Desde que tiene recuerdos que a Sofía Asenjo (30) no le gusta celebrar su cumpleaños. "Cuando niña creo que me abrumaba ser el centro de atención, que me miraran demasiado. Me ponía nerviosa que no llegara la gente o tener que saludar a todos. Hasta ahora me incomoda cuando me cantan. Antes terminaba normalmente cantando yo también, como para ser parte del momento, en vez de estar parada al medio con todos mirándome", cuenta. Hubo un cumpleaños, el de los 10, en el que Sofía esperó a su mamá que venía llegando de un viaje para abrir los regalos que sus familiares le habían entregado en la celebración. "Quería que mi mamá estuviera ahí para abrirlos, y aunque hice esperar a mi familia, la necesitaba, porque ella entendía esos momentos en los que yo me sentía incómoda u observada. Al estar con ella era como que el resto desaparecía".

Aunque no le gustara ser el centro de atención, Sofía no era necesariamente una niña tímida, ni tampoco introvertida. Le gustaba jugar sola y vivir en su mundo, pero era lo suficientemente sociable como para tener varios amigos y disfrutar con ellos. También tenía el desplante para, por ejemplo, subirse en una mesa a imitar a una cantante lírica, mientras su padre cocinaba los fines de semana, con ópera de fondo. Su madre la describe como creativa, curiosa y cariñosa. Hacía muchas preguntas, tenía un amplio vocabulario, percibía cambios muy sutiles, era muy sensorial, muy empática, vivía sus emociones intensamente. Y hace algo más de un año, cuando comenzaba una terapia sicológica, todos esos rasgos que comenzaron a evidenciarse desde su niñez le hicieron sentido cuando su psicóloga le mencionó un concepto que hasta ese momento Sofía no había escuchado: personas altamente sensibles.

El término−que se abrevia como PAS−fue acuñado a fines de los 90 por la norteamericana Elaine Aron, doctora en psicología, cuyo libro The Highly Sensitive Person (Persona Altamente Sensible) ha vendido más de un millón de copias. Aron estudió tan a fondo el tema, que sus investigaciones mostraron que la prevalencia de este rasgo o característica del sistema nervioso se da en un 20% de las personas, e incluso se ha encontrado en más de 100 especies animales.

Mientras que en Estados Unidos y España hay asociaciones de PAS, en Chile el tema ha comenzado a hacerse conocido gracias a Catalina Niño de Zepeda, psicóloga que se especializa en el trabajo psicoterapéutico con personas altamente sensibles y trauma, y que difunde información sobre ello en su cuenta de Instagram @cataninodezepeda. "Hace algunos años mi terapeuta me comentó que yo era altamente sensible y comencé a investigar", cuenta Catalina, quien así llegó a Elaine Aron. "Decidí especializarme en este tema como una manera de reivindicar este rasgo que muchas veces es tan mal entendido, no solo por la mayoría no PAS, sino también por muchos PAS", añade. Para Niño de Zepeda se trata de un trabajo desafiante, precisamente porque muchas veces las personas PAS pueden ser mal diagnosticadas, etiquetadas con trastornos depresivos, ansiosos o personalidad borderline. "Este es simplemente un rasgo o característica del sistema nervioso, y en ningún caso un trastorno. Cuando un PAS lo sabe y recibe el cuidado adecuado desde niño, o bien de adulto hacemos un trabajo personal y buscamos psicoterapia, podemos ser un tremendo aporte al mundo, ya que somos altamente creativos y empáticos", dice la especialista.

Cuando la psicóloga habla de que esta es una característica del sistema nervioso, se refiere a que hay un procesamiento más profundo−pero no alterado−de la información a nivel cerebral. En otras palabras, los PAS captan más estímulos e información del medio y los procesan en profundidad. Un cerebro PAS tiene respuestas distintas: la dopamina -el neurotransmisor que funciona como señal de recompensa-−funciona con menos intensidad, haciendo que los PAS no se sientan tan atraídos por los estímulos de recompensa externa y prefieran permanecer más reflexivos ante los estímulos. Además, las neuronas espejo se encuentran mucho más activas que las de las personas no altamente sensibles, por lo que son muy empáticos y compasivos.

"Hay estructuras cerebrales de los PAS que participan especialmente en procesamiento de los datos sensoriales y en la sensación de emociones vívidas, por lo que experimentan las emociones con gran amplitud", agrega. Para los PAS, continúa, casi todo en el cerebro está organizado para notar e interpretar a otros, y muchas partes de su estructura nerviosa se activan en un contexto social, por lo que tienen una mayor atención plena y alerta (consciencia) en los contextos sociales.

Niños altamente sensibles

Empáticos, inteligentes, intuitivos, atentos, constantes, creativos y comprensivos. A veces pueden parecer algo tímidos o inquietos en medio de determinados contextos sociales que los pueden abrumar, como aglomeraciones o fiestas bulliciosas. Como, por ejemplo, cuando llega el momento de romper la piñata en un cumpleaños infantil. O abrir los regalos, como le pasaba a Sofía. Un NAS −-niño altamente sensible-− probablemente hará preguntas cuyas respuestas serán difíciles de contestar, porque son complejas y profundas. Justamente porque ese niño procesa profundamente la información del medio, llegando a comprensiones más complejas. Así describe en su sitio web www.personasaltamentesensibles.com la coach especializada en PAS Karina Zegers de Beijil, fundadora de Asociación de Personas con Alta Sensibilidad de España. Como explica Zegers ahí, estos niños pueden abrumarse ante situaciones que contienen mucha cantidad de estímulos, como sonidos estridentes o luces brillantes.

En este sentido, la psicóloga Catalina Niño de Zepeda agrega que hay algunas características que hacen reconocer a los NAS: suelen no gustarles las grandes sorpresas, molestarse con ciertas ropas o costuras y telas, ser muy sensibles a los olores y sabores o usar palabras más sofisticadas. "Un ambiente seguro, tranquilo, donde un niño NAS se sienta contenido y cuidado, va a ser fundamental para que desarrolle todo su gran potencial", especialmente porque vivimos en un mundo hecho para el 80% no PAS: lleno de estímulos, métricas y metas, presión en la educación, en el trabajo, en la familia. "Por eso, para cuidar el sistema nervioso de los niños altamente sensibles, es muy importante atender a su propio ritmo y necesidades. U observarlos, conocerlos, guiarlos para que puedan estar donde se sientan cómodos. Cuidar de su autoestima y que aprendan a valorar sus propias características. Un niño NAS suele tener un padre o madre PAS, entonces, que ese padre o madre, o ambos, dependiendo del caso, puedan reconocer su alta sensibilidad, conocerla y desarrollarla es fundamental".

Lejos de un trastorno

En un paseo de trekking, un grupo de amigos con sus hijos subía por un sendero. Uno de los niños le comentó a su padre: "Mi mochila está muy pesada", entonces el papá se remitió a responder: "Claro, porque empacaste muchas cosas". Pero no se dio por aludido de la necesidad que tenía su hijo, y siguió adelante caminando, mientras otra persona del grupo ayudaba al niño con la carga. Ese día, al finalizar el paseo, ese padre contó al resto que él estaba diagnosticado como asperger, el rango de funcionamiento más alto del trastorno del espectro autista. La escena es un ejemplo real, que utiliza la misma doctora Aron, pues ella subía ese día el cerro como parte del grupo. El trastorno autista es un tema que le interesa, ya que dentro de sus investigaciones sobre los PAS la doctora ha trabajado intensamente en describir qué corresponde a la alta sensibilidad y qué corresponde a trastornos.

La doctora Aron señala que en el trastorno del espectro autista (TEA) las personas tienen una alteración, en distintos niveles,−pero de manera sostenida y severa,−del procesamiento de las claves sociales, lo que afecta la empatía. "Los PAS no tenemos un trastorno ni disfunción en el procesamiento de la información que nos rodea, sino que, por el contrario, la captamos y procesamos de manera mucho más fina, más aguda", aclara la psicóloga Catalina Niño de Zepeda. "Ahora, esa agudeza de interpretación hace que captemos tantos estímulos, que muchas veces nos sintamos agobiados. Por eso es muy importante el autocuidado y el autoconocimiento para un PAS", añade.

Ese agobio por alta estimulación podría eventualmente confundirse con un procesamiento disfuncional de los estímulos, como el trastorno de integración sensorial. En este sentido, la profesional señala que "los PAS nunca mostramos una baja respuesta a estímulos, como sí ocurre con el trastorno de integración sensorial, ni tampoco dejamos de desarrollar estrategias para adaptarnos, como puede ocurrir en estos casos". En el caso del trastorno de integración sensorial, continúa la experta, se produce una dificultad de integrar la información que llega a través de los estímulos; una dificultad para organizarla de manera coherente. "Un PAS es capaz de organizar esta información, pero de manera mucho más profunda y reflexiva, y por eso podemos llegar a vernos sobreestimulados y sobrepasados", agrega.

"Creo que el hecho de que la alta sensibilidad tenga un nombre, que haya cada vez más información disponible, y que como PAS tomemos responsabilidad en nuestro autocuidado, invita a reivindicar la alta sensibilidad, salir de etiquetas, juicios y prejuicios", apunta. En efecto, la alta sensibilidad puede traer elementos positivos y fortalezas. Los PAS pueden ser altamente creativos e innovadores, empáticos y colaborativos, con una espiritualidad innata y una alta conexión con la naturaleza. "Eso es justo lo que necesita actualmente el mundo, ¿no?", comenta la psicóloga, quien añade que -como ha dicho la doctora Aron- el hecho de estar atentos al entorno y a las claves informativas, captando sutilezas del ambiente, ha cumplido y sigue cumpliendo una función evolutiva. "El rasgo de la alta sensibilidad ha sido validado por la evolución hace miles de años", puntualiza la especialista.