Paula 1162. Sábado 6 de diciembre de 2014
El español de 30 años es una de las figuras más llamativas de la nueva alta costura española con piezas con aires dramáticos y futuristas que recogen cierta iconografía propia de su país y llevan al extremo el uso de la materialidad.
Los volúmenes, las impensadas mezclas de materiales y el uso de diversas iconografías de la cultura, principalmente la andaluz, son el hilo conductor de las tres colecciones que desde 2012 ha lanzado el español Leandro Cano, y que lo tienen como uno de los nombres más interesantes –o peculiares– de la nueva escena de moda de su país.
Ya en su primera entrega, Buffet, presentada en la plataforma de nuevos diseñadores que trabajan con tecnología de la Semana de la Moda de Madrid, Cano estableció que lo suyo no era precisamente el minimalismo, con piezas saturadas de información, como las enormes formas en hombro y cuellos; el trabajo de pliegues o corrugados, y el contrapunto entre lo ultra ceñido al cuerpo versus los grandes volúmenes. Piel y lana fueron los materiales más emblemáticos de esa colección
otoño-invierno, con citas a las formas del árbol de olivo, habitual del paisaje en que creció el diseñador, y estampados con motivos árabes, atendiendo a las influencias que ha recibido España desde hace siglos.
Fue esa propuesta, que queda grabada en la retina, la que Cano mostró ese mismo año en uno de los espacios de la Semana de la Moda de Berlín, y con la que ganó el concurso Designer for Tomorrow, que le permitió contar con el asesoramiento de Marc Jacobs y fondos para realizar su segunda colección, Ánima, algo más purista, pero igualmente sorprendente en detalles y presencia de elementos poco comunes en la alta costura, como pelo, cerámica, PVC y plástico,
en diálogo con el cuero,
el brocato y la seda.
Su más reciente trabajo, 0.83 grados (en referencia a la baja de temperatura del cuerpo humano al morir), exhibido en la misma plataforma madrileña, insiste en el uso del plástico, pero es aún más desatado en cuanto a texturas y formas. Sobre la pasarela, las modelos de la colección otoño-invierno 2014-2015 parecían seres salidos de extraños mundos, tal vez imaginados por otros solo tan inquietos y desbordados como Alexander McQueen.