Paula 1158. Sábado 11 de octubre de 2014.

La editorial Libros del Laurel reedita Desubicados, de la argentina María Sonia Cristoff, que narra las dificultades de vivir en clave de ficción, pasa por el ensayo, y termina en una suerte de crónica sobre una relación íntima y obsesiva con los animales. Un texto jugado que traspasa los géneros.

Acaba de lanzar en Argentina su segunda novela, Inclúyanme afuera (Mar Dulce), pero desde hace una década María Sonia Cristoff es conocida por su libro Falsa calma, que contiene crónicas sobre pueblos a punto de extinguirse en la Patagonia, donde nació en 1965. Su escritura es de una rara y muy disfrutable especie: une la pasión íntima de narrar con la reflexión cruda sobre la ridiculez del mundo, borra los límites entre la ficción, la crónica, y el ensayo, avanza a través de la sorpresa y el aprendizaje constante, con un humor sin ningún miedo para verse ni ver, y con la soltura de usar los materiales que aparezcan, de un artículo científico a una señora latera de carne y hueso.

Desubicados apareció en Argentina en 2007 y es rescatado para los lectores chilenos por Libros del Laurel (un nuevo comienzo editorial de Los Libros que Leo), que por estos días también ofrece las crónicas de otro polígrafo argentino, Pedro Mairal (El subrayador). La historia sigue los devaneos de una mujer que descubre que solo puede tolerar la "resaca existencial" yéndose a sentar a los bancos del zoológico de Buenos Aires. Desde ahí surge una reflexión profunda e hilarante sobre la relación humana con los animales, que incluye el pavor de mirar a los ojos a un espécimen y llega a la historia prodigiosa del chimpancé Cholmondeley, que fumaba y se escapaba de su jaula londinense en micro.

Además de estar pegado a la vida, desde el insomnio al llanto irracional, el libro se construye con referencias que van apareciendo como a la mano, y van desde Elizabeth Costello de Coetzee, uno de los libros con los que Cristoff dialoga tan en serio como en broma, hasta las opiniones de un cuidador mendocino sobre la bondad de las jirafas. La mujer que cuenta que no sabe qué hacer de su vida, va pensando cosas como esta: "Qué fácil sería seguir creyendo en dicotomías –esas al estilo de Descartes, digo, el cuerpo y el alma, el mundo animal y el mundo espiritual, el que piensa y el que no– y dejar que mi llamada parte animal, que a su vez las nuevas voces new age declaran 'la parte de la verdad' del instinto no corrompido, tome la decisión. Qué lindo sería. Qué difícil se ha puesto todo". Felizmente tales dificultades desembocan en esta escritura urgente que parece no tener mediaciones, y por eso fascina y estimula.