Paula 1150. Sábado 21 de junio de 2014.

A los 18 años, "el joven Murray", como lo apodaron entonces, mandó un mail a varias productoras: "Me ofrezco de suche a cambio de nada, para hacer lo que sea". Así partió, trabajando gratis como asistente o coordinador de producción, paralelo a sus estudios de Dirección Audiovisual en la Universidad Católica. Ahora, que tiene 28 años y tiene a su haber una premiada película, Manuel de Ribera (Mejor película en Sanfic 2010) y la creación hace 3 años de la reconocida Fundación Mapa Fílmico de un País (MAFI), es uno de los cineastas con mayor poder de convocatoria de su generación, destacado por liderar proyectos fílmicos colectivos que han ido creciendo en envergadura, como el documental enfocado en las elecciones presidenciales 2013 Propaganda. Para este filme, del que fue director general, convocó a profesionales de trayectoria reconocida en la industria, como la montajista Andrea Chignoli, y a un grupo de 16 realizadores jóvenes que durante toda la campaña electoral se desplegaron por el país a cubrir los eventos de los candidatos. Un trabajo coral unificado por el mismo formato creado en MAFI: planos con cámara fija y sonido directo, que ganó el premio del jurado en el prestigioso festival Visions du Réel, en Suiza, y ahora está seleccionado en la competencia nacional de FIDOCS. El filme revela momentos incómodos y punzantes que ocurren en la trastienda de las campañas, a un costado de las cámaras y los discursos oficiales. "Era una gama súper amplia de imágenes y el desafío era cómo poder armar una película coherente y que tuviera un valor como obra total. Y miro para atrás muy emocionado y sorprendido porque ese sí era un proyecto que podía fallar", dice Christopher Murray.

Era riesgoso en ese sentido. ¿Cómo unificaron criterios?

Había una base estética definida, este formato que habíamos cultivado con MAFI y que pusimos a disposición de algo más complejo como la película. También compartíamos una hipótesis sobre la que trabajamos, y nos permitió mantener claro nuestro foco al cubrir tantos eventos: la innegable fractura entre el sistema político y la ciudadanía. Nos parecía interesante abordar esa tensión, que muchas veces se vive, no desde un activismo político, sino que desde la apatía. Ambas están en la película: la apatía del que no se interesa porque ha vivido una despolitización o una desilusión, o el que por esa misma desilusión sale a protestar.

¿Por qué decidieron abordar ese fenómeno desde las elecciones?

La idea comenzó a fraguarse en enero del año pasado con el equipo de MAFI. Justamente porque sentíamos que el proceso era demasiado evidente y venían unas elecciones que son un fenómeno país, que involucran a todo el territorio durante un año. Nos pareció un espacio muy atractivo de registrar y dar cuenta de esta fractura entre el sistema político y la ciudadanía, en una instancia donde ambas tienen que encontrarse obligadamente. La película tiene momentos de humor y otros muy dramáticos. Sabíamos que no iba a ser una película de chascarros. Es una mirada crítica que busca remover, provocar, si no uno se ve envuelto en obras complacientes que solo reafirman lo que existe. Queríamos llamar a reflexionar respecto a cómo se está haciendo la construcción del relato político.

¿Qué sensación te produce esa brecha que ves entre la ciudadanía y la clase política?

Creo que estamos en el momento oportuno de empezar a reaccionar. Se llegó a un momento límite y eso me produce una expectación sobre cómo se va a conciliar esa tensión. De hecho, en Propaganda aparece harto eso, un Chile dormido, entre el miedo y los traumas del pasado, que recién está despertando. Por eso, el ingreso de los movimientos sociales al Congreso es tan importante, porque no se quedó solo en la protesta, sino que ha logrado tomar espacios y tener ahora a la clase política debatiendo temas estructurales.

Mira aquí el trailer de su premiada película, Manuel de Ribera (Mejor película en Sanfic 2010) y el trailer de Propaganda, que compite por el premio al mejor documental nacional en FIDOCS.