La determinación de una mujer por regalar vida
En cuanto supo que podía salvarle la vida a una persona con cáncer de sangre, Nancy Barraza dijo que haría todo lo que estuviera a su alcance por eso. Ni el trabajo ni la distancia le impidieron ser donante de células madre sanguíneas. Esta es su historia.
En una pequeña ciudad de 2.500 habitantes conocida como “La perla del litoral”, una mujer acaba de enterarse de que puede salvar a una persona. Es fin de año, se acerca la Navidad, hay mucho trabajo por hacer en Aqua Chile, la empresa en la que trabaja. Pero esa mujer no lo duda: viajará a Santiago para hacer una donación que regalará vida a un completo desconocido.
Esa mujer es la analista ambiental Nancy Barraza (29). Vive y trabaja en Puerto Cisnes, en la bahía del canal de Puyuhuapi, frente al Parque Nacional Isla Magdalena, a 196 kilómetros de Coyhaique. Y a 1.800 de la capital.
La distancia, dice, es lo de menos. “Si yo me inscribí como potencial donante, ahora no me puedo echar para atrás”.
Llegar hasta aquí
Mientras terminaba su tesis en la Católica de Temuco, Nancy donaba sangre a menudo. En ese tiempo, trabajaba haciendo investigaciones de la Universidad de La Frontera, cuya área de salud siempre hacía campañas para apoyar a distintas personas.
La joven siempre estaba al tanto de todo. Por la frecuencia que veía contenidos relacionados con salud en su celular, era común que le aparecieran anuncios o sugerencias de páginas para seguir en sus redes sociales. Fue así como descubrió, en 2019, DKMS.
La fundación se dedica a trabajar por los pacientes con cáncer de sangre, apoyándolos en la búsqueda de potenciales donantes de células madre sanguíneas.
“Me llamó mucho la atención la idea de apoyar a alguien a superar el cáncer de sangre. Entonces averigüé un poquito y me registré”, cuenta Nancy.
Al ingresar a la página web de DKMS, la analista ambiental descubrió que para donar, debía cumplir con algunos requisitos, como tener entre 18 y 55 años, vivir en Chile, gozar de buena salud y no tener algunas enfermedades como epilepsia, esquizofrenia, diabetes u otras.
Luego de eso, solicitó que le llegara un kit de registro a su casa. Este consistía en tres cotonitos que debió pasar al interior de su boca y luego devolverlos por correo a la fundación. Al recibirlo, DKMS los envió a un laboratorio donde analiza las características de compatibilidad de cada potencial donante y guarda los resultados en su base de datos.
Desde ese momento, Nancy estaba disponible para ser donante de pacientes en todo el mundo con el que resultase compatible. No es algo menor: según cálculos de la fundación, cada 27 segundos una persona es diagnosticada con alguna enfermedad asociada al cáncer de sangre. En Chile, eso ocurre cada dos horas.
Pero Nancy se registró y se olvidó de eso. Hasta hace poco. Casi tres años después de su registro.
El llamado
Un tono. Otro. Otro. Otro más. Buzón de voz.
Nancy no contestó la llamada de DKMS. Casi nunca lo hace con números desconocidos. Sin embargo, cuando recibió un mensaje diciéndole “somos de DKMS, por favor, llámanos cuando puedas”, se acordó del registro que había hecho.
“Ahí me contaron que yo era una donante compatible con una persona que tenía cáncer de sangre y me preguntaron si todavía estaba disponible para salvarle la vida. Claro que tenía que hacerme unos exámenes para verificar que todo estuviera bien, pero les dije que sí, que sin dudas lo haría”, recuerda.
Un donante compatible es una persona cuyas características de histocompatibilidad son iguales a las del paciente. Estas están determinadas por un cromosoma que se hereda en mitades de padre y madre. Eso significa que, al interior de las familias, los únicos que pueden ser 100% compatibles con los pacientes son sus hermanos. Y la probabilidad, en estos casos, es de 25% con cada hermano.
Debido a esa situación, los doctores tienden a extender la búsqueda a donantes no emparentados. Por azar genético, es posible encontrar a una persona no relacionada que comparta estas características de compatibilidad con el paciente en cualquier parte del mundo.
Actualmente, hay más de 40 millones de potenciales donantes en todo el mundo, 11,5 millones de ellos en DKMS. Aun así, hay ocasiones en que los pacientes no encuentran a una persona 100% compatible.
Por eso, Nancy sabía que haber hecho “match” con alguien era algo muy especial. Sabía que no podría fallarle.
Desde que comenzó a coordinar donaciones en DKMS, a Magdalena Reus no deja de sorprenderle el compromiso y el cariño que los donantes ponen en el proceso.
“Ha sido una linda sorpresa la gran confianza que depositan en la Fundación durante el camino que recorren para donar sus células a una persona que no conocen. Creo que es una profunda empatía por este paciente lo que conduce a que los donantes hagan un alto en sus vidas, se organicen con sus trabajos, estudios y familias y concreten este lindo proceso”, comenta.
La determinación de Nancy también le llamó la atención: “Muchos donantes hacen malabares con sus agendas para hacerse un espacio para donar. Yo quedé muy impactada del trayecto de Puerto Cisnes a Santiago y todo el tiempo que significaba en traslado. Sin embargo, para Nancy nunca significó un problema la distancia. Se notaba que estaba muy decidida a concretar su donación y con un profundo entendimiento del impacto que generaba esto en el paciente”.
Se acerca el día
Los exámenes salieron bien. Era oficial: Nancy tenía que viajar a Santiago para realizar la donación y prepararse para ella.
En su caso, prepararse significaba administrar durante días el factor de crecimiento G-CSF (que incrementa el número de células madre sanguíneas en la sangre periférica) y también organizarse con el viaje y con el trabajo.
No pudo tomarse días libres ni vacaciones, pero sí hacer teletrabajo. Eso hizo mientras viajó durante cuatro horas por tierra desde Puerto Cisnes a Balmaceda. Eso hizo en el aeropuerto. Eso hizo de manera offline en el avión. Eso hizo al llegar a Santiago. Eso hizo, incluso, el martes 13 de diciembre, durante cuatro horas en la clínica donde le extraían sus células madre sanguíneas a través de aféresis.
“Me las arreglé, porque no podía dejar de trabajar y contestar correos. Pero tampoco podía dejar de realizar esa donación”, dice Nancy.
-¿Por qué?
-Porque si yo me registré y lo hice sabiendo todo lo que venía detrás, sabiendo que hay una persona, una vida que está esperando mi donación y no lo puedo retrasar, tengo que ser responsable. Tengo que ser empática y llegar hasta el final.
Al terminar el procedimiento, desde DKMS le informaron a Nancy algunos detalles del receptor de sus células madre sanguíneas -o, como les gusta decir, su “hermano de sangre”-: es un hombre de entre 30 y 40 años que vive en Latinoamérica.
“Me emocioné mucho al saberlo, pero la verdad es que para mí, si era hombre, mujer, niño o niña, daba lo mismo. Yo lo que quería era ayudar”, cuenta.
Hoy, ya de vuelta en Puerto Cisnes, Nancy pasa los días preguntándose si el trasplante resultó bien. Si sus células madre pudieron ayudar a ese hombre de entre 30 y 40 años.
Por políticas de la fundación, todavía no es posible acceder a esa información. Mientras tanto, Nancy está ansiosa, y enviando buenas vibras a su hermano de sangre.
Al menos tiene una certeza: hizo todo lo que estaba a su alcance para regalar vida.
* Si también quieres regalar vida, puedes ingresar a la página de registros de DKMS: www.dkms.cl/registrate
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