La invitada internacional de Viste Santiago

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Nombre fundamental del diseño argentino y fundadora del circuito del barrio Palermo, Cora Groppo mostró su nueva colección en la segunda edición de Viste Santiago, que se realizó este 14 y 15 de marzo. Días antes, Paula visitó su taller en la capital argentina. Allí habló de lo que significa hoy el diseño de autor, el nulo interés que le despiertan las tendencias y las mujeres que visten de minifalda y escote.




Paula 1117. Sábado 16 de marzo 2013.

En 2001, cuando debutó la semana de la moda en Buenos Aires (BAF), Argentina vivía uno de los momentos más difíciles de su historia: tras décadas de una profunda crisis económica que golpeó fuertísimo a la industria, incluído el rubro textil, Fernando de la Rúa salía abruptamente del gobierno. En ese contexto nació el BAF y los denominados "diseñadores de autor" argentinos, un grupo de jóvenes egresados de la carrera de Diseño de Indumentaria de la Universidad de Buenos Aires, la primera en Latinoamérica. Una generación a la que pertenece Pablo Ramírez (invitado internacional a Ropero Paula 2012), Vicki Otero y Vero Ivaldi, entre otros, y que no ha visto hasta ahora un grupo tan sólido que lo suceda.

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A esa misma generación pertenece Cora Groppo (41), invitada por Sedal a Viste Santiago, quien desde sus primeros diseños, e influenciada por el trabajo experimental de nombres como Martín Margiela y Junya Watanabe (diseñador de Comme des Garçons), viene desarrollando un concepto casi arquitectónico en sus prendas, recurriendo a la geometría, la superposición de capas y el uso de una paleta muy acotada de crudos, gris y negro. Favorita de un tipo de mujer argentina, entre ellas actrices sofisticadas y artistas plásticas, no solo goza de prestigio como diseñadora, sino que también es considerada como emblemática fundadora del circuito de moda del barrio de Palermo, donde llegó en 2003 a ocupar lo que hasta entonces había sido una verdulería. Hoy, esa esquina de Gurruchaga y El Salvador es una de las más codiciadas de la zona. Pero, además, sus diseños se venden en Japón, Estados Unidos e Italia.

"Cuando me dicen:'Se viene el rayado', para mí eso no existe. Es una antiguedad. Hay manifestaciones y la gente se divide en tribus que ahieren según gustos, edades y posibilidades económicas, a determinada propuesta. No hay una única moda. Lo que está globalizado es que puedes acceder a ver todo a través de la tecnología".

Su taller, una casa antigua de techos altos, también en Palermo, está repleta de mesas con moldes, máquinas de coser, cueros e hilados, sus materiales favoritos. Allí le dio vida a la colección que presentó en la segunda edición de Viste Santiago llamada Chica Rino, debido a sus particulares abrigos con capucha que hacen referencia al rinoceronte, y que pone énfasis en las intervenciones hechas sobre cuero en abrigos y calzas, que simulan pieles de cocodrilo.

¿Qué significa hoy ser diseñador de autor?

Lo que tiene el diseño de autor es que es autorreferencial. Mi ropa es así, mi casa es así, mis chicos se visten así. Cuanto más genuino eres a la hora de diseñar, más posibilidad tienes de lograr un concepto definido, buceando hacia dentro y viendo con qué te conectas. En las firmas masivas, en cambio, hay equipos de producto que siguen el manifiesto de cada marca.

Hoy en Argentina hay muy pocos diseñadores de tu generación haciendo cosas. ¿Cómo ha cambiado el diseño de autor en la última década?

Lo que pasa es que el término diseño de autor quedó viejo. Es algo que se necesitó al principio para darle entidad a lo nuevo que venía. Hoy, el diseño de autor se define por su modelo de negocio: son negocios sin inversión. Es decir, no tienen capitales externos ni mucha posibilidad de comunicarse. La virtud es que tienen mucho más contenido. Yo me siento en un lugar intermedio, no sé qué nombre le podemos poner. La idea es seguir teniendo esa capacidad de impulsar la originalidad de cada persona, pero con el capital suficiente para crecer y ampliar las fronteras. En este país, y creo que en Chile también, se está dando la posibilidad de que los diseñadores puedan abrir sus propias tiendas.

Estás fuera del mainstream. ¿Cómo haces para ser fiel a tus diseños y a la vez seguir funcionando y expandiéndote?

Creo en la mezcla. En Palermo eso se da y todos formamos parte del mismo mercado. Todos queremos un poco lo que tiene el otro. Los diseñadores quieren ser marca y las marcas quieren tener algo de diseñador. Todos nos alimentamos. Además, la gente no se viste toda de una sola marca.

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En los cruces culturales interviene mucho la calle. ¿A ti qué calles te inspiran?

Las de París y Tokio. Me siento muy identificada con esa estética. Vas por la calle en la semana de la moda y parece que te estuviesen esperando con la película armada. Todo está bien: desde los anteojos hasta los zapatos. Tienes a la típica francesa con sus zapatos chatos en punta y sus capri negros, pero también está la más moderna, con estilo rockero y desgarbado. Eso es muy inspirador. Si bien en cada país hay un hilo conductor que tiene que ver con cuestiones del lugar, en Latinoamérica está todo más masificado, hay menos tribus. En Argentina la mujer sigue determinado patrón: es rubia, usa el pelo largo,

se viste siguiendo una estética más definida. En Chile, creo que la mujer es aún más clásica y conservadora; por más que ahora hay cada vez más diseñadores con propuestas que salen de lo común.

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¿Crees en el concepto "tendencias"?

No. Cuando me dicen: "se viene el rayado", para mí eso no existe. Es una antigüedad. Hay múltiples formas de expresar moda y la gente se divide en tribus que adhieren según gustos, edades y posibilidades económicas, a esas formas o propuestas. No hay una única moda. Lo que está globalizado es que puedes acceder a ver todo a través de la tecnología. Prendes una computadora y puedes recorrer el mundo mirando blogs, páginas, diarios online. Es infinito.

¿Cuál es el tipo de sensualidad femenina que te interesa trabajar en tus colecciones?

No suscribo el cliché de mujer con minifalda, escotada, con las uñas pintadas de fucsia. A mí me parece sensual una mujer que es un poco andrógina y trabajo con esa silueta y con esa actitud. Me gusta ser un poco masculina y a la vez súper femenina. Hago pantalones que dejan ver las curvas del cuerpo, pero de una manera más sutil. Las telas apoyan en el lugar justo, sin apretar. Los suéteres tienen una moldería suelta, pero que a la vez enmarcan la cintura. Es una femineidad fuerte pero andrógina.

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