“Me acabo de enterar de que esto no termina, que la menopausia dura hasta el día que te mueres”, nos dijo hace poco una participante en uno de los conversatorios que hemos dado este año. La frase “hasta la muerte” da un sentido de eternidad muy complejo, pero ella tiene razón. Si bien no es realmente la menopausia la que dura hasta el fin de tus días (ya hemos dicho que así se llama solamente la última menstruación), todo el periodo posterior es el mismo, no termina. Sí va cambiando.
Para entenderlo más fácilmente separemos esta parte de la vida que empieza después de los 40 en dos: perimenopausia y posmenopausia: antes y después de tu última regla. Y todo ese lapso que suma el antes y el después lo llamamos climaterio. Los primeros síntomas de la perimenopausia aparecen después de los 40 años, y son esas señales de las que ya hemos hablado, las que no solemos identificar como anuncios de menopausia, pero lo son.
Aparecen porque empieza a faltar el estrógeno en nuestro cuerpo, la hormona fundamental en muchos procesos y que influye en el funcionamiento de más de 400 tejidos. Surgen las dificultades para dormir, los cambios de humor, los dolores osteoarticulares, la sequedad en la piel y la sensación de cansancio sin causa aparente, las ganas de quedarse echada son frecuentes. Hay mujeres que sienten palpitaciones fuertes de vez en cuando y que nada tienen que ver con amor o sobresaltos, o la sensación de pequeñas descargas eléctricas en la piel sin poner la mano en ningún enchufe. Si hasta ahí no había sospechas, vienen señales más claras: bochornos e irregularidad en las menstruaciones hasta que un día llega la última (y no sabes que es la última hasta que pasa un año sin menstruar).
Lo que viene después de la menopausia se llama posmenpausia y en ese periodo los síntomas persisten. Pueden variar, intensificarse, suavizarse, desaparecer… Cada mujer es un mundo y su climaterio es un universo particular y único. Pero el lapso entre los primeros síntomas y la desaparición de todos los síntomas o al menos la mayoría, puede durar una década o más. Y cuando por fin terminan, alrededor de los 65 años, sigues siendo una mujer posmenopáusica para siempre.
A veces cuesta asimilar que todo esto es verdad y que, a la vez, es distinto en cada mujer. De las tres fundadoras de Meno es Más, una sigue menstruando mientras es testigo de su perimenopausia con síntomas muy claros y rotundos, ciertamente suavizados gracias a la terapia hormonal. Otra lleva 10 meses sin regla, dos años en perimenopausia y siete meses agradeciendo a la ciencia que exista la terapia hormonal. Y la tercera, casi 10 años sin regla, otros tantos también con síntomas tratados como “enfermedades” por distintos especialistas durante años, hasta que descubrió por sí misma que estaban directamente vinculados con su climaterio y decidió adherir a la terapia hormonal con un final feliz. En un grupo de solo tres mujeres las historias son totalmente distintas.
En otro de estos encuentros con mujeres una nos dijo que ella lleva sus bochornos con mucho gusto, con alegría incluso, porque sus menstruaciones eran feroces y desaparecieron, y que entre uno y lo otro, prefiere los sofocos. Está perfecto, la libertad es así. Lo importante es decidir qué hacer con toda la información puesta sobre la mesa, y solo por ese convencimiento nos permitimos decirle que está comprobado que el exceso de bochornos está vinculado con alta incidencia de alteraciones del sueño y mayor riesgo cardiovascular y que si su ginecóloga/o no ve contraindicaciones, quizá debería considerar la terapia hormonal pensando en cuidar su corazón.
Al final se trata de eso, de hablar del tema, de desmitificar creencias sin fundamento, de actualizar los conocimientos. Y con todos los datos a la vista, que cada una viva su posmenopausia como decida hacerlo (hasta que la vida se termine).
* De esto y más hablamos en el podcast Meno es + que puedes encontrar en spotify y por supuesto en el libro Meno es más, en las librerías del país