La gran nada

Columna de María Paz Rodríguez (@soylaro), autora de la novela Mala Madre y El gran hotel.




Paula Digital.

Apago la tele, pongo modo avión en el celu y cierro la tapa del tablet. Sí, para las votaciones electorales de Chile y de otros países me gusta ver tele durante muchas horas seguidas y, a tres pantallas, tomar el pulso de lo que está pasando en el mundo (también me pasa con los desastres naturales, guerras, atentados, algún evento histórico o catastrófico que quiero registrar mentalmente). Bajé a la cocina y le dije a mi marido: "te has dado cuenta de que vivir y ser adulto es como nada. Avanzar y nada. Pasan los días, logramos cosas, nos ponemos metas, seguimos, llega el fin de semana, nos emborrachamos, dormimos hasta tarde, nos arreglamos, nos compramos más cosas y luego lunes de nuevo y nada" (sí, las elecciones Trump/Clinton me dejaron en un estado vagamente existencial y sobre todo de un extrañamiento con la vida). Y él, acostumbrado a mis arranques me mira con cara de ¿michelada?, y prepara dos vasos con sal y limón. Ya sentados en el comedor le dije que a veces sentía que los años no eran más que una decena de cumpleaños de mis seres queridos, uno que otro logro o publicación, trabajos más/trabajos menos, alguna desgracia ajena o propia, alguna causa que me encauza durante un tiempo, algún propósito que se va desinflando con los meses y de pronto llega diciembre, nos volvemos locos con el calor y con las compras y se acaba. Se acaba ese tiempo que siento que cada vez pasa más rápido.

Algunas personas me dicen que los hijos llenan el vacío, y sí, seguramente la experiencia de criar debe ser algo que te llene de sentido. Pero también creo que esta "nada" no tiene que ver solamente con las emociones. Recuerdo que en la película La historia sin fin, el personaje malvado se llamaba La Nada y este, se iba apoderando de Fantasía sumiendo todo en la oscuridad. Si miro mi vida todo está bien, en orden, soy feliz, me digo; me despierto todos los días con una sensación de satisfacción y desafío, sin embargo, una vez que supero lo que me propongo, ya no siento nada. No pasa nada. Nada cambia. Aparece esa "nada" de la película y con garras y dientes, se aferra a mi estado natural. No se confundan, no es pena, ni depresión ni siquiera malestar lo que me pasa.

Escribir es, tal vez, uno de los pocos momentos en que no pienso en otra cosa que lo que estoy haciendo. Escribir es el minuto del día en que adquiero "algo" de sentido, entonces, al menos en mi cabeza, hay "algo" que tengo que resolver, pero esto es un quehacer; uno que en cierta forma me consume, pero sigue siendo un trabajo. Tiene que haber algo más que este devenir de fechas y momentos que pasan y solo pasan, pienso. Tiene que haber algo más que esta gran evasión enfocada en lograr, consumir y mirar fotos ajenas. Y ahí pienso en el futuro. Ese futuro que siempre trae posibilidades, pero que al final es pura proyección y, por ende, tampoco es real. Pienso en otras épocas donde los ideales y las causas eran lo que movía a la gente y lo que silenciaba, por un momento, esa nada de la que hablo. No soy religiosa. No creo en ninguna iglesia. Creo en la energía y sería; una suerte de misticismo tan vago como creer en la fuerza de la Guerra de las Galaxias.

Mi marido que es como Yoda, me escucha, ya ha terminado su cerveza y yo apenas empiezo la mía. No ha dicho nada en todo este rato. Pero agrega a mi reflexión que a él le pasa lo mismo, que él entiende, cree, exactamente lo mismo que yo. A veces, cuando estoy jugando con la Ana Gabriel después de regar, dice él, siento algo que me gusta. "Te miro desde el jardín mientras hablas por teléfono en el living con alguna amiga y siento que estoy donde tengo que estar", dice él. "Le trato de enseñar a la perra a no morderme los pies y a sentarse, le doy una galleta de premio y ella aprende y creo que eso es suficiente para hacerme el día", dice él. Todo es pura evasión agrega como para que yo no me sienta tan mal, tan negativa, pero nos miramos y sí, hay alguna clase de respuesta en su reflexión. La nada disminuye un poco aquí adentro.

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