Paula 1173. Sábado 9 de mayo de 2015.
La segunda novela del periodista y escritor chileno Patricio Urzúa retrata cómo el miedo y la ignorancia mueven a un hombre abandonado, una astrónoma anciana, un dibujante de cómic en 1973, un asesino. Las variables cataclísmicas prueba que lo accidental e insignificante rige la vida.
En Las variables cataclísmicas no hay temas ni personajes menores: literalmente no hay niños, es gente acabada. Su título viene del término astronómico para describir fuerzas que suceden y desaparecen sin sentido ni relevancia. Una vieja astrónoma –la primera protagonista– que termina sus días en un asilo impecable, explica que estas variables ocurren todo el tiempo en el universo –lo accidental, según Aristóteles– y no alteran en nada el curso de las cosas. Son "lo más fácil de observar pero a nadie le interesan". Confirman que "en cada uno de nosotros está el final de todo".
La astrónoma explica que las variables cataclísmicas impulsan a una estrella gigante y a otra secundaria unidas por un "cordón umbilical". Para otro personaje ese vínculo es "una cadena podrida". La novela habla de la incapacidad de relacionarse.
Sí, mi intención fue detallar una manera de vincularse que me parece enfermiza. No creo que los seres humanos seamos incapaces de establecer vínculos significativos, al contrario, pero sí me preocupaba cartografiar esos rincones podridos, motivados por la obsesión y el hambre más que por otra cosa. Si algo define a estos personajes es su afán de arrojarse a sí mismos en pos de algo, sin importar que en el proceso acaben destruyéndose a sí mismos. Las historias están señaladas por la catástrofe, sí, pero al mismo tiempo me parece que hay cierto heroísmo, por miserable que sea, en esos fracasos.
La novela constata que las preguntas de la ciencia son las mismas de la literatura.
Conocer es la única manera que tenemos de establecer un contacto con lo real, si es que eso existe. Para eso leemos el azar que nos rodea como secuencias de hechos, les asignamos sentido a cosas que son casualidades, buscamos causas y efectos donde no hay nada. Mi primera novela, Nunca, sobre un crítico de arte que observa el fin del mundo, responde lo mismo: cómo puede retratarse un momento final y conocer algo incognoscible. Hay pocas actividades que no impliquen adentrarse en lo desconocido, de cultivar la tierra a escribir, todo es una pequeña lucha por encontrar o reestablecer un orden en el mundo, borrar esa zona negra que en los mapas de antes se señalaba con monstruos. Stanislaw Lem escribió que entre los seres humanos y el mundo natural existe un vacío que elegimos llenar con cultura. El lenguaje y la cultura son la única respuesta cuerda que logramos dar ante la serie de fenómenos inconexos que nos rodean y que llamamos universo. El papel del arte es provocar una inquietud, el de la ciencia satisfacerla. $ 12.900 en librerías.
Nunca (2012) es la primera novela de Urzúa, que se suma a esta última entrega literaria, ambas publicadas por Emecé.