La relación entre el consumo de lácteos y los brotes de acné

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El acné es una condición en la piel que afecta a una gran parte de la población mundial. Solo en Estados Unidos, se estima que entre 40 y 50 millones de personas lo tienen, y aunque principalmente se ven afectados los adolescentes, también se puede observar en niños y adultos. De hecho, se ha estudiado que existe cierto nivel de acné en un 54% de las mujeres sobre 25 años, y en un 40% de los hombres en el mismo rango etario.

Y aunque no es un problema que afecte, necesariamente, la salud de las personas, sí juega en contra de aspectos como la autoestima, la autopercepción, cómo nos presentamos ante los demás y nuestro estado de ánimo en general. Por lo que no es de extrañar que existan una serie de cremas y tratamientos enfocados en mejorar el estado de la piel. Y es posible que exista una relación entre lo que comemos y la salud cutánea. Aunque la asociación usual es con las comidas más “cálidas”, como los chocolates, el manjar y los frutos secos, también existe la creencia de que el consumo de productos lácteos, como leche, quesos y yogurt, podría tener un efecto.

En 2018, un meta análisis publicado por investigadores daneses revisó más de una decena de estudios que involucraban a 78.529 niños, adolescentes y adultos jóvenes, en los que se medía la relación entre sus brotes de acné y el consumo de leche. Y pese a la cantidad de estudios e investigaciones existentes, concluyeron que por el momento no existe evidencia suficiente como para concluir si efectivamente existiera una relación que se pudiera observar de manera general en la población.

Dicho esto, no está demás revisar algunos de los estudios, así como testimonios de especialistas en relación a la experiencia de sus pacientes.

Uno en particular, publicado en mayo del 2008 por el Journal of the American Academy of Dermatology, observó las conductas alimenticias de hombres adolescentes, y concluyó que quienes tomaban más leche tenían peores casos de acné. Asimismo, descubrieron que quienes consumían la leche descremada tenían brotes más seguido que los que tomaban leche entera, por lo que en este caso la grasa presente en el producto no influía en los resultados en la piel.

Una de las explicaciones que ofrecen al respecto, está relacionada a las hormonas que se pueden encontrar en la leche, que serían de carácter andrógino, y que se asocian a los brotes acneicos. Un ejemplo es la testosterona, responsable por crear DHT, que estimula a las glándulas sebáceas, generando una piel más grasa y propensa al bloqueo de poros, lo que lleva a granos y puntos negros.

Otra teoría apunta a que, al igual que otros productos procesados y refinados, la leche que consumimos podría desordenar los niveles de insulina, haciendo que la piel tienda al acné.

Muchos dermatólogos y tratantes de adultos y adolescentes comentan que sus pacientes sí notan una relación entre el consumo de productos lácteos y los brotes de acné. Y de hecho, la mayoría de las investigaciones dan cuenta de que sí existe esta relación. Pero lo que aún no se logra dilucidar, a ciencia cierta, es cuál es la conexión exacta, y por qué afecta más a algunas personas que a otras.

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