La individualidad tiene que celebrarse, no esconderse
Hay casi 8 mil millones de personas en el planeta, de distintas etnias y físicos, con gustos, necesidades y talentos diferentes, pero pareciera ser que solo existen algunas formas correctas de ser y actuar. Así al menos se ve en las redes sociales que, aunque son maravillosas por muchos motivos, han llevado a las tendencias a propagarse de forma masiva en tiempo real, logrando que aquello que está de moda en un punto del planeta, se empiece a usar en otro, completamente opuesto.
Incluso la forma en que nos alimentamos, muchas veces va de la mano con tendencias internacionales, alejadas de la cultura. Cada vez es menos común la legumbre semanal en las planificación alimentaria familiar en Chile, mientras que en Estados Unidos se puso de moda comer pan con palta, cosa que acá existe hace décadas. Incluso dietas para bajar de peso que se han vuelto populares en los últimos años, como la cetogénica, de Atkins y otras, que no consideran que culturalmente las personas están adecuadas para consumir ciertos alimentos que no están considerados dentro de sus minutas.
Este contexto da cuenta que hoy lo que se estila es actuar como se actúa “en el mundo”, dejando de lado nuestra cultura, nuestras raíces y nuestras características propias. Esto se ve notoriamente en la adolescencia, cuando los niños y niñas buscan formar parte de ciertos grupos, así como ser validados por sus pares. Por lo general se trata de grupos liderados por una o dos personas, y el resto de los miembros del grupo se adecúa a lo que estos líderes consideran que es lo correcto.
Pero no deberíamos poner el foco en mimetizarnos y encajar, sino que en ser nosotros y nosotras mismas, y resaltar. En el sitio web de Kids Health, definen a la seguridad en uno mismo como “sentirte seguro de ti mismo y de tu talento, no de una forma arrogante, sino de una forma realista. Esta seguridad no significa sentirse superior a los demás. Se trata de saber, internamente y con serenidad, que eres una persona capaz”. Y esto se relaciona con la celebración de la individualidad, en cuanto ser una persona segura de sí misma implica no caer en modas que le incomodan, ni sumarse a grupos de los que no se siente parte, solo por encajar.
Según la trabajadora social Angela Oswalt, “una forma en la que padres y madres pueden incentivar una autoestima saludable en sus hijos, es motivando expresiones saludables de individualidad. Los niños y niñas comienzan a querer manifestar su individualidad en la segunda mitad de su infancia. Mientras lo hacen, sus ideas sobre cómo ser independientes están formadas muchas veces por conflictos externos y demandas internas; el conflicto entre lo que otros quieren de ellos para que sean considerados interesantes, y aquello que a ellos mismos les interesa”.
Según explica la especialista, por lo general los intereses intrínsecos de las personas son desperfilados por las voces externas, en forma de presión social, demandas parentales y marketing, que intentan hacerle saber a la gente cómo deben ser, qué deben pensar y qué deberían desear, para poder ser parte de la sociedad.
Pero una autoestima saludables es el balance entre estas dos fuerzas. Porque por un lado todas las personas estamos inmersas en la sociedad, por lo que no debemos obviar ni descartar sus normas, pero también se debe hacer énfasis en la importancia que tienen los rasgos individuales y los talentos propios para la construcción de esa misma sociedad. Ser parte de ella, no quiere decir mimetizarse, sino que aportar desde lo propio. Y es en la adolescencia cuando los y las jóvenes empiezan a descubrir sus motivaciones, y aquello que los diferencia de los demás.
En el Kit de Confianza del Programa para la autoestima de Dove, recomiendan animar a los hijos e hijas a reflexionar sobre sus atributos únicos, su origen y sus talentos para que puedan desarrollar la confianza en sí mismos. “En la sociedad actual se ha convertido en algo común, incluso en una tendencia, que la gente hable negativamente de sí misma”, detallan en el kit, y agregan: “Esto es particularmente cierto a la hora de hablar de su apariencia física como un atajo para expresar el malestar emocional”. Por eso, aseguran que el reconocer los atributos personales y talentos propios, nos permite valorar estas características y así desarrollar una autoestima positiva.
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