Paula 1180, Especial Aniversario. Santiago 15 de agosto de 2015.
Gabriel Boric, diputado, 29 años
"Crecí en Punta Arenas, frente al estrecho de Magallanes, experimentando, como todo magallánico, un aislamiento y abandono por parte del resto de Chile, que se traduce en asuntos cotidianos como el elevado precio de algunos alimentos de primera necesidad y que no lleguen algunas frutas como la chirimoya, la sandía, la papaya y el melón, que recién conocí a los 18 años en Santiago. Hace muy poco, las típicas promociones de productos que aparecen en radio y televisión jamás incluían a Magallanes; todas eran de Arica a Puerto Montt. Para qué hablar de la oferta cultural; una banda recorre Chile, pero jamás llega a mi región. Vivir en ese contexto ha generado un enojo colectivo hacia el norte, porque no solo nos sentimos lejos de Santiago, sino de todo el país. Es por eso, también, que tenemos una fuertísima noción de pertenencia, de reconocernos en el otro, y de fraternidad que, en mi caso, se ha traducido en mi carácter duro y crítico, y en mi total compromiso por trabajar por mi gente.
Esa determinación que tomé tempranamente, cuando me fui a estudiar Derecho en la Universidad de Chile, también está marcada por lo que todo magallánico vive en caso de querer desarrollarse académica y profesionalmente: desde que tienes uso de razón sabes que tendrás que irte y con eso dejar a tu familia y a tus amigos, los almuerzos diarios en la casa, poder caminar a todas partes, dejar la bicicleta apoyada en cualquier lugar sin necesidad de un candado, ir al mismo cine que todos y al mismo bar que todos, sin esas diferencias sociales que se ven en Santiago. Y tanto valor tienen los que se van de Magallanes, como los que se quedan para, a pesar de todas las dificultades, desarrollar allí su oficio, profesión o arte.
El paisaje también marca y en mi región tenemos mar, montañas, islas, lluvia, nieve y viento. Y está el frío, que hace que los magallánicos seamos cariñosos, que nos guste aclanarnos, invitar a las casas, compartir. Es gracias a ese frío que soy cálido y odio el calor, tanto, que si estoy lejos, sin importar la época del año, duermo con la ventana abierta para tener conmigo parte de ese frío que me tranquiliza. Entonces, si tuviera que definir en una palabra a los magallánicos, diría que somos resilientes. Somos fuertes".