Mis papás son abuelos y a ratos me cuesta pensarlos en ese rol, porque para mí siguen siendo mis papás. En estos días en que no hemos podido verlos, comienzo a sentir un huequito en el corazón, como si algo faltara. Y aunque intentamos conectarnos con ellos y estar presentes emocionalmente, la distancia física empieza a sentirse  en la piel. ¿Cómo será para mis hijos esta distancia con sus abuelos? ¿Cómo lo estarán viviendo mis papás?

Más de alguna vez mi mamá me ha comentado que el mejor rol que le ha tocado vivir es ser abuela. Ser abuelos los conecta con la máxima libertad de amar, lejana a una de las tareas más difíciles de ser padres que es normar, educar y contener. Para ellos la vivencia es simplemente puro amor y entrega, llena de libertades. Ellos ya educaron, ya normaron y ya pasaron por la tarea de ser padres. Y por eso se entregan a sus nietos con la libertad de poder acercarse desde otra vereda. Una llena de juegos, compañía, contención y regaloneo.

Muchas veces he escuchado la frase "los abuelos no retamos", "los abuelos podemos regalonear todo lo que queramos". Y aunque a ratos me parezca tremendamente injusto, los envidio un poco de poder amar desde esa libertad, sabiendo que otros se están haciendo cargo de la parte más desafiante de criar. La verdad es que espero poder también tener esa oportunidad. Sin duda, los niños que tienen a sus abuelos cerca y presentes tienen el tremendo privilegio de tener otra figura de amor más en sus vidas. Tener abuelos presentes, conectados y llenos de amor para entregarles es una fuente de cariño incondicional que les regala a nuestros hijos la certeza de que sin importar donde estén o de si están lejos físicamente, siempre los tendrán ahí.

Según la Asociación Estadounidense de Psicología, está comprobado que la presencia de los abuelos en la vida de los nietos es simplemente fundamental para su crecimiento y bienestar emocional, además de cumplir un rol irremplazable en la vida de ellos. Los abuelos son un pilar fundamental de sabiduría, les regalan a nuestros hijos otro modelo adulto a seguir, les enseñan a través de sus experiencias de vida y son una fuente inagotable de historias y entretención. Con ellos la conexión es lúdica y diferente, porque ya se sienten libres de las responsabilidades de antaño con nosotros, sus hijos.

Mientras nosotros como padres vivimos más atareados con todas las responsabilidades propias de tener una familia, los abuelos aparecen como una figura de alivio, que nos va enseñando a mirar la vida desde el agradecimiento y la alegría de estar vivos. Los abuelos nos ayudan a conectarnos con el disfrute, además de regalarle a nuestros hijos valores sólidos que provienen de una herencia cultural e incontables historias familiares.

Que nuestros hijos tengan a sus abuelos presentes es un tremendo regalo para ellos y para nosotros como padres, porque son ellos los que les entregarán una manera nueva y distinta de amar. En estos tiempos que hemos decidido cuidarlos como sociedad -o al menos eso sueño que esté ocurriendo- es una realidad que están más lejos fisicamente. La sensación de extrañarlos se transforma en algo potente y difícil tanto para ellos como para nuestros hijos, y como padres tenemos el desafío de buscar una manera distinta de conectar para que de alguna manera este sentimiento de extrañar sea más llevadero para todos.

Hace unos días hablaba con una amiga sobre cómo sus hijos habían empezado a preguntar diariamente cuándo se terminaría "esto del coronavirus" para ver a sus abuelos. Y es que la realidad hace imprescindible mantener estos vínculos de amor tanto para nosotros como hijos, como para nuestros hijos como nietos y para nuestros padres como abuelos. Qué rico sería tenerlos cerca tan solo un día para abrazarnos.

Por el momento solo nos queda intentar mantener una comunicación virtual constante para que todos podamos sentir, aunque sea un pequeño aire de la presencia del otro en nuestras vidas. La necesitad es mutua, ellos son parte de nuestra tribu de crianza y tenerlos lejos sin duda es un dolor que se suma. Intentemos buscar maneras en que nuestros hijos sigan teniendo a sus abuelos presentes: podemos verlos a la lejanía a través de una reja y al menos conectar las miradas por unos minutos, podemos llamarlos virtualmente o ir a dejarles un regalo acompañados de nuestros hijos en el auto para que vean su cara de alegría. Existen maneras, quizás tengamos que ponernos más creativos para encontrarlas.

Todos nos estamos necesitando y tener la certeza de que los abuelos están a salvo, con salud y cuidándose, se torna en algo vital. El mejor regalo para nuestros hijos es que vean cómo el sacrificio de no ver a sus abuelos es una manera tangible y concreta de ayudarlos para estar más sanos. Tanto sus abuelos como ellos están cuidándose mutuamente, y una vez más haciendo están haciendo una muestra de lo incondicional que es este amor. "Si para que estés bien tengo que dejar de verte, prefiero pasar por esa tristeza con tal de que te encuentres sano y a salvo". Podemos hacer que nuestros hijos le den un nuevo sentido a estar distanciados físicamente, porque finalmente es la mejor manera que tienen de cuidar a sus abuelos.

Quizás cambió la forma de entregar amor, pero el amor y el vínculo único y especial de nuestros hijos con sus abuelos sigue siendo el mismo amor. Solo necesitamos ocuparnos en cómo pueden seguir sintiéndolo aún estando lejos.