"Estaba en el baño en mi casa y cuando me paré vi todo lleno de sangre. Me asusté tanto que empecé a ver borroso y me desmayé. Cuando desperté, mi mamá me había acostado en la cama y apenas abrí los ojos me dijo: 'Mi niñita, que ahora es una mujer'. Esa tarde mi papá llegó con un ramo de flores a la casa. ¡Fue todo tan vergonzoso!", recuerda Agustina Fernández (13) del día de su primera menstruación. No es que no supiera por lo que estaba pasando; al contrario, llevaba tiempo esperando vivir este hito tan importante. Lo veía como un paso hacia ser más grande. Hacia convertirse en una mujer. "A dos amigas ya les había pasado. Eran las que estaban más desarrolladas y usaban peto. A los hombres de mi curso les gustaban, entonces quería que me llegara para verme como ellas", confiesa.
Efectivamente la menarquia, como se conoce la aparición de la primera menstruación, marca el término de la pubertad para dar paso a la adolescencia. La ginecóloga pediátrica de la Clínica Las Condes Carolina Pastene explica que "la pubertad se inicia con la aparición del botón mamario en las niñas, y esto ocurre generalmente entre los 9 y los 11 años. Luego viene un aumento en el crecimiento de la mama, la aparición del vello púbico y finalmente -por lo general dos años después- llega la primera menstruación". En este momento se generan una serie de cambios físicos; desarrollo de la cintura, redistribución de la grasa corporal y cierre del cartílago de crecimiento, señales de que su organismo ya está sexualmente maduro y es capaz de reproducirse.
En Chile, el promedio de edad de la primera menstruación es a los 12 años. Se considera prematuro si ocurre antes de los 8 y tardío, después de los 14. En este rango etario, además del desarrollo de los caracteres sexuales secundarios, es muy probable que las niñas sufran algunos cambios emocionales y conductuales. "Las hormonas femeninas, que abundan en este periodo, tienen un impacto en el desarrollo neurológico. El cerebro también madura, al igual que el resto del cuerpo, y las personas empezamos a pensar de otra manera. Uno de los primeros cambios es que dejamos de ser tan literales y comenzamos a entender información más abstracta. Es una etapa en la que las niñas son más cambiantes, más lábiles emocionalmente", dice María Pía Castro, psicóloga infanto-juvenil de la Clínica Santa María.
Esos constantes cambios generan inseguridades. "Es la etapa de la vida en que nos sale una espinilla y creemos que todo el mundo está pendiente de eso. Obviamente depende de la personalidad de cada niña, pero en general tienden a exacerbar sus conductas. Si una niña es sensible, en esta etapa será extremadamente sensible, y por eso es importante que los padres estén atentos a estas señales. Hay mucha comparación entre ellas, porque hay también muchos cambios físicos, entonces que una amiga esté más o menos desarrollada suele ser un tema para ellas", aclara la experta. Y es lo que le pasó a Agustina. "No hablamos mucho con mis amigas de este tema, pero para mí igual era importante, porque antes de que me llegara la regla me sentía más distanciada de ellas. Fui la última a la que le llegó, entonces era como la más chica del grupo. Incluso una vez le pedí a mi mamá que me comprara un sostén con relleno para parecerme a las demás", cuenta.
Miedo a lo desconocido
Así como algunas niñas quieren crecer pronto y desarrollarse, hay otro grupo que le tiene terror a la primera regla. "Tengo hermanas más grandes que ya se han enfermado y sé que no pasa nada, pero igual me muero de susto. No sé si a alguna compañera de curso ya le ha llegado, no hablamos mucho de eso en grupo, pero con mi mejor amiga siempre pensamos que nuestra peor pesadilla es que nos llegue la regla por primera vez en el colegio y que nos manchemos la ropa. O que los niños nos encuentren las toallitas en la mochila. Si pasara eso, nos moriríamos de la vergüenza. También nos da lata perder nuestra libertad, porque he visto que a mis hermanas, los días que están menstruando, les duele y se sienten mal", cuenta Sofía Contreras (10).
La ginecóloga explica que los primeros años no es común sentir dolor porque no hay ciclos ovulatorios todos los meses. "El nombre técnico del dolor menstrual es dismenorrea, que clasificamos en primaria o secundaria. La primera se refiere al dolor propio asociado a los cambios del ciclo y la segunda es consecuencia de otro problema en el aparato reproductivo. Ninguna de las dos es común en el primer año después de la menarquia; por eso, si una niña tiene un ciclo menstrual muy doloroso, lo más probable es que tenga un problema asociado". Lo que sí es común en esta etapa es la irregularidad. "Los primeros ciclos menstruales en la vida de una mujer son más largos. Se cuenta como día 1 del ciclo cuando comienza el sangrado y termina con el inicio de la siguiente menstruación. En una mujer adulta pueden durar entre 23 y 35 días, el promedio es de 28; en cambio en una adolescente los ciclos más cortos son de 21 días y los más largos, de hasta 45 días", agrega la especialista.
Esto se explica porque los ovarios no ovulan todos los meses. Es más, recién al quinto año desde la primera regla se alcanza el 85% de ciclos ovulatorios. Cuando hay ovulación los primeros 14 días del ciclo se produce estrógeno, crece el endometrio, ovulas, y si no hay embarazo bajan bruscamente los niveles de progesterona y el endometrio cae en bloque provocando menstruaciones de cuatro días. Pero si no hay ovulación, el endometrio sigue creciendo y creciendo hasta empezar a desprenderse de forma irregular, generando menstruaciones de hasta 20 días.
Y con tal cantidad de tiempo, claro que una niña puede no querer menstruar. "Hay algunas que llegan a la consulta pidiendo que les corte la regla, porque tienen un paseo o un campeonato o se van de vacaciones. Esto es mucho más común que antes en niñas más chicas, porque son una generación que tiene más acceso a información y están mucho más empoderadas. Atrasar la regla no está contraindicado, pero también es importante que ellas asuman que esto es algo con lo que van a vivir siempre y que no debiera imposibilitarlas para hacer una vida normal", dice la ginecóloga. "Yo por eso bajé una aplicación superbuena, que todas mis amigas también tienen. Ahí ponemos la fecha en que nos llega y otros datos, y hasta nos muestra con caritas tipo emoji el estado de ánimo que vamos a tener cada día del mes", dice Agustina.
Agustina también cuenta que una vez que tenía un paseo intentó usar un tampón, pero que al final no le resultó. Buscó tutoriales, pero no lo logró. Le dolía y se asustó. Dice que en general sus amigas tampoco usan, salvo las deportistas. La mayoría usa toallitas y entre todas se recomiendan las que más les gustan.
La psicóloga explica que compartir información entre ellas es una buena instancia para aclarar dudas y mitos. "Las aplicaciones son buenas, primero, para llevar un registro de salud de sus ciclos, pero también para generar un espacio de información y conversación. Finalmente, esto es lo más importante al momento de enfrentar un proceso tan natural como la menstruación: conversar con las niñas, prepararlas para este hito que marca un antes y un después, que conozcan sus ciclos y su cuerpo, porque si están informadas siempre lo vivirán con mayor normalidad".