La reinvención del paisaje
Aplicando contundentes dosis de conocimiento, pero, al mismo tiempo, seduciendo a los sentidos, el historiador, curador y artista Gonzalo Pedraza (33) construye una compleja reinterpretación del paisaje natural chileno. Su muestra rompe el mito de la "fértil provincia", que anunciaba el poema épico de Ercilla, para demostrar que siempre hemos luchado contra la aridez y que los verdes jardines son voluntaristas construcciones culturales. En el Centro de Artes 660. Hasta el 24 de marzo.
Paula 1194. Sábado 27 de febrero de 2016.
Aplicando contundentes dosis de conocimiento, pero, al mismo tiempo, seduciendo a los sentidos, el historiador, curador y artista Gonzalo Pedraza (33) construye una compleja reinterpretación del paisaje natural chileno. Su muestra rompe el mito de la "fértil provincia", que anunciaba el poema épico de Ercilla, para demostrar que siempre hemos luchado contra la aridez y que los verdes jardines son voluntaristas construcciones culturales. En el Centro de Artes 660. Hasta el 24 de marzo.
Para Gonzalo Pedraza la historia del arte, la curatoría y la creación de obras son inseparables y esta amalgama es elocuente en su nuevo proyecto Colección natural. Pedraza envuelve al espectador en un recorrido tan crítico como seductor por un paisaje chileno reinventado que, sin embargo, se encuentra muy anclado en nuestro subconsciente: apela a la imagen de las plantas suculentas, que crecen en cualquier peladero chileno; a los ornamentos de yeso con que se decoran los jardines; y también al fantasma de terremotos y maremotos, que modifica las postales del territorio. El artista construye tres escenarios que operan como estaciones de este viaje: Jardín, Gabinetes y Páramo.
Un elemento que se repite en la obra de Pedraza son las figuras de yeso, que operan como irónicas metáforas del modo en que el tercer mundo imita, desde un material precario, los modelos escultóricos del clasicismo europeo.
El primero es una especie de reverso del parque ideal decimonónico: seco, monocromo, plagado de plantas espinudas y xerófilas y adornado con estatuas rotas y decadentes. El segundo exhibe contenedores en los que dispone, a la manera de una colección, objetos que imitan formas de bichos y plantas. El tercero es un paisaje árido y devastado, como si hubiese sido arrasado por un tsunami. "Espero que la muestra conecte al espectador con su propia historia natural", dice Pedraza. "Que reconozca las plantas, los amarillos, los insectos, los terremotos y maremotos presentes en su propia biografía".
Su interés por el coleccionismo –que se expresa en el montaje de los Gabinetes– viene de su fascinación por el fenómeno histórico del "gabinete de curiosidades", una especie de mosaico de imágenes, objetos y obras de arte que, desde el siglo XVII los acaudalados europeos montaban en sus salones de piso a techo, exhibiendo ante los visitantes sus tesoros más preciados. Este gesto Pedraza lo liga a un deseo que subsiste en todas las personas que, de algún modo, son coleccionistas y curadores de fetiches culturales cargados de historia y valor sentimental. Con esta idea ha realizado ya varios proyectos. En el actual, agrega el componente natural, utilizando como referencia clave las ilustraciones y apuntes realizados por la naturalista inglesa Marianne North, quien, en 1884, vino a Chile aconsejada por su amigo Charles Darwin para analizar, describir y pintar la vegetación de este paraje austral. Tanto sus imágenes como sus apuntes de viaje –consultados por Pedraza– hablan de una tierra árida, rocosa y amarilla, donde abundan los cactus, las suculentas y otras plantas xerófilas: nada que ver con la "fértil provincia" del poema de Ercilla, que nos hacían memorizar en la escuela. "El verdor, los parques y jardines no eran parte del paisaje natural, sino espacios construidos artificiosamente, que simbolizaban estatus y poder, y que fueron fabricados en el siglo XIX por la burguesía minera acaudalada, siguiendo los modelos de ciudades como Londres y París, que eran referentes de progreso y cultura", explica Pedraza.
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