Hay algunos adultos que tienen la idea que los padres y madres de hoy escuchan mucho a sus hijos. Otros, consideran que los niños y niñas deben obedecer, teniendo una actitud condescendiente a todo lo que impongan sus progenitores. Hay algunos que creen que hasta cierta edad no se tiene plena conciencia de lo que se quiere, por tanto, se debe decidir por ellos. Y hay otros que teniendo una conducta absolutamente contraria, escuchan y toman decisiones basándose casi en un 100% en lo que sus hijos e hijas expresan. ¿Cómo debemos escuchar a nuestros hijos e hijas? ¿Los estamos escuchando mucho? ¿Será que no debemos estar tan atentos a lo que nos quieren decir y decidir por ellos/ellas? ¿Qué debemos escuchar y cómo? Hasta cuándo y cómo debemos escuchar a nuestros niños y niñas aparecen como inquietudes frecuentes.
Sí debemos escuchar a nuestros hijos e hijas. Son personas que, independiente de su edad, tienen necesidades y un punto de vista que debemos tomar en cuenta. El hecho de que sean pequeños no los invalida como seres pensantes y sintientes, seres que tienen una aproximación al mundo y perciben sus estímulos de determinada manera. Escucharlos nos permite conocerlos, indagar en su mundo interior, en sus miedos, en su personalidad, carácter, expectativas, requerimientos, entre otros aspectos. Como adultos debemos estar disponibles y atentos a lo que quieren expresar y a eso que no han dicho. Generalmente estamos más concentrados en lo que las personas nos expresan, pero olvidamos poner atención a aquello que no están diciendo, que es igual de importante.
Que los niños y niñas se hagan escuchar por sus padres no los convierte en pequeños tiranos dominantes. Ese temor que algunos adultos pueden tener, solo sucede cuando confunden el escuchar con hacer lo que ellos o ellas quieren sabiendo que no es lo mejor para su desarrollo o persona. El problema no es escuchar, el problema se genera cuando nosotros, sus cuidadores, dejamos de evaluar conscientemente cómo lo expresado por ellos se debe incorporar en decisiones o cambios. A veces como padres y madres terminamos haciendo lo que ellos o ellas quieren por cansancio o enojo, pero eso no tiene relación con la capacidad y la importancia de entregar espacios donde se puedan expresar, sino más bien con nuestras propias habilidades parentales y emocionalidad interferida. El que se ceda frente a la insistencia de los hijos e hijas no es sinónimo de una escucha activa y asertiva, sino es dejar de ejercer nuestro rol, ya que a veces el escucharlos puede significar no hacer lo que ellos o ellas expresan o piden. Escuchar no es significado de hacer lo solicitado.
El hasta cuándo escuchar no tiene límites. Es importante generar momentos para que las niñas y niños puedan expresar libremente sus emociones, pensamientos, ideas, puntos de vistas. Debemos interesarnos en lo que quieren decir, ser capaces de atender no solo a sus palabras, sino a sus gestos, movimientos, tonos porque eso nos dará información sobre ellos y ellas.
Podemos como familia hacer turnos para hablar, buscar momentos que permitan concentrarse y no estar apurados, pero que sientan que sí estamos interesados en lo que quieren decir. Este intercambio también permitirá que desarrollen habilidades de comunicación, donde se les puede mostrar que hay ciertas posturas, tonos, movimientos que se pueden interpretar de una manera distinta a lo que ellos realmente quieren decir, generando en los receptores diversos efectos. O al contrario, motivarlos a seguir con esa forma de comunicarse ya que es asertiva y genera un espacio de intercambio de ideas de manera respetuosa, generando un diálogo que alimenta ambas miradas.
Escuchar a nuestros hijos e hijas no solo muestra una actitud de interés por su mundo interno, pensamientos, emociones, también es un momento de aprendizaje de estrategias para comunicarse con el mundo. Nuestra conducta es tremendamente relevante, ya que será modelo para ellos y ellas de habilidades comunicacionales. Finalmente, escucharlos no es sinónimo de hacer lo que ellos o ellas quieren, pero sí tenerlos en consideración para tomar decisiones acordes, pensando siempre en su bienestar y desarrollo.
Josefina Montiel es psicóloga clínica. Instagram: @ps.josemontiel