardiorrespiratorio. Puede matar en solo 5 días.

En Asia el hanta afecta a los riñones. En Norteamérica, a los pulmones. En ambos casos es de bajísima mortalidad. Pero en el sur chileno y argentino, en cambio, se identificó una de las cepas más letales: la Cepa Andes. Produce afección pulmonar, a veces también renal y, sobre todo, alta mortalidad. Hace 20 años la mortalidad alcanzaba al 50%, hoy se ha reducido al 40% o hasta un 30%, dependiendo del año y de quién haga la estadística.

Además, en 2014 la infectóloga de la UC Marcela Ferrés demostró que la Cepa Andes es la que se contagia entre humanos a través del intercambio de fluidos; es decir, puede transmitirse con un beso.

–Cuando se supo, hasta el Departamento de Estado norteamericano estudió la Cepa Andes por sus posibles implicancias en bioterrorismo, –cuenta José Luis Garrido, marido de María Inés y principal investigador del proyecto. La OMS puso al hanta en sus listas de alerta obligatoria. Y desde entonces se ha reportado en Río de Janeiro y Uruguay.

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La microbióloga María Inés Barría analizó muestras de sangre de 35 personas que se salvaron de morir de hanta. Hizo un prototipo del virus y lo ingresó a las muestras de sangre de los sobrevivientes. Fue así como aisló los dos mejores anticuerpos, los que luego clonó para producir la vacuna.[/caption]

María Inés se graduó de Microbiología en la Universidad de Chile, después hizo un postdoctorado en Pittsburg investigando el desarrollo de anticuerpos monoclonales para tratar el cáncer. En 2010 hizo otro postdoctorado en el Hospital Monte Sinaí de Nueva York, desarrollando vacunas de anticuerpos contra la influenza y el VIH.

–El Hospital Monte Sinaí está en los primeros lugares  del mundo donde se han desarrollado todos estos tratamientos–­ dice María Inés.

Era el boom de las vacunas de anticuerpos monoclonanes. En términos simples: hasta entonces, las vacunas se obtenían enfermando cerdos, hámsteres o monos y extrayendo sus anticuerpos que se modificaban para uso humano.

–Gracias a las técnicas de biología recombiante, ahora podemos aislar un anticuerpo que desarrollaron los propios humanos que se enfermaron y sobrevivieron. Luego, mediante clonación, los reproducimos en grandes cantidades.

Por eso el nombre: vacuna de anticuerpos monoclonales.

El doctor Nussenzweig de Rockefeller University, desarrolló los anticuerpos monoclonales ampliamente neutralizantes para el VIH. Encontró que algunos pacientes que no desarrollaban síntomas tenían unos súper anticuerpos. Lograron aislarlos, reproducirlos e inocularlos en otros pacientes para provocar ese mismo estado. En niveles virales bajos, funcionó y son parte del tratamiento actual para el sida.

Por eso a María Inés Barría le interesan los sobrevivientes de hanta.

–Son personas que desarrollaron súper anticuerpos en tiempo, cantidad y calidad suficiente para combatir por sí mismos el hanta. En ellos está la cura contra la Cepa Andes: en sus anticuerpos.

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Hasta hoy el hanta es una verdadera lotería. Sobrevivió Cristián, el comerciante de leña y fisicoculturista. También una menuda agricultora de Challagüé, una isla frente a Chiloé, pero no su marido, un rudo buzo. Han muerto adultos, algunos muy saludables deportistas. Y han sobrevivido escolares y ancianos. Se sabe poco del porqué solo algunos sobreviven.

El contagio es un curioso proceso que ocurre en cuatro días de febriles dolores. El virus trisegmentado hace contacto con la cubierta de algunas células y en su rápida propagación el paciente comienza a sentir fiebre, dolor de cuerpo y algunos malestares estomacales. Casi nunca tos.

En medio de todo ese malestar, algunas personas generan rápidamente anticuerpos que envuelven la cubierta de glucosa del virus y en 3 de cada 4 casos, le impiden propagarse y el cuerpo se empieza a recuperar solo. Apoyado por ventilación asistida y hasta circulación extracorpórea.

–En ese momento –explica María Inés Barría– algunos enfermos desarrollan muy buenos anticuerpos contra el hanta. Otros pacientes, desarrollan muy pocos anticuerpos o muy malos; esos son los que

fallecen. Y hay personas que, incluso, desarrollan anticuerpos tan buenos que ni siquiera muestran síntomas.

–¿Y dieron positivo para el virus?

–Claro, se han reportado casos de gente que casi no ha enfermado.

María Inés consiguió a través del infectólogo Mario Calvo del Centro Hanta del Hospital Regional de Valdivia (hay centros de hanta en los hospitales de las ciudades más importantes del sur), muestras de sangre de los 35 sobrevivientes de hanta.

Reuniendo todo lo que se sabe del virus, especialmente las investigaciones de Nicole Tischler, de la Fundación Ciencia & Vida, que ha hecho grandes avances, hizo un prototipo simplificado de virus hanta –un seudo virus– y vio lo que ocurría cuando lo ingresaba a las muestras de sangre de los sobrevivientes.

–En algunos logramos encontrar hasta 1.000 anticuerpos que reaccionaron a la molécula. Gracias al modelamiento matemático en un súper computador, logramos aislar los dos mejores anticuerpos que combatían el hanta.

Bautizaron a esos anticuerpos MIB22 y JL16 y los clonaron hasta producir un cóctel o vacuna terapéutica para el hanta. La empresa Ichor Biologics, una empresa de fondos para la ciencia de Nueva York, se interesó en desarrollarla. Envió las muestras a hacer pruebas preclínicas en el Instituto de Salud Norteamericano NIH y patentarla.

–En Estados Unidos se infectaron tres grupos de hámsteres con dosis letales de hanta; el primer grupo, que no se le hizo nada, murió completo; otro grupo, fue inyectado con plasma autoinmune (el único tratamiento actual): algunos sobrevivieron o quedaron con muchas secuelas. Y, finalmente, del tercer grupo que recibió nuestro cóctel de anticuerpos, ninguno mostró ningún signo de enfermedad.

–¿Es la cura contra el hanta?

–¡Lo es! Es una vacuna terapéutica con un 100% de probabilidades de salvar al enfermo. Eso creemos o mejor, ¡estamos seguros!

Pero necesitan 1.000 millones de pesos para hacer un stock base de mil dosis.

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María Inés Barría y su marido José Luis Garrido cuentan que en abril de 2017 le pidieron una reunión mediante la ley de lobby al subsecretario de Salud, Jaime Burrows. La idea era presentarles los avances de la vacuna y que el Ministerio de Salud mostrara un potencial interés en adquirirla si se desarrollaba. Vinieron expertos de Nueva York de Ichor Biologics y miembros de la Universidad de Concepción.

–Burrows (médico pediatra, DC) estuvo solo 10 minutos en la reunión. Y la frase con que cerró no la voy a olvidar nunca: "No estamos interesados en este producto porque bajo mi gestión, la mortalidad de hanta se redujo", –relata José Luis Garrido.

Era abril del año pasado. La mortalidad del 2016 bajó a 7, de 66 contagiados, casi un 10%. Pero no era posible prever que el 2017 cerraría con la más alta mortalidad en los últimos 12 años: 24 casos.

Hoy, según los protocolos establecidos por el Ministerio de Salud, un paciente contagiado con hanta debe ser entubado, sometido a ventilación mecánica y, si comienzan a deteriorarse sus signos vitales, debe practicársele ECMO: un tratamiento de oxigenación sanguínea, que implica drenar la sangre y luego introducirla, mediante el uso de una cánula y una bomba centrífuga. Solo se dispone de ECMO en Concepción, Temuco y Santiago.

La indicación, además, autorizada por el Minsal desde el 2016, es inyectarle plasma inmune de personas que sobrevivieron al hanta y que, se supone, contienen miles de anticuerpos.

–Resulta, pero no siempre –dice el infectólogo Mario Calvo, del Centro Hanta del Hospital de Valdivia–Porque el plasma puede contener anticuerpos buenos, regulares o malos. Como no se han aislado, no se sabe. Es a la suerte.

El plasma autoinmune lo desarrolló uno de los expertos que más sabe de hanta en Chile, el doctor Pablo Vial, de la Clínica Alemana, en conjunto con la Universidad del Desarrollo. Él vio que en el virus de Junín, una enfermedad endémica argentina, la inyección de plasma de sobrevivientes dio resultados en personas contagiadas.

El Minsal destinó 182 millones de pesos para hacer 60 dosis de plasma autoinmune del virus hanta que están radicados en Temuco, Concepción y Santiago.

Desde 2016 se ha aplicado plasma en al menos 50 pacientes, de ellos solo 7 fallecieron. La tasa de mortalidad bajó de un 40% a un 27%.

–Eso en términos estadísticos suena bien –dice el doctor Mario Calvo–, pero como se trata de tan pocos casos hablamos de un enfermo y medio más que sobrevivió.

Tampoco se puede atribuir a ciencia cierta –explica Calvo– si fueron las drogas vasoactivas, la ventilación mecánica o la circulación extracorpórea o el plasma lo que salvó a ese paciente y medio. No es estadísticamente demostrable.

Incluso se ríe de un connotado emergencista que declaró no hace mucho a la televisión: "Antes los pacientes de hanta morían, ahora los tratamos en la UCI y se salvan".

–Yo soy de la idea de que hay que hacer todo lo que podamos. ECMO, plasma. Si mañana tenemos la vacuna, la vacuna, –dice Calvo.

Como el doctor Calvo es sureño, al igual que María Inés y José Luis Garrido, desde que estudiaba Medicina conoció el hanta. El primer caso positivo de hanta en Chile fue su profesora de Inglés. Después realizaba su internado en Puerto Montt cuando un paciente murió de una extraña enfermedad; después se supo que lo mató el hanta. En 1997 una prima de su mujer también murió del virus.

Por eso se sumó y coopera recolectando las muestras de sangre de los sobrevivientes de hanta en la investigación de María Inés Barría.

–Yo esperaba que el Ministerio de Salud mostrara algún interés en la vacuna, ni siquiera que comprara, o invirtiera, sino solamente que se interesara –dice María Inés Barría–. Si el Minsal no se involucra, el fármaco "algún día" lo va a sacar una farmacéutica y va a costar millones.

Y el 70% de los afectados son gente rural, de pocos recursos. Por eso María Inés Barría piensa que si la actitud del Estado continúa, está dispuesta hasta hablar con Leonardo Farkas. Otros científicos de la Universidad de Concepción le dicen: "Nosotros no hacemos las cosas de esa manera". Pero ella está dispuesta a todo.

Dice también "algún día" y suena a muy remoto, porque como este hanta letal solo se da en Chile y Argentina, no hay interés internacional por generar esa vacuna.

–Cualquier cosa que se haga contra el hanta va a ser de chilenos o argentinos –dice María Inés y recuerda cuando a última hora de postular a la universidad cambió Medicina por Biología. –Me dije: Prefiero ser científica porque quiero hacer algo que sirva a muchas personas y no solo al caso que me toque atender. Hacer algo que sirva de verdad a Chile. En eso estoy.

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