La república independiente de Cristián Abelli
Nunca fue a la universidad ni concibió el arte como profesión. La pintura ha sido, simplemente, su manera de hablar desde los 14 años. Cristián Abelli (54) no ha parado de elaborar un arte genuino, que busca la belleza elemental sin adherir a ninguna corriente o moda. Su obra reciente, que incluye fotografías y esculturas, estará en la galería Patricia Ready (Espoz 3125) hasta el 7 de diciembre.
Paula 1108. Sábado 24 de noviembre 2012.
Nunca fue a la universidad ni concibió el arte como profesión. La pintura ha sido, simplemente, su manera de hablar desde los 14 años. Cristián Abelli (54) no ha parado de elaborar un arte genuino, que busca la belleza elemental sin adherir a ninguna corriente o moda. Su obra reciente, que incluye fotografías y esculturas, estará en la galería Patricia Ready (Espoz 3125) hasta el 7 de diciembre.
En la entrada de la galería Patricia Ready, Cristián Abelli puso un texto de Platón, que dice que las figuras geométricas -un círculo, una línea- contienen una belleza intrínseca, pues no proviene de la comparación con otras imágenes, sino de su propia estructura interna.
La idea traduce la sensibilidad de Abelli. Aunque pertenece a la generación de Samy Benmayor, Bororo y Matías Pinto –por mencionar a algunos de sus coetáneos– y, como ellos, ha permanecido haciendo arte y exponiendo por más de 40 años, ha resguardado un espacio personal, con independencia de todos los circuitos, tanto culturales como comerciales.
"En el arte no se puede estar arriba de la pelota haciendo negocios todo el día. Para mí es un viaje hacia un lugar que ni siquiera puedo explicar en un discurso. Para qué te voy a vender la pomada", dice Abelli.
Su vida y su trabajo describen esta parábola del apartamiento. No estudió en una universidad, no concibió el arte como una carrera, no jugó al juego del éxito, y pagó el precio de su resistencia. "Mi único problema es llegar a fin de mes", dice con honestidad y humor. "En el arte no se puede estar arriba de la pelota, haciendo negocios todo el día. Para mí es un viaje hacia un lugar que ni siquiera puedo explicar en un discurso. Para qué te voy a vender la pomada".
Y ese lugar, aunque él no lo diga, es uno de búsqueda espiritual, la mismo que anima la obra de artistas como Mario Irarrázabal o Matilde Pérez, y que, casualmente, coincide con un imaginario muy elemental, basado en la geometría, como estado original y previo a toda figuración. Ahora último Abelli anda obsesionado con la fotografía. También mostrará parte de las fotos que ha hecho en tecnología análoga, a la antigua usanza. Lejos de usar este medio como un instrumento para contar historias, lo utiliza como otra forma de pintar, atendiendo a las posibilidades estéticas que ofrece. Sin embargo, le interesa ese índice de "realidad" que la fotografía captura, como energía que se puede transformar, otra vez, desde su irreductible subjetividad. Fotos esenciales, como toda su obra.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.