Paula.cl

Hace unos años Sebastián Yrarrazával (45) estaba en una playa en Sicilia. En medio de trajes de baño, sol y calor, al fondo de la larga orilla, vio desde lejos que llegaba una rudimentaria balsa con personas que habían cruzado el Mar Mediterráneo en muy malas condiciones. Probablemente venían de Siria, uno de los lugares desde donde han llegado miles de refugiados a esa isla. No supo, porque no preguntó. Se quedó en estado shock.

Dice que eso lo inspiró para hacer Pulsión, la exposición que se está presentando desde principios de julio hasta el 5 de agosto en la galería AMS Marlborough. "Quise mostrar lo cíclico que es el drama del éxodo, de toda la gente que escapa y está en la mitad del Mar Mediterráneo a la deriva sin saber si va llegar al otro lado. Es un tema que se repite desde los inicios de la civilización", dice el pintor. Y agrega: "En estos mismos segundos hay gente que está en situaciones desesperadas. Por esto el título, porque se trata de una pulsión de supervivencia. Una cosa interna que tenemos de sobrevivencia, de vida, de muerte".

Además de sus influencias en la pintura – los cuerpos de Miguel Ángel y Giotto di Bondone–, hay un cuadro que lo inspiró: La balsa de la medusa de Géricault. "Ahí hay muchos personajes y se ven todas las personalidades del ser humano: hay unos con rabia, otros tristes. Otros muertos, otros con esperanza. Todo el cuadro está en tensión con un puntito que mide un centímetro y que está en el horizonte. Simboliza la esperanza de que los van a rescatar.

Y si bien las pinturas de Pulsión –de gran formato, miden 4 x 2 metros– muestran un drama, él se detiene en el tema de la esperanza. "No quiero que parezca que es una cosa monstruosa. Todos tenemos dificultades que hay que enfrentar en la vida, que a veces son bastantes dramáticas, pero que son cosas que nos hacen crecer para ser mejores. O, a veces, peores", explica.

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Travesía. Una de las nueve pinturas que componen Pulsión.[/caption]

Pintor a los 40

Chileno nacido en España, Sebastián siempre pintó, aunque, dice, que no tan en serio. Ejerció como arquitecto y le fue bien. Fue parte del equipo responsable del Espacio Fa del Hotel Noi y también hizo proyectos en Barcelona, que cuando recuerda se nota que lo entusiasman, pero dejó la arquitectura para convertirse en artista.

¿Cuándo decidiste ser pintor?

Yo fui formateado para ser abogado o cualquier cosa, menos pintor. Yo pinto hace mucho tiempo, pero tomé la decisión de dedicarme hace 4 o 5 años. Lo hice porque sabía que podía hacer algo.

¿A los 40 tomaste la decisión? ¿Tarde?

A mí me costó mucho asumir. Yo soy del colegio Tabancura, soy formado para ser otro tipo de persona. Vengo de una familia súper tradicional. Desmoldarme de eso me costó mucho, me costó dar el paso. Pero en un momento determinado lo di nomás.

¿Estás contento con tu decisión?

Sí. Aunque tú vas a otros países que vienen de vuelta y han pasado las de Kiko y Kako y el respeto que te tienen es salvaje. Aquí todavía te topas con el tipo que te dice "Ah, tú eres artishta".

Vive en Pirque, en su celular no hay WhatsApp ni internet. Le carga la tecnología aplicada al arte. Y aunque recalca que no es un anacoreta y que a veces se mete a ver su mail, se siente más cómodo desconectado y concentrado en su trabajo. Para Pulsión estuvo un año haciendo las 9 pinturas que la componen. Se tomó entre uno y tres meses en cada una. Y lo hizo como a él le gusta: solo, con sus pinturas, pinceles y lienzos.

"Para muchos, lo que yo hago es de las cavernas. La columna vertebral del arte, que es el pigmento sobre una superficie. Mucha gente dice que eso ya murió, que ya no hay nada que crear, que es imposible. Entonces han derivado en meterle tecnología al arte. Lo encuentro muy respetable, pero es mi camino".

¿Tiene que ver también con tu estilo de vida, alejado de las grandes ciudades?

Yo viví en Santiago hasta hace dos años. Me vine a Pirque porque una amiga tenía un hotel y me fui a vivir allá. Me gustó el lugar, me compré una casita y me quedé. Para pintar hay que estar medio solo. La pintura es muy celosa.

Pulsión. Galería AMS Marlborough. Hasta el 5 de agosto. Nueva Costanera 3723, Vitacura.