La España de Almudena Grandes
Le encantaría que la monarquía desapareciera, cree que a España hay que refundarla, piensa que Puigdemont –el destituido presidente de la Generalitat– pasará a la historia como un cobarde y traidor, y dice que se ha ido encontrando con la historiadora que es a través de su serie Episodios de una guerra interminable, cuyo cuarto libro, Los pacientes del doctor García (Tusquets), acaba de lanzar. El mismo que vino a promocionar a Chile a la Feria Internacional del Libro de Santiago.
Paula.cl
El viernes pasado la escritora madrileña Almudena Grandes (57) se subió a un avión con rumbo a Chile –donde vino a promocionar su nueva novela Los pacientes del doctor García (Tusquets) a la Feria Internacional del Libro de Santiago– sin saber qué pasaría ese día con el destino de Cataluña. Mientras volaba, el Parlament proclamó la independencia de Cataluña, lo que desencadenó que el senado aprobara la aplicación del Artículo 155 de la Constitución, con lo que Mariano Rajoy, presidente de España, decidió disolver el gobierno de Cataluña –encabezado por Carles Puigdemont– y convocó a elecciones para el 21 de diciembre. "Yo me enteré de lo que había pasado cuando llegué aquí. Hablé con mi marido en la típica llamada de 'Hola, ya llegué', y él me dijo al otro lado del teléfono: 'En este momento acaban de proclamar la independencia de Cataluña'", dice en el hotel donde se hospedará hasta este lunes, cuando parta a Buenos Aires.
Historiadora de profesión, Almudena Grandes se lanzó a la fama en 1989 con la novela erótica Las edades de Lulú, que la llevó a ganar el Premio La Sonrisa Vertical y a que la historia llegara al cine con la película del mismo nombre. De ahí tiene 11 novelas a su haber y, además de ser una de las escritoras contemporáneas españolas más importantes, se ha convertido en una líder de opinión sobre política y actualidad, lo que se manifiesta todas las semanas en su columna del diario El País. "Confieso que escribí mi columna de esta semana por adelantado, anticipando que iba a estar aquí en América y que todos me iban a preguntar por Cataluña. Les dije en el periódico que en caso de tragedia inesperada no la publicaran, pero yo creo que va a ser perfectamente posible que salga", explica. Y continúa: "En el fondo estoy muy contenta de haberme quitado del medio, porque estoy aquí", explica.
Pero igual te llamaron del diario Clarín de Argentina para preguntarte por Cataluña, parece que no logras escapar.
Yo sabía que no iba a lograr escapar, pero no es la misma presión. Si quieres que te dé mi opinión, yo creo que, aunque desde fuera de España se vea de una forma totalmente distinta, los gobiernos de Rajoy y de Puigdemont son muy parecidos. Los dos han recortado mucho con la excusa de la crisis y han sido nefastos por las medidas de reforma laboral y de falta de inversión pública que han sostenido. Creo que los dos son gobiernos muy autoritarios y que, sobre todo, se han dedicado a encubrir sus propias corrupciones.
¿Por qué las cosas llegaron tan lejos?
Es verdad que el independentismo catalán consiguió articular un relato publicitario espléndido. Es una obra maestra de propaganda lo que han hecho, y el gobierno español le ha negado la importancia hasta el último momento. También es verdad que ese relato tan admirable es un cuento de hadas. No tenía ni un viso de realidad, ha sido una gran mentira que logró cautivar a mucha gente. A gente incluso muy formada culturalmente. Ese relato se vino abajo en el momento en que los independentistas se tropezaron con la cruda realidad. O sea, ganaron montones de adeptos y sacaron un resultado muy bueno en las elecciones a base de repetir que la UE no iba a echar a Cataluña, que los bancos no se iban a ir, que la economía catalana no iba a sufrir, que todo iba a ser estupendo, que todo iba a seguir siendo igual, excepto que ya no iban a tener que aportar dinero para las regiones pobres de España y todo el dinero suyo lo iban a disfrutar ellos. Básicamente ese fue el eje del relato. Un relato que se desmoronó antes de que se declarara la independencia. Las empresas empezaron a huir y la UE comenzó a decir que no quería saber nada de ellos.
¿Qué motiva a Puigdemont?
Es una cosa muy misteriosa, si quieres que te diga la verdad, él siempre ha sido independentista. Parece ser que lo que le impidió convocar a elecciones fue que, cuando Barcelona estaba llena de gente gritando por la independencia, no quería quedar como un traidor, pero tiene esa batalla perdida. Va a pasar a la historia del independentismo como cobarde y como un traidor y no tiene escapatoria porque el día de proclamar la independencia catalana era el 10 de octubre. Ese día él no tuvo valor para hacerlo, y a partir de ahí todo lo demás que ha hecho es poner parches. En las últimas semanas Rajoy ha tenido mucha paciencia. Le ha dado a Puigdemont muchas oportunidades.
¿Es bueno o malo que Rajoy le haya dado tantas oportunidades? Porque se ha dicho que reaccionaron muy tarde.
Yo creo que Rajoy tendría que haber reaccionado mucho antes. Se tendría que haber convocado a un referéndum legal hace mucho tiempo, pero cuando la situación llegó al 10 de octubre, creo que Rajoy se cargó de razón dándole tantas oportunidades. Ha sido habilidoso. Y lo ha sido también fijando elecciones para el 21 de diciembre. Eso creo que ha sido un rasgo muy inteligente porque el independentismo ya estaba contando que la autonomía catalana se iba a paralizar, que España quería quedarse con Cataluña, que iban a mandar a un virrey, que iban a perder la autonomía. En verdad convocaron a elecciones para dentro de nada, lo cual es inteligente. Esto ha sido como una especie de enorme pelota de pimpom que ahora vuelve a tener Puigdemont porque tiene 10 días para decidir si va a las elecciones solo o en coalición, y tres semanas para presentar listas. Tienen que decidir si participan en las elecciones, lo cual es reconocer implícitamente que el Artículo 155 es legal y que son elecciones legales. Si no participan en las elecciones, se conforma un parlamento sin independentistas. Están entre la espada y la pared.
¿Tú crees que finalmente va a correr sangre?
A mí me gustaría que no, porque me parece que no tiene ningún sentido. Puigdemont ha insistido mucho esta mañana (sábado) en que la respuesta tiene que ser pacífica, pacífica, pacífica. Ha insistido tanto que yo me he asustado un poco. La gran incógnita es ¿llegaremos al 5 de diciembre, cuando arranca la campaña electoral, sin violencia? ¿Tendría sentido evitar el Artículo 155 si luego te vas a presentar a las elecciones? Es una partida de ajedrez bastante envenenada.
Son los mismos catalanes los que están divididos entre ellos.
Claro. Lo que quizás aquí no se ve bien es que esto es un conflicto catalán, no español. No lo es y no lo ha sido nunca. La sociedad que se ha fracturado es la catalana. En el resto de España la gente puede tener opiniones diversas, pero no hay ningún conflicto. Ahora mismo en Sevilla, en Valencia, en Bilbao, en La Coruña, en Madrid, la gente está haciendo su vida, saliendo a la calle, haciendo comidas familiares, y quizás discuten de política, pero no hay fractura de ninguna clase. Es más, ahora mismo, entre Cataluña y el resto de España hay mucha menos tensión que entre Cataluña y Cataluña.
¿Qué crees que va a pasar?
No se puede saber. Se puede dar la paradoja de que el final del proceso se acabe con las expectativas electorales del independentismo para una generación. Pero en esa situación, también se puede dar que el independentismo radical se radicalice más todavía.
¿Crees que en algún punto los independentistas tienen algo de razón?
Si esta rebelión catalana sirve para que tengan un concierto, me parece absolutamente injusto, aparte de que abrirá la puerta de que haya otro montón de independentismo porque ya sabrán el camino. Yo creo que esto se trata de aceptar que el régimen del 78 ha caducado, que la Constitución del 78 ya no es válida, que hay que replantearse España, hay que refundar el país, y más que repartir ventajas fiscales, lo que hay que hacer es refinanciar el Estado. Entonces, si al final todo este tema de la independencia de Cataluña sirve para que ellos vivan mejor que los demás, no estoy de acuerdo. No me parece justo.
¿Se tiene que acabar la monarquía?
Yo no digo "se tiene". A mí me encantaría que se acabara la monarquía. Me parece que cuando caiga el régimen del 78 sería bastante lógico que cayera, pero no sé ni cuándo, ni cómo, ni qué va a pasar.
Pero tiene todo un simbolismo.
De que ha sido simbólica lo ha sido. Hasta ahora. Pero yo creo que el rey se ha equivocado mucho. Ha tomado partido en esta crisis. El rey hizo una intervención en la tele asumiendo la postura del gobierno y no tenía por qué, porque los independentistas catalanes siguen siendo ciudadanos del Estado español. No tendría que haber tomado partido. Yo creo que ahí el rey se equivocó mucho.
¿Por qué te interesa ser una voz en España a través, por ejemplo, de tus columnas en el diario El País?
A veces tengo la sensación de que en España mis columnas sobre el tema catalán han tenido tanto éxito porque hay mucha más gente que está huérfana de opción política. Yo escribo diciendo "me siento sola" y luego resulta que no debería sentirme así porque hay mucha más gente a la que le pasa lo mismo que a mí. Ahora, cuando estoy escribiendo novelas, escribir columnas es un horror porque lo único que quiero es meterme en mi novela. Pero cuando no, las columnas me permiten mantener mi contacto con mis lectores y opinar en público, lo que es un privilegio.
Y justamente por estos días, Almudena no está escribiendo, está promocionando su última novela Los pacientes del doctor García, el cuarto libro de la serie Episodios de una guerra interminable que se sitúa desde la dictadura franquista en 1939, cuando acaba la Guerra Civil, hasta el año 1964. En total, serán seis los libros que podrían concluir en el año 2020.
Estás en el cuarto libro de la serie Episodios de una guerra interminable, ¿se te ha hecho muy interminable escribirla?
No. Yo he vivido este proceso como un privilegio. Para mí, escribir esta serie ha sido algo estupendo porque me ha permitido conquistar el sueño de casi cualquier escritor, que es explotar una mina que no ha explotado nadie. Había historias que prometían una novela detrás y yo las fui coleccionando. Me di cuenta de que los españoles vivimos encima de una mina de oro. Hay un montón de historias increíbles que no se han contado. Además, esta serie me ha dado la oportunidad de satisfacer un impulso político y moral, de dirigirme al lector español contemporáneo y decirle: "mira, aunque tú no lo sepas, en España vivieron personas que hicieron cosas y las hicieron por ti, para que tú vivas en una democracia, para que tengas libertades, para que tengas derechos". No se me ha hecho pesada, al revés.
¿Te reconciliaste con la historiadora que eres?
Realmente a mí la vida me ha puesto en mi sitio, que es lo que suele hacer la vida con los seres humanos. Cuando yo estudié Historia creí que me había equivocado de carrera. Pensé que no me iba a servir para nada. Sin embargo, si yo no hubiera estudiado Historia no podría escribir estos libros. Más que reconciliarme, he conseguido escribir estos libros gracias a la historiadora que pude haber sido.
El libro que la trajo a Chile narra la historia del doctor Guillermo García Medina, quien en 1946 pretende infiltrarse en la organización clandestina liderada por la mujer alemana y española Clara Stauffer, que se dedica a proteger a criminales de guerra prófugos de Tercer Reich.
¿En tu novela quieres poner en relevancia la salida de los nazis a través de España hasta Argentina?
Es el hecho histórico en el que se basa el libro: la existencia de una red de evasión de criminales de guerra, de nazis perseguidos por la justicia aliada que funcionó en Madrid desde 1945 hasta 1955, cuando acaba la primera presidencia de Perón, aunque su directora, Clara Stauffer, siguió haciendo el mismo trabajo. Se trata de una mujer muy singular, un personaje real del que yo me apropio y trato como a un personaje de ficción. Clara fue lo que me empujó a escribir esta novela porque es un personaje muy extraordinario.
¿Incluir tantos hechos históricos es una doble dificultad para escribir?
Mis novelas sí son históricas, aunque se escapen de lo normal, del género. Son basadas en hechos reales, pero también son políticas. Los pacientes del doctor García, en buena medida, es una novela de intriga y es una novela que habla de cómo es la vida cotidiana en el Madrid de la posguerra, pero también en el Berlín de la posguerra mundial. Son novelas que escapan de una etiqueta exacta. Para mí eso no es un problema. A mí eso me gusta. Creo que para escribir novelas como estas, que son de ficción basadas en un hecho real hay que conquistar un equilibrio casi primoroso entre la libertad de la creación y la lealtad a la historia. Un escritor siempre tiene que sentir libertad para crear un mundo porque si no se siente libre es incapaz de crear un obra que merezca la pena.
*Los pacientes del doctor García, Almudena Grandes (Tusquets). $23.900 en las principales librerías del país.
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