Paula 1224. Sábado 22 de abril de 2017.
Son cerca de las 13:00 horas de un jueves de marzo y una mujer está en trabajo de parto en la maternidad del Hospital de La Florida Eloísa Díaz Insunza. Es boliviana, tiene 20 años y este es su primer hijo. Se encuentra en una de las cuatro Salas de Atención del Parto Integral, una pieza de 40 m² con una cama plegable y jacuzzi, que está iluminada apenas por una lámpara de sal que aporta una sensación de intimidad.
La mujer es usuaria de Fonasa y llegó a este hospital derivada desde uno de los 9 consultorios de la comuna. Lleva cuatro horas en trabajo de parto. Está acompañada por su pareja y por la matrona Bárbara Verdugo, quien le ofrece todo el abanico de posibilidades que brinda la sala: aromaterapia, hidromasaje en un jacuzzi, música para relajarse o sentarse un rato en el balón kinésico "para ayudar a que la guagua se encaje y acelerar naturalmente el parto", según le explica con tono suave. La mujer acepta y, con ayuda de la matrona, se sienta sobre el balón.
Un rato después la matrona pregunta si para ayudarla a tolerar el dolor de las contracciones y evitar otra dosis de anestesia, quiere un masaje en la zona lumbar. La mujer dice que sí. La matrona se sienta en un piso detrás de ella y comienza a aplicarle calor con sus manos.
–¿Has pensado en qué posición quieres tener a tu guagua?– pregunta la matrona.
–¿En qué posición? En la normal, supongo. ¿Acostada?
–Acá puedes elegir la posición en la que quieres dar a luz. Hay mujeres que, según lo que van sintiendo en el parto, lo hacen paradas, de costado, en cuclillas. En el momento del parto puedes decidir y acá te vamos a acompañar. Lo importante es tu comodidad. Eso es lo mejor para que el bebé nazca bien.
La mujer de ojos oscuros la escucha en silencio.
6 horas después da a luz, sentada, a una niña de 3.300 gramos. Apenas nacida la matrona la puso en el pecho de la madre para tener contacto piel con piel, el que duró 120 minutos. La pequeña pasó a enumerar otro parto normal más que se suma a la estadística de la maternidad de este hospital, el número uno de toda la red pública en partos normales.
Según los resultados reportados mes a mes al Ministerio de Salud, la maternidad del Hospital de La Florida ha logrado revertir de manera notoria las cesáreas, procedimiento que tiene a Chile ubicado en el segundo lugar del ránking de los países de la Ocde. Tasa que alcanza el 70 por ciento en el sector privado y un 40 en el sector público. En un año y medio de funcionamiento, la maternidad del Hospital de la Florida redujo a 25 por ciento sus cesáreas. 72 por ciento de sus partos son normales. Y, si se hila aún más fino, se observa que los nacimientos ocurridos en las salas de atención integral del parto (también hay pabellones tradicionales) terminan en su gran mayoría siendo vaginales: 93,8 por ciento, un número altísimo para la estadística nacional.
No apurar
Es otra mañana en la maternidad del Hospital de La Florida. Las siete matronas de turno vienen saliendo de una reunión con el coordinador de las Salas de atención Integral del Parto: el matrón Gonzalo Leiva (31), reconocido activista de los derechos de la mujer y promotor del parto personalizado "por sus beneficios basados en la evidencia", como le gusta decir. Entre ellos: disminuir el riesgo de cesárea –la que aumenta el riesgo de enfermedades en la mujer y recién nacido–, favorecer el contacto piel con piel, el inicio de lactancia materna precoz (antes de las 2 primeras horas de vida) y, "algo clave: favorecer la autonomía de la mujer, lo que mejora su experiencia de parto", enfatiza el matrón.
En una correa que lleva al cuello, Leiva acarrea el pendrive donde guarda "la gran sábana", un enorme archivo Excel en el cual aparece detallada cada atención que se entrega a la mujer en las Salas de Atención Integral del Parto de este hospital. Cifras que Leiva estudia y analiza con detalle para lograr "un cambio de paradigma en la forma en que se traen los niños al mundo", dice. Para ello, ha tenido que sensibilizar a todo el personal –además de los matrones, a los técnicos y auxiliares– en, incluso, pequeños detalles. "Porque en este tipo de atención hay sutilezas que son súper claves como no romper el clima de intimidad en la sala de parto, cosa que perfectamente puede ocurrir si alguien entra y dice 'oye, ¿por qué acá está tan oscuro?'", explica. Además, elaboró un protocolo de 46 páginas para la atención en las Salas de Atención Integral del Parto, para que todo el equipo tuviera claro el modelo a seguir. En ese protocolo se establece, por ejemplo, que desde su ingreso y durante todo el trabajo de parto, la mujer sea atendida por una misma matrona; que nunca quede sola; que debe ser alentada y ayudada a adoptar cualquier posición que encuentre cómoda en el periodo de dilatación y a movilizarse si así lo desea.
En el equipo de la maternidad concuerdan que si Leiva puede hacer este trabajo es porque sobre él hay una jefatura que rema en la misma dirección. A la cabeza de la maternidad está el ginecobstetra Christian Figueroa y la matrona jefa Susan Díaz quienes, desde 2015, cuando llegaron a hacerse cargo de la unidad que todavía no abría a público, trazaron como meta principal instalar una cultura de atención distinta a la de otros hospitales, centrada en la mujer. "Por eso siempre tuvimos en la mira la apertura de las Salas de Atención Integral del Parto, porque en ellas la mujer es protagonista", dice Figueroa.
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La mujer es boliviana, tiene 20 años y es usuaria de Fonasa. Lleva cuatro horas en trabajo de parto. Está acompañada por su pareja y una matrona que le ofrece todo el abanico de posibilidades que brindan las Salas de Atención Integral del Parto: aromaterapia, música y balón kinésico. Sentarse en él ayuda a que la guagua se encaje y el parto se acelere naturalmente.[/caption]
Sin embargo, la tendencia de un parto humanizado hacía rato venía sonando. En 2008 el Ministerio de Salud publicó el primer Manual de Atención Personalizada en el Proceso Reproductivo que apuntaba a mejorar la atención de los partos. Si bien tuvo poca repercusión, instaló la necesidad urgente de que el diseño de futuros hospitales contemplara Salas de Atención Integral del Parto para que estructuralmente esa meta fuera factible. El primero en la lista fue el nuevo Hospital de La Florida. "Pero una cosa es tener estos espacios cinco estrellas y otra a un equipo capacitado para llevar adelante este tipo de partos que, como no son intervenidos, son mucho más demandantes", dice el doctor Figueroa. Y sigue: "Acá las matronas tienen que estar preparadas para ofrecer otros métodos de alivio del dolor como los masajes y estar dispuestas a poner de su voluntad para acompañar a la mujer en ese tránsito", agrega.
Hace poco superaron los 500 partos atendidos en las Salas de Atención Integral del Parto y han acumulado testimonios que las mismas mujeres han dejado por escrito en el libro de agradecimientos, donde destacan frases como "la gran vocación del equipo de matrones y auxiliares", "su trato fácil, humano y grato", "el amor y la atención con que recibieron al recién nacido" y "permitir experimentar la maravillosa sensación de sentirse importante en el momento más maravilloso de la vida que es dar a luz a un hijo".
Buscar hasta encontrar
Cuando en febrero de 2016 supo que estaba embarazada, la ilustradora Sol Díaz (32) tuvo clara una cosa: al dar a luz, quería tener libertad de movimiento. Meses antes había aprendido bastante del embarazo y gestación, al ilustrar La historia ilustrada de un embarazo, libro que acaba de llegar a librerías, donde la antropóloga médica Michelle Sadler –una de las pioneras en el estudio de los partos respetados en Chile–, a través de los dibujos de Díaz, explica la excesiva medicalización del parto, al mismo tiempo que insentiva el protagonismo de la mujer y su pareja en el nacimiento de un hijo. "En el proceso, aprendí lo importante de moverte durante el trabajo de parto. Eso era lo que más me preocupaba. Si me tiraban a parir acostada, estaba segura de que mi parto iba a ser terrible", dice Díaz.
Por eso decidió averiguar hasta encontrar dónde era posible. Partió al hospital donde le correspondía tener a su guagua por vivir en Santiago Centro. También a la clínica donde sabía le aceptarían el bono PAD por ser paciente Fonasa (bono de 250 mil pesos que las pacientes del sistema público pagan en el privado). "Ahí me di cuenta de que era casi una misión imposible", dice. "Me decían: 'es que las salas no están equipadas para eso', o 'el protocolo interno lo impide'. Pero lo que me dio más desconfianza fue que en ningún lugar estuvieron dispuestos a mostrarme la sala donde iba a tener a mi guagua".
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Hace poco el hospital superó los 500 partos atendidos en las Salas de Atención Integral del Parto. Las experiencias de varios de esos partos están registradas en el libro de agradecimientos donde algunas destacan "la gran vocación del equipo de matrones y auxiliares" y "el amor y la atención con que recibieron al recién nacido".[/caption]
En medio de la incertidumbre, Soledad le comentó a Sadler su situación. Fue ella quien le habló de la maternidad del Hospital de La Florida y la puso en contacto con el matrón Gonzalo Leiva. "Lo que me gustó es que, tal como lo hacen con todas las embarazadas que lo piden en esa maternidad, nos mostraron de inmediato las salas de parto. Fue un acto de transparencia. Ahí vimos que tenían jacuzzi, música, aromaterapia, balón kinésico, cosas que incluso en algunas de las clínicas más caras no hay. Además, Gonzalo se tomó el tiempo de explicarnos por qué este sistema de nacimiento es mejor para la mujer, el hijo y la pareja. Nos contó que con este proyecto quieren derribar el mito de que la atención de los partos en el sistema público es mala, lo que me hizo sentido. Después de que en todos lados me tildaran de rara por preguntar '¿puedo no estar acostada al momento de parir?', aquí me entendieron", dice la ilustradora. "Eso sí, cuando le conté a mi mamá que iba a tener a mi guagua en el hospital puso el grito en el cielo. Me dijo ¡cómo se te ocurre, te van a rajar entera! Pero yo estaba convencida de que este modelo era distinto", dice.
El parto empezó la madrugada del pasado 5 de noviembre. "Desde que llegué, la matrona me acompañó todo el tiempo. Puso música, aromaterapia, luces bajas. Me hizo masajes y trató de involucrar a mi pareja. La matrona en un momento me dijo "¿cómo quieres tenerlo?". Me fui dando cuenta en el momento. Pude moverme por toda la sala, como yo quería. Cuando me empezaron a doler mucho las contracciones me ayudó a entrar al jacuzzi para evitar la anestesia y con el agua temperada se me aceleró la dilatación. Ahí empecé a pujar. Salí de la tina, me subí a la cama y, apoyada sobre las rodillas y los codos, nació Rafael. Estuve más de una hora piel con piel. No me desgarré, no sufrí, no me hicieron episiotomía (incisión quirúrgica del perineo que se practica para apurar el parto vaginal). Por decisión mía no me pusieron anestesia. Cuando mi mamá nos fue a ver quedó impresionada. No paraba de decir 'qué linda la sala'. Fue romper un prejuicio enorme para todos".
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La diseñadora Sol Díaz tuvo a su hijo Rafael en una de las Salas de Atención de Parto Integral.[/caption]
Otros reportajes de Paula que han investigado cómo se nace en Chile:
Violencia obstétrica: el reclamo de la mujeres (2015)