Los problemas de salud mental son un tema sumamente relevante en nuestro país, pues tenemos altos índices de trastornos tales como la depresión, junto con altas tasas de suicidios e intentos de suicidio. La respuesta de nuestro sistema de salud es deficiente, tanto a nivel de diagnóstico como de tratamiento, entre otras razones porque el presupuesto de salud asignado para estos efectos es sumamente bajo. Si bien, en los últimos años diversos organismos gubernamentales y de la sociedad civil se han movilizado por visibilizar este tema y proponer mejoras, persisten grandes desafíos, sobre todo cuando se trata de grupos de la población cuya salud mental se ve especialmente comprometida y que nos cuesta visibilizar, entre ellos, las madres en puerperio.

El embarazo y el período perinatal traen consigo importantes cambios a nivel hormonal que impactan a nivel cerebral, implicando procesos emocionales e incluso identitarios de gran complejidad. Todo esto puede ser llevado dentro de un estado de bienestar por parte de las madres, siempre y cuando no las dejemos solas y estemos atentos a sus necesidades emocionales, ya que la depresión post parto no ocurre de un día para otro, sino que se va gestando lentamente, con sintomatología que comienza a aparecer en el embarazo, y que si no abordamos a tiempo, se puede ir cronificando y afectar enormemente tanto a la madre como a su hijo o hija.

Para muchas personas resulta difícil pedir ayuda o reconocer que experimentan malestar emocional, ya que a menudo confundimos los problemas de salud mental con problemas de voluntad, olvidando que nuestro cerebro es un órgano como cualquier otro. Si a esto le sumamos la carga moral que significa en muchos espacios sociales el referirse al malestar en torno a la maternidad, es muy probable que para las madres sea aún más complejo poder manifestar que se sienten tristes, sobrepasadas, solas, y entender que esto no significa que no quieran a sus hijos/as, sino que lo que están viviendo necesita ser acogido y elaborado para que no invada toda la experiencia de la persona, en este caso la experiencia de ser madre.

Nuestro país tiene una de las tasas de mortalidad materna más bajas del mundo- lo cual es ciertamente un motivo de orgullo- pero está en deuda con la salud mental materna. Si bien existe una política pública de pesquisa de depresión post parto a través de la toma de la Escala de Edimburgo, esto no siempre trae como consecuencia un tratamiento oportuno. Es urgente que comprendamos la particularidad que implica la maternidad a nivel emocional, y contemos con más dispositivos de salud mental diseñados para las madres; pero más urgente aún es que construyamos una cultura donde la maternidad no se deje sola, avanzando en corresponsabilidad, y sobre todo donde se deje de juzgar a las madres: para que ninguna de ellas deje de pedir ayuda por miedo a que la vean llegar a un centro de atención psicológica y piensen mal de ella o por creer que ninguna de sus amigas o familiares experimenta malestar ya que nadie habla del tema. En definitiva, que ninguna madre deje de atender a su salud mental por considerar que no estar bien no es digno de una “buena madre”.

**Si necesitas apoyo psicológico, puedes llamar a Salud Responde al 600 360 7777 opción 2, a la línea del programa de Prevención del Suicidio *4141 o escribir al chat del Programa “Quédate” en www.quedate.cl