La plata, Dios y la muerte
Dos veces lo han postulado al Premio Nacional de Literatura y a su favor cuenta con el mítico oráculo de Bolaño, quien aseguró que tenía que ganárselo. Claudio Bertoni dice que ya le toca. Más que al ego, quiere agasajar al bolsillo: el dinero mensual que el ganador recibe de por vida vendría siendo la jubilación de este escritor "intrabajable" que jamás tuvo un sueldo y que, al borde de los 70 años, está obsesionado con la plata, Dios y la muerte.
Paula 1179. Sábado 1 de agosto de 2015.
"Yo toco a los hueones, ¿comprendís? La gente está chata de la literatura. A mí se me muere mi madre, pierdo a mi mujer y escribo sobre eso. Y el que lee también perdió a su madre o lo dejó su amante, o está solo, o enfermo; también tiene miedo y por eso se conmueve". Así explica el poeta Claudio Bertoni el misterio de tener tantos lectores y tan diversos, muchos de los cuales no son asiduos consumidores de poesía.
Con más de 40 años de escritura en el cuerpo, Bertoni es una especie de gurú para los poetas y artistas veinteañeros de Chile, que llenan cualquier boliche donde se lance un libro suyo. Sus poemas más recientes son apuntes de cuadernos, donde vomita sin ningún pudor sus miedos, miserias, amores, iluminaciones y vulgaridades. "Estoy escribiendo despelotado de adrede", dice. "Si está la cagada, no voy a estar escribiendo como si viviera en Atenas en el siglo V antes de Cristo".
Escritura que va de la mano con un personaje ultra instalado: las entrevistas y prólogos de libros siempre comienzan contando que es un vago de alta cultura y que nunca le ha trabajado un peso a nadie. Célebre es su primer libro El cansador intrabajable, publicado en Inglaterra, en 1973, que viene a ser un manifiesto temprano de su guión existencial. También se habla de su austera y solitaria vida en una mediagua en Concón, de su desorden, de su hipersensibilidad y de su neurótica batalla contra las tentaciones del sexo y las mujeres. Y es que, a pesar de su aislamiento, Bertoni tiene una presencia permanente en los medios. No se complica en responder lo que le pidan y habla con desparpajo callejero, inyectando citas de autores y expresiones muy eruditas que cuela como sin querer queriendo. Los periodistas culturales lo adoran, porque su agudo fraseo es antídoto seguro contra el aburrimiento. En realidad no es tanto por lo que dice, sino por cómo lo dice. De hecho, una de sus respuestas más recurrentes es "me importa una raja", la que tres segundos después se transforma en "todo me afecta demasiado": Bertoni le saca brillo a la humana contradicción.
"El premio nacional sería mi jubilación y mi seguro de salud, porque no vivo en Finlandia ni en Alemania. Mi paranoia ahora es la vejez, la enfermedad".
LA PLATA
Entre 1973 y 2015 Bertoni ha publicado más de 20 libros y en los últimos diez años sacó uno o dos libros anuales, porque comenzaron a reeditarle, publicarle cuadernos inéditos y armar antologías. La última acaba de aparecer bajo editorial Lumen, con un prólogo de Rafael Gumucio. Premios y reconocimientos no le han faltado. Además de la beca Guggenheim y dos premios del Consejo Nacional del Libro, ha estado siete veces postulado al Altazor y dos veces al Premio Nacional de Literatura. Él mismo tiene la lista de quiénes estarían dispuestos a apoyar su candidatura para que se le otorgue el galardón en 2016, quienes se lo han manifestado directamente en otras ocasiones. Entre ellos -asegura Bertoni- figura el editor de la Universidad Diego Portales, Matías Rivas; el director de The Clinic, Patricio Fernández; el columnista, Pedro Gandolfo; los escritores Álvaro Bisama, María José Viera-Gallo, Soledad Fariña, Alejandra Costamagna, Hernán Rivera Letelier y muchos otros.
El premio se entrega año por medio y consiste en una suma de 6 millones de pesos más una renta de 800 mil pesos mensuales de por vida. El último fue en 2014 y lo obtuvo el escritor Antonio Skármeta. Casi siempre se turna entre narrativa y poesía, por lo cual el próximo debería ser para un poeta. Zurita ya lo obtuvo en el 2000 y, considerando que es un premio asociado a la trayectoria, puede que Bertoni, -cómo él proclama-, tenga posibilidades de ganárselo.
Oye, el crítico literario Rodrigo Pinto y otros expertos en la materia dicen que el Premio Nacional no tiene ninguna validez, que suelen entregarlo a cambio de favores políticos...
Tenís razón. Pero igual vale la pena hacer la movida de postularme.
Tendrías que ir a los cócteles para ayudar a tu candidatura.
El mundo de la literatura, de los escritores y de los premios es una mierda, porque está lleno de mentira. No tengo dedos para ese piano. Ver hueones vendiendo pomadas no me agrada. Me voy para otro lado nomás. Prefiero escuchar que pase un auto y que se caiga una hoja de un árbol.
No crees en la literatura, pero te quieres ganar el premio. Ahí está la contradicción.
No estoy de acuerdo, querida. Si uno no se contradice por lo menos tres veces al día es un imbécil. Pero en realidad me importa un pito, porque la contradicción es una idea y lo que quiero es algo concreto. Piensa en lo siguiente: hay un premio que podría llamarse perfectamente "el cordón del zapato dorado", que consiste en un sueldo mensual de por vida y que se lo dan a los idiotas que se han dedicado a escribir. Y de repente hay un tipo equis, que la gente conoce, que le gusta lo que escribe, un tipo muy famoso que Bolaño dijo que había que darle el Premio Nacional y existe la posibilidad, el tiro al aire. No se pierde nada con tratar. Hay gente que se gana el kino y hay aviones que se caen... Que yo me lo gane es mucho más probable.
"No nací en La Pintana. Mi padre era un abogado y él compró sitio en Concón. Por eso me vine a vivir acá. Si hubiese tenido algo en Lituania o en Siberia, habría partido para allá".
Dices que no te interesa el reconocimiento, sino la plata.
Es lo único que me interesa. Mira. Soy como todo el mundo. Quiero que me hallen lindo, que me quieran, pero no pago un peso por eso. Hallo que no vale la pena. El Premio Nacional sería mi jubilación y mi seguro de salud, porque no vivo en Finlandia ni en Alemania. Mi paranoia ahora es la vejez, la enfermedad. Me dicen que estoy flaco y creo que tengo cáncer. Mi miedo es tener un derrame cerebral y quedar como Cerati y no tener el poder de quitarme la vida. Estoy viviendo ese miedo, paso haciéndome exámenes. En la mañana me levanté y casi me caigo, porque estaba mareado. Voy adonde el neurólogo y hay un examen que me tengo que hacer y no quiero hacérmelo.
¿Y es muy caro?
No tanto, puedo hacérmelo. Me he sacado dos premios del Consejo del Libro, 8 millones cada uno, 16 millones en total, y la Guggenheim que son otros millones, ya suman más de 30, y todo eso lo tengo guardado. Lo metí a un banco y vivo de los intereses, pero son una mierda. No me puedo casar ni tener hijos, porque si gastara esa plata, cago. No he trabajado ni un día en mi vida y para eso tengo que hacer rendir mis ahorros y vivir con el mínimo, con 200 lucas mensuales.
Para no trabajar hay que administrar la plata con gotera.
No nací en La Pintana. Mi padre era un abogado y él compró este sitio en Concón, por eso me vine a vivir acá. Si hubiese tenido algo en Lituania o en Siberia, habría partido para allá. A mí Concón me da lo mismo. Dejé la universidad y tuve la suerte de que mis papás cacharon el mote: que yo era así, que estaba en otra. Técnicamente soy un vago. Pero la verdad es que desde chico me obsesioné con la poesía, el arte, la pureza, el amor. Para mí era entregarse entero a eso. Algo muy fundamentalista, un poco suicida. Nunca pensé cómo iba a ganarme la vida. Ha sido increíble que haya podido dedicarme a escribir y que la gente me haya leído.
Pasas pellejerías teniendo ahorros, algunos dicen que es avaricia.
Los que dicen eso no saben nada de nada. Einstein dijo: "Hay dos cosas infinitas: una es el universo y la otra es la estupidez humana. Y no estoy seguro de que exista lo primero". Pienso que la mayoría de la gente es idiota. Si gasto poco para no trabajar es porque es la única manera de vivir libre y hacer lo que quiero. Porque no quiero muchos bienes. Me importan nada los símbolos de estatus. Así viven los santos, mujer. Lo que pasa es que yo de muy chico me devoré a los surrealistas. Ellos estaban en la calle, el énfasis era la vida. Henry Miller resume la cosa: "Ganarse la vida es perderla".
Reivindicación del ocio.
Sin duda. Nicanor Parra se reía con lo del El cansador intrabajable. Hace poco apareció acá en mi casa, se bajó del auto con sus muletas, que apenas podía caminar. Le dije: "Pucha, Nicanor"; lo agarré, lo abracé y toda la huevá. Me vino a ver por algo que escribí en un libro de homenaje a él. Ahí yo decía: "Nicanor es mi teólogo favorito, mi cantante de tango favorito" y no sé cuántos favoritos más. Y todo es verdad. Entonces, cuando nos vimos él me dijo: "Te faltó una. Yo soy el cansador intrabajable".
Pero Parra trabajó harto de profe, se quemó las pestañas.
Sí, él no era na' hijo de un abogado, no se podía tirar las pelotas.
DIOS
En un poema tuyo citas la famosa sentencia bíblica de que es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja a que un rico entre en el reino de los cielos...
Claro. En todas las tradiciones religiosas hay una oposición entre el dinero y la espiritualidad. Pero no sé, estos son temas que no se pueden hablar, porque cuando uno habla generaliza y cuando generaliza, inevitablemente, reduce y ajusta las cosas a su pinta, o sea, miente. Lo que sí puedo decirte es que Dios es lejos lo que más me importa.
¿Y nunca pensaste en ser cura?
¿Estái loca? Estuve en colegios de curas y los odio. Para mí lo de la vida monacal está asociado a la espiritualidad atea. Lo que más me atrae en el mundo son los poetas japoneses zen, hallo que es lo más sano. Si yo fuera el ministro de educación del mundo, haría leer el Tao Te Ching desde chiquititos. Tienes que cachar que estamos en la Tierra, en un planeta dentro de un sistema solar que es de cuarta categoría, no tenemos idea de nada. En el terreno de la neurofisiología, donde ahora se corren las fronteras del pensamiento, se amplía cada vez más el horizonte de lo desconocido. En vez de ir sabiendo y sabiendo, lo que sucede es que descubrimos, cada vez más, lo nada que sabemos. El enigma crece, crece y crece.
Y también va creciendo Dios.
Eso es lo terrible. Es un tema infinito, inabarcable, es lo que no se puede nombrar, lo que no se puede imaginar, ni hablar ni conocer.
Es lo que hablabas de la teología negativa, de la imposibilidad si quiera de nombrar o de imaginar a Dios.
Por eso que la Simone Weil (filósofa francesa) dice que un verdadero ateo, un gallo como yo, está más cerca de Dios que un creyente, porque el creyente reza para que a su hijo le vaya bien en la PSU, pero está asustado. Si creyera realmente, no lloraría cuando se le muere un ser querido. ¿Cómo voy a llorar si me voy a ir al cielo y en diez minutos más voy a estar con mi ser querido por toda la eternidad, pasándolo el descueve? Cacha la tremenda promesa. Pero igual están cagados de susto.
"Conozco gente a la que le importa nada si existe o no dios. Pero yo me he pasado la vida obsesionado con eso".
¿Tú serías un ateo que quiere creer?
Hay distintos ateos. Por ejemplo, Sartre nunca se complicó con Dios. Conozco gente a la que le importa nada si existe o no existe Dios, que no tienen ni el más mínimo feeling metafísico. Pero yo me he pasado toda la vida obsesionado con eso. Hallo que hay un vacío enorme, que todo es un despelote, abres una puerta, subes una escalera y no entiendes nada. Me encantaría que Dios existiera, pero el problema es de qué Dios se trata. Lo único que hay en el mundo es el dolor. Todo es pasajero y todo es doloroso. Entonces, si me vienen a decir que hay un Dios que inventó esto, es un desalmado. Otra posibilidad es que Dios hizo el mundo, pero el dueño es Satanás, y por eso que está la zorra.
Pero la gente se ríe de Satanás, si hablas de eso, te encuentran un pelacable.
Yo hallo que esta es una de las épocas más tristes del mundo. El feeling en la calle es tremendo y uno se traga todo. Y si eres sensible te hace daño. A mí todo me afecta de una manera que no es normal. Un perro que me ladra en la calle con mala onda me hace daño. Si no fuera por el sexo, viviría feliz encerrado en un monasterio, porque no creo en nada, no pesco nada. Pero soy enfermo de caliente.
¿Pero eso es algo mental o es una necesidad física heavy?
¿Qué significa que sea mental? ¿Qué es una necesidad física heavy? Te estoy preguntando, porque no sé a qué te refieres. Es la libido nomás. A veces también estás caliente y te dan ganas de escribir. Por eso los artistas son así. El enano de Picasso era enfermo de caliente y San Agustín era súper lacho con las minas y después tuvo esa transformación religiosa, que es lo que más me intriga a mí.
Yo creo que le pones mucho.
Pero mujer, no es culpa mía. Yo tengo pecas también. ¿Querís que me las saque con piedra pómez?
"Pienso que la mayoría de la gente es idiota. Si gasto poco para no trabajar es porque es la única manera de vivir libre y hacer lo que quiero. Porque no quiero muchos bienes. Me importan nada los símbolos de estatus".
LA MUERTEe
El tema de la muerte ha aparecido harto en tus últimos poemas. ¿Te da miedo desaparecer del planeta?
Me importa nada… pero en 10 minutos más te digo lo contrario. Mi temor más grande es no poder matarme cuando tengan que ponerme un pañal; no me quiero hacer caca, me ahorcaría con el pañal. ¿Comprendís? Pero no sé cómo voy a estar. A lo mejor voy a estar temblando como mi papá, que murió a punto de cumplir 100 años, y lo pasó pésimo. La demencia senil es como las pelotas, es indigno prolongar la existencia así. Vivir no es respirar. Una bola de carne, sangre y huesos respirando, aferrándose a eso, asustado, fuera de control, incapaz de limpiarse, con dos enfermeras que lo ayudan. Es horrible. Nadie tiene derecho en nombre de nada a obligarte a vivir así. Cualquier persona que tenga un cerebro normal halla que la eutanasia es totalmente justa.
¿Has pensado en autoeliminarte cuando la cosa no dé para más?
Mil veces.
¿Y has planificado cómo lo harías?
Lo tengo planificado. Me voy a matar cuando sienta que no vale la pena seguir respirando. Lo mejor es dormirse y no despertar y eso se logra con una combinación de gas y pastillas. Tienes que poner huincha aisladora en las puertas, abrir el gas de la cocina y el horno y afuera poner un letrero que diga: "No prender fósforos", para que no explote todo antes. Pero tienes que haberte tomado ya ene pastillas y ahí te acuestas y listo. Lo único que importa es huir del dolor.
Oye, y tú que andas con tantas cosas en la cabeza. ¿No sientes a veces que te vas a volver loco?
Absolutamente, es lo que más terror me da. Es que no te he hablado tanto de esto. Estuve enfermo desde 1998 hasta 2003, creía que me iba a salir una tercera mano y me ponía a sudar helado.
Sí lo hemos hablado y apareció mucho en tu libro Adiós y en varias entrevistas. Ahí te dijeron que tenías crisis de pánico y anduviste a punta de Ravotril.
Entonces te voy a hablar poquísimo de eso. Pero nadie sabe nada. Incluso, el siquiatra pensó que podía ser un delirio místico. Lo que puedo decir es que la noción del tiempo era horrorosa. Cada minuto era un cubo de granito de diez mil millones de kilómetros. Me levantaba en la mañana y decía: "Queda un día entero". Un minuto, dos minutos. Estuve al borde de perder la razón. Era como si mi cabeza estuviera llena de tallarines y alguien me los estuviera absorbiendo. No podía leer, no podía dormir. Es un infierno, la sensación de estar percibiendo todo al mismo tiempo, que no haya un canal, que sea una inundación. Por eso algunos insomnes se matan. Porque dormir da la sensación de que algo termina y que después empieza otra cosa. Pero cuando te das cuenta de que nada se detiene nunca y que tu cabeza no se detiene nunca, entiendes que esto no tiene salida.
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