Paula 1174. Sábado 23 de mayo de 2015.

Acá no hay medias tintas ni rodeos para romper el hielo, sino que preguntas que van directo al cuello de la presa. Aquí no hay caras de póquer, sino que un rostro que puede expresar, en vivo y en directo, y frente al entrevistado, la indignación que le pueden merecer sus respuestas, sin poder evitar, algunas veces, incluso, una sonrisa irónica. La periodista Mónica Rincón, 39 años, 17 de carrera televisiva y radial, magíster en Ciencias Políticas, oriunda de Concepción, rubia, alta, de ojos azules penetrantes y un tono seco, junto a Daniel Matamala, su compañero de set en el noticiero CNN Prime, abre la lectura de las noticias con un comentario editorial, donde plasma, sin reserva, sus opiniones y las de su equipo, antes de partir con la información. Un estilo poco usual.

Durante tus entrevistas pones caras.

Pongo la cara que me sale. Trato de no estar obligada a tener una cara de póquer, sino que la cara que me sugiere lo que el entrevistado dice. Si me da risa, me puedo reír, si me indigna, puedo mostrarme indignada. Lo natural es eso, si te dicen algo impactante, es raro forzar una cara sin expresión.

Como periodista, ¿haces propia la indignación de la gente?

No es hacer propia la indignación de la gente, son cosas que a mí me indignan y que me imagino que a mucha  gente también. Cuando alguien financia una campaña política de manera irregular y a través de una empresa y multiplica en varios ceros el poder y la influencia que ya tiene, me indigna. Y cuando, además, aprovecha de descontar impuestos, más me indigna. Yo creo que la misión que uno tiene como periodista es hacer las preguntas que la gente quisiera hacer. La obligación del periodista es cuestionar el poder. Salvo que sea por una iniciativa demasiado evidentemente positiva, la entrevista puede ser en muchos sentidos incómoda y a mí no me complica para nada hacer preguntas incómodas.

¿No quedas un tanto envenenada?

No, nada, de lo más tranquila. No sé cómo queda el entrevistado...

"Pongo la cara que me sale, que me sugiere lo que el entrevistado dice. Si me da risa, me puedo reír, si me indigna, puedo mostrarme indignada. Lo natural es eso, si te dicen algo impactante, es raro forzar una cara sin expresión".

Te vas a quedar sin entrevistados.

Bueno, a veces nos cuesta conseguir entrevistados.

Una de las que nunca ha querido darle una entrevista, dice, salvo en esas rondas con toda la prensa, es la Presidenta Michelle Bachelet, que sí suele dar largas exclusivas a la televisión como fue el caso de Amaro Gómez-Pablos en TVN o recientemente a Don Francisco en Canal 13. "La hemos pedido y nunca nos la ha dado", dice.

¿Crees que no te la dan por dura?

No sé. Las razones no las puedo inferir, pero sé que nunca la he podido entrevistar, así que ese golpe, cuando anunció el cambio de gabinete, no hubiese sido mío.

El diputado Gabriel Boric criticó, a propósito de esa entrevista, que la política se está dando como espectáculo.

Hay algo de espectáculo en la política, pero no sé si específicamente salga de la Presidenta. Cuando un diputado recibe a las muchachas del "team koala" y baila con ellas, me parece que es más espectáculo. Hay otros espectáculos que son más serios, más tristes y dañinos, como proyectos de ley que no se aprueban porque no hay quórum porque no estaban los parlamentarios. O cuando los políticos se acostumbran a hacer conferencias de prensa que no son conferencias de prensa, sino que lecturas de declaraciones sin derecho a preguntas, una moda transversal: Ena von Baer, el ex ministro Rodrigo Peñailillo y Sebastián Dávalos cuando renuncia.

Si bien ya tienes una carrera consolidada, ¿te sientes parte de una nueva camada de periodistas con más intención, más puntudos? Tu noticiero tiene temperatura.

Sí y nuestro público espera eso de nosotros y es súper exigente, pero nunca me ha gustado calificarme como parte de ningún grupo o camada. Rechazo los grupos porque siento que terminan constituyéndose, de alguna manera, en grupos de poder.

Quizás una respuesta al periodismo de los noventa, permeado por el "en la medida de lo posible", esa frase del ex Presidente Aylwin.

Siento que hubo un periodismo de transición, "en la medida de lo posible" y sintiendo de manera equivocada que había que cuidar la democracia y que no había que cuestionar mucho esta institucionalidad naciente.

¿Eso no es válido para ti?

No. Aunque hubo gente que en esa época no sintió ese temor y se atrevió a hacer un periodismo sin concesiones, como tenía que serlo. El periodista no es un relacionador público, el periodista no tiene que estar cuidando la imagen país. Entiendo que hay ciertos límites, que tienen que ver con la seguridad nacional, con no crear alarma pública.

Muchas escuelas de Periodismo tienen en la malla ramos de relaciones públicas.

A mí me parece que eso se estudia en otro lado.

Hay muchos periodistas con doble militancia. Y varios relacionadores públicos que salieron de los medios.

Ese es un camino sin retorno. O se está en las relaciones públicas o en el periodismo. O se está en la publicidad o en el periodismo. O se está en algún grupo de poder o en el periodismo. O uno asesora a un político o es periodista. No creo en las dobles militancias.

En tu noticiero ustedes parten con un comentario.

Sí, le llamamos introducción o editorial. Representa la opinión de nuestro equipo frente a un hecho noticioso, a veces es opinión, a veces es poner la atención en lo más relevante.

¿Por qué exponerse a dar esa opinión?

Porque nos parece que así como un diario tiene un editorial, un canal de televisión también puede tener un editorial. No hay problema en tener opinión en un medio de comunicación, siempre y cuando –y esto es lo sagrado– se separe muy bien de la información.

La opinión del periodista pasa a ser protagonista.

Ceo que no. Lo más relevante sigue siendo la información, pero junto con eso le damos algo de contexto, de perspectiva.

Hace poco, el editor de Ediciones UDP, Matías Rivas, escribió una columna en La Tercera donde llamó "reyes de la moralina", por su tono pontificante y de verdades absolutas, a ciertos comunicadores, como Tomás Mosciatti, Fernando Paulsen, Matías del Río y Daniel Matamala, su compañero de set, que generó un ácido intercambio de cartas en los medios, entre este y Rivas.

Si bien no te nombró directamente, ¿te sentiste aludida? Ustedes comparten estilo.

Creo que esa columna fue muy injusta porque nombró a algunos de los mejores periodistas de este país, entre ellos, a mi compañero Daniel Matamala. Yo siento que esa columna, más allá de quien la escribe, nace de algo y es que siento que a muchos les cuestiona el periodismo que no es servil.

¿Y por qué a alguien como él le va a molestar que el periodismo no sea servil?

No sé que si no sea servil, pero al menos que cuestione el poder. A mí me parece que la crítica nace más de una incomodidad de cuestionar el poder, de cuestionar a las elites.

Lo que Rivas trataba de decir, o al menos lo que yo entendí, tiene que ver más con el tono que con el fondo.

Es que no estoy de acuerdo con que el tono sea moralizante. ¿Por qué un periodista no tendría el derecho a dar su opinión sobre algo? ¿Por qué lo tiene un político? ¿Por qué lo tiene un empresario? ¿Por qué lo tiene un cura?

¿Qué opinas del desempeño de la prensa, en general, en cuanto a los casos Penta y SQM?

Ha cumplido un rol fundamental y ha incomodado mucho a los políticos, empresarios y elites en general y eso se hace evidente cuando se escandalizan con la formalización de los controladores de Penta, que cómo se puede haber hecho pública, que cómo se puede haber transmitido en vivo, que es el colmo, que eso no puede ser, que es un juicio en la plaza pública. A mí me parece que eso es mirar en menos a los ciudadanos. Creo que tienen todo el derecho de mirar en vivo una audiencia y formarse su propia opinión. También me llama la atención la reacción transversal de muchos partidos políticos de decir que, a menos que se sancione en tribunales a alguien, no se puede tomar ninguna medida en su contra. La esencia de un partido político no es ser un tribunal, sino que es un ente político y regulador de la ética de sus militantes. Y, cuando un militante reconoce públicamente que recurrió a prácticas ilegales, tener que esperar hasta que el tribunal lo sancione para empezar un proceso en su contra... Cuando hay defensas corporativas los políticos se hacen un flaco favor. Me indigna cuando Jovino Novoa dice que el "caiga quien caiga" es el lema de los irresponsables, porque me parece que el "caiga quien caiga" es la esencia del funcionamiento de la democracia. Me parece muy de doble estándar los que hablan de que las instituciones funcionen cuando han tratado de que las instituciones no funcionen. Nosotros tenemos que seguir realizando nuestra labor y yo le agregaría al "caiga quien caiga", este otro lema: "le moleste a quien le moleste".

NO CRUZO ESA LÍNEA

Mónica Rincón nació en Concepción donde vivió hasta los 17 años, para mudarse sola a una pensión en Santiago cuando entró a estudiar Periodismo en la Universidad Católica. "Yo quería vivir todo ese proceso de irse de la casa", dice. Concepción la marcó por ser una ciudad tremendamente politizada durante la dictadura. "Es la cuna del MIR, el lugar donde hubo fuertes protestas. Uno sabía donde había un cuartel de la CNI y yo muy chica sabía lo que era la CNI, sabía lo que era la Dina. Y luego todo lo que fue el proceso del plebiscito fue muy fuerte".

Eras bien chica.

Pero me acuerdo perfecto.

Hija de un abogado democratacristiano y de una profesora de Castellano, supo desde niña que quería ser periodista. "Ellos son personas que fomentan el espíritu crítico. Mi papá siempre me decía: 'hay que leer de los dos lados'. Y yo leía la revista Hoy y también la Ercilla. Esas cosas te van marcando", dice. Es la menor de cinco hermanos, entre ellos Ximena Rincón, la ministra de Trabajo, y el diputado Enrique Rincón, ambos democratacristianos; una familia donde se discutía de actualidad y política. "Mi papá era un hombre que creía mucho en las organizaciones intermedias entre el Estado y la familia".

Tu papá creía en la política.

Creía en la Política, así con mayúscula, como debiera ser la política, no con minúscula como es muchas veces hoy.

¿Fuiste alguna vez democratacristiana?

Nunca. No adscribo a ningún partido político y nunca he adscrito. Ser periodista es incompatible con militar en un partido político. Además, que no hay ninguno que me represente. Ni para militar ni para simpatizar.

¿Cómo son las conversaciones con tu hermana ministra?

No conversamos mucho de política, la verdad.

¿Para no pelearse?

Por dos cosas, una porque tenemos visiones distintas. Y porque intento, al menos, ser coherente en lo que le critico a otros. Si a mí me parece cuestionable que un empresario ocupe información privilegiada para conseguir más dinero, me parece que mi hermana, mis hermanos, cualquier amigo o pariente que estuviera en posiciones de poder, no son fuentes válidas para mi reporteo. Esa información que uno consigue a través de un pariente es información privilegiada.

¿Afecta la relación entre ustedes que ella sea parte de ese poder que buscas cuestionar?

Son veredas paralelas que nunca debieran interceptarse: la del periodista y el político. Y entendemos que es así.

"Me parece que mi hermana, mi hermano, cualquier amigo o pariente que estuviera en posiciones de poder, no son fuentes válidas para mi reporteo. Esa información que uno consigue a través de un pariente, es información privilegiada".

¿Te complica como periodista hablar del gabinete?

Cero. Mi única inhabilidad respecto de mis parientes es que no los entrevisto. Y sería todo. Nunca he hecho campaña con ella, nunca hemos dado entrevistas juntas.

¿Te complica que el empresario Jorge Rosenblut, pareja de tu hermana Ximena, sea recaudador de dinero para campañas políticas de la Nueva Mayoría?

Te decía que mi única limitación es no entrevistar a mis parientes. Ningún lazo que yo tenga, que tampoco son tantos, ha sido impedimento para hacer editoriales duras o criticar a alguien.

¿Estás dispuesta a arriesgar el lazo?

Creo que esos lazos no se pierden si es que cada uno entiende cuál es el rol del otro. La mejor prueba de la independencia de mi trabajo son las editoriales y los lugares donde he trabajado: TVN, radio Bío-Bío, CNN, que son medios que tienen en su ADN la independencia. Esa línea no se ha cruzado porque me he preocupado de no cruzarla. Mientras mantenga esas aguas separadas, mientras no me complique, está todo bien.

LA RABIA

La indignación de Mónica Rincón no se remite solo a asuntos como la corrupción. Hay otros temas que la crispan porque, además, le tocan una fibra más íntima, como la discriminación que sufren en Chile las personas con capacidades diferentes, como su hija Clara con síndrome de Down, que murió en noviembre de 2013 cuando tenía apenas 2 años.

Mónica tuvo una hija con síndrome de Down que murió cuando tenía 2 años. "Para mí, un colegio que no es capaz de recibir alumnos con capacidades diferentes es mentira que sea un colegio de excelencia. Me parece inaceptable y es la violación de un derecho humano básico".

"Siento que ella fue un regalo, fue un privilegio tenerla. Le hice una promesa: que iba a trabajar por la inclusión y tratar en algo de disminuir la discriminación. Por eso creamos en CNN un programa que se llama Conciencia inclusiva, cuando no había existido nunca un programa sobre personas con capacidades diferentes. Hoy, tengo mucha más sensibilidad con un mundo que no había vivenciado. Cuando tienes en el seno de tu familia alguien con capacidades diferentes, lo tienes para siempre, y eso te crea un compromiso que también es para siempre. Te hace querer correr las barreras, decir públicamente: hay una  reforma educacional que tiene un proyecto de ley de inclusión, que siento que todavía no tiene derecho a llamarse así".

¿Crees que todos los colegios debieran incluir niños con discapacidad?

Para mí, un colegio que no es capaz de recibir alumnos con capacidades diferentes es mentira que sea un colegio de excelencia. No es el colegio donde quiero tener a mis hijos, me parece inaceptable y es la violación de un derecho humano básico. Una persona con capacidades diferentes debiera tener prioridad para entrar en un colegio. Lo creo porque está súper comprobado que esto solo mejora el ambiente en un colegio, que no perjudica, sino que ayuda a elevar los rendimientos académicos y lo creo también por un tema de justicia mínima. Chile firmó una convención internacional que supuestamente obliga a respetar los derechos de las personas con discapacidad y no lo estamos cumpliendo, sino que violándolos todos los días, y eso es algo que me da mucha vergüenza. Porque cuando un niño no tiene acceso a la educación, o se lo deja fuera de un seguro de salud, o se lo deja fuera de una terapia porque no está en Fonasa, se está violando un derecho humano. En la Ley de Adopción una de las causales para declarar a alguien en situación de adopción es que sea hijo de una persona con capacidades diferentes. ¡¿Qué es eso?! Cómo puede ser que a pesar de que haya una reforma laboral en curso, exista una norma que permite pagarle menos del sueldo mínimo a una persona porque tiene discapacidad. Eso existe y es una vergüenza. ¿De qué Ocde me están hablando si en nuestro país se permite algo así?

¿Te hiere eso?

Me indigna, me da rabia. Hiere profundamente, no solo a las personas con discapacidad, sino a toda su familia, porque la inclusión es mucho más que el discurso bonito: "Sí, estamos a favor de la vida". Me parece bien la Teletón, pero esto no tiene que ser 27 horas de amor, tiene que ser 24 horas, los 365 días del año. Este es un país donde hay mucho doble discurso, desde cosas tan básicas como que las calles no tengan la señalética para que una persona ciega tenga cómo ubicarse. A mí lo que me parece una herida lacerante son todas estas cosas.

Mónica Rincón saca una cajetilla de su cartera y se fuma un cigarro. El cigarro de la semana. ·